Concejales mandarines
Por Antonio Domínguez |
De la gresca
que hay montada entre el Ayuntamiento de Las Palmas y el Excelentísimo
Ayuntamiento de San Lorenzo he hablado ya en numerosas ocasiones. No obstante,
¿he mencionado ya cuáles son los orígenes del problema? Antes es necesario
saber cómo San Lorenzo ha llegado a ser lo que es.
Echemos la
vista atrás un momento. San Lorenzo nació por obra y gracia de los aprovechados
y los saqueadores, aquellos a los que no les importaba nada matar y pisotear a
otros en algún momento de debilidad y que tenían el cerebro poseído por el
pillaje y la pasión por la perversidad; y, lo que es peor, inspirados,
tolerados y redimidos por el espíritu de su Dios salvador: El Caudillo de todos
los ejércitos, el guardián de la reserva moral de Occidente y, más
específicamente, Caudillo de España porque Dios así lo quiso. Porque Dios tan
pronto decide que un burro llegue al final de su corta vida como que dos ayuntamientos
no se ayuden mutuamente, y solo porque a él le sale de sus... En fin, un
desastre. En cualquier caso, y en nombre de ese amor, germinó la semilla
disparatada de la corrupción y el amiguismo. Que sirva de ejemplo la ascensión
a los cielos de nuestro Excmo. Ayuntamiento con la excusa de que todo quede
atado y bien atado; y sigue siendo verdad porque, hoy por hoy, ese nudo sigue
estando muy apretado.
¿Se habrán
visto alguna vez maldades más ponzoñosas que estas, capaces de infectar el
futuro como una enfermedad crónica incurable? Una del calibre de las acciones
de ese santo bendito de la patria, ese caudillo, y sus parroquianos píos y
fieles. En cierto modo, puedo comprender y comprendo el miedo pernicioso de los
jueces hacia cualquier posible residuo que pueda quedar del férreo régimen; y
comprendo que, si me permiten la expresión, se desparramen tanto por las patas
que ni siquiera se hayan atrevido a abrir una causa judicial del tema que
estamos comentando, para mayor grandeza y gloria del Nerón ferrolano que
condujo a España al pasto de cenizas que es hoy. Al fin y al cabo, nuestra
deuda sigue avanzando a mil por hora hacia los dos billones de euros.
Nosotros
somos, por otra parte, el núcleo rural disperso que apenas alcanza las pisadas
de los “chicos de sociedad” de Vegueta y Triana, tecnócratas y mandarines. Y
los de abajo tienen, a su vez, un espacio entre medias, una zona puente desde
la cual acechan las lomas y las laderas y analizan su potencial para su
conversión en otra cosa, como si de una vaca lechera a la que se puede exprimir
a placer se tratara. Y cuando ya no dé más leche, dejarán el puente y se irán a
comérsela y a hacer políticas de mandriles y pachangas de carnaval, dejando al
resto sin los equipamientos y servicios básicos. ¡Y no se le ocurra a usted ir
a pedírselos, que lo mandarán al carajo desde el sutil silencio administrativo!
Es lamentable
que la Justicia solo se imponga en tierras de ultramar, lejos de la maldad que
aquí no tiene solución. Es lamentable que aquí ni siquiera se dé el paso de
constituir un tribunal de oficio para reparar el daño causado por las
gamberradas que una vez perpetraron los bandidos de los que he hablado a golpe
de tiros y mamporros de culata... “Presuntamente”. Es lamentable, en
definitiva, la vergüenza que dan los periódicos sujetos a esa ideología.
¡Cobardes y viles criaturas, que se refieren a todo un Excelentísimo
Ayuntamiento como “distrito”! O peor aún, dicen “antiguo Ayuntamiento de
San Lorenzo”, como si ya estuviese liquidado, muerto y enterrado. Pero se
necesita ser imbécil y totorota para creerse de veras que al
Excelentísimo Ayuntamiento de San Lorenzo se lo tragó el mar igual que a la
Atlántida.
¡Tiene
narices! Como las tiene el hecho de que un presidente del cabildo se autodefina
como ecologista con la careta quitada. Y encima todavía no llega nadie que se
digne a gestionarle una renta al campesinado. ¡Hay que joderse! ¡Que viva el
lujo ajardinado, cónchale!
Luchar por la
Justicia pasa primero por lavarle la cara al concepto y quitarle el prefijo
«in-» que la convierte en Injusticia, centrada además en San Lorenzo. Y todo
por culpa de esos hipócritas acomodados de los que he hablado. Veremos qué pasa
con el asunto a partir de ahora.
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