La ilusión de los Reyes en Tamaraceite

Por Esteban G. Santana Cabrera 

Pasada la Navidad, los niños, los de antes y los de ahora,  esperan con especial ilusión y nerviosismo el Día de Reyes. En Tamaraceite, antaño, y de esto hace más de sesenta años, había distinción entre los niños de la Carretera y los de la Montañeta ya que los primeros alcanzaban a tener una patineta o bicicleta mientras que los otros, como mucho, alcanzaban golosinas, una muñeca de trapo o una “rasqueta”, de esas que dan vueltas y hacen ruido y con la que se recorría toda la Montañeta.

Uno de los niños de esta época, que ahora tiene más de ochenta años, Pepe Lezcano, esperaba el día de Reyes con ilusión, aunque esta ilusión se transformaba en decepción y lágrimas al ver que otros tenían regalos y a él no le llegaba nada. Aunque juguetes tenían todo el año, carretones, tiraderas, trompos y boliches. Había un señor, Agustín Núñez, “el abuelo”, que tenía al pueblo surtido de carretones que tenían chasis, guardabarros de lata, dirección, etc. y estaba preparado para las carreras.

El balón era otro de los juguetes preferidos para jugar en la plaza, la carretera o alguno de los muchos estanques que por aquí había. Los chiquillos estábamos deseando estrenar nuestros equipajes para irnos al Tanque La Manzanilla o al de Las Cañas para estrenar el balón y las botas del gallo. Más tarde, cuando se inauguró el Campo Juan Guedes, allí acudíamos como locos ya que no había barreras que nos impidiera acceder al campo y "echarnos" grandes partidos que se organizaban sobre la marcha. Aprovechando los charcos de los estanques del Valle de Tamaraceite, los niños hacían barcos de lata al que le ponían una vela o el tronco de una palma y los hacían navegar, aunque algunos solo lo hicieran unos metros hasta hundirse en medio del estanque. Otro de los juguetes tradicionales era el “caballito” que consistía en una caña con un hilo amarrado por las piernas, el que lo llevaba se daba un par de “tortas en el culo” y salía corriendo. Para frenar imitaban un relincho y hasta dejaban el caballo amarrado.

De todos modos, la ilusión siempre estaba presente, los zapatos nunca dejaban de ponerse, aún a sabiendas que los Reyes no “pasaban”. Esta era una época en que no se “pedía” sino que se recibía con alegría lo poco que les llegaba. Nuestra amiga Eva me contó algunos recuerdos de "su" Navidad de aquellos años. Recuerdos que transmito literalmente y que no hay que olvidar:

"Qué bonitos recuerdos de “otras” navidades. Aunque hubiese menos cosas tan sofisticadas y modernas que llevar a la mesa como hoy, y aunque en casa eramos una familia pequeña (4 personas) la Navidad se vivía como lo que era. Mi madre nunca dejaba de hacer truchas, ya que eso era una de las cosas que “eran imperdonables”. Bueno, las truchas y hacer el Belén. El día antes mi madre nos llevaba a buscar esos plantones de hierba que se arrancaban con un plastón de tierra y a buscar unas pitas pequeñitas para adornarlo. Recuerdo la mesa preparada desde la tarde con sus platitos llenos de las golosinas de la época, la botellita de Ron con miel, el Anís de la Asturiana, el vino, porque eran días de llegar alguien por casa, para que se “brindara”. Otros tiempos vinieron luego en que mucha gente se dedicó en esas fechas a comprar un alcohol para hacer licor, y entonces había del sabor que quieras, fresa, naranja, plátano etc, ¡por Dios! que cosas se hacían antes… Mi madre preparaba esa carne rica(para las cenas) poquita si pero con ese olorcillo que ya no te vuelves a comer porque ya no encuentras esas carnes de antes. De todos modos eso era por navidades, en casa no se podía como ahora que se come carne si quieres cada día, se compraba 1/2 kilito para el Domingo y punto. En cuanto a los Reyes, yo aunque vivía en la Carretera General, viví la pena de que había niñas cerca de mi casa con el famoso “Tony” ( muñeco con la cabeza de loza, todo un lujo) y mis muñecas de cartón, recuerdo que aquellos se podían bañar y yo al querer hacer lo mismo con la mía el mismo día de Reyes me quedé sin ninguna cuando la metí en el agua. Unos cuantos años me costó tener una muñeca andadora, ¡qué lujo, madre madre mía! . En fin no puedo decir que mi hermano y yo nos quedásemos sin Reyes pero… había ricos y pobres indudablemente. Con los años, para mí, la Navidad ha dejado de tener ese toque de alegría, sí, la única es la festividad que se celebra, el nacimiento de Jesús. Por lo demás me gustaría hacer un paréntesis antes de Navidad hasta que pase el día de Reyes, no sé si es porque yo no tenga alegría ni aliciente para vivirlas, porque el presupuesto no está a la altura de las circunstancias para como quisieras, ¡regalar mucho! en estos días a mis seres queridos, porque la gente vive más el consumismo que nada…en fin, ya la Navidad no es lo que era aunque ésta fuese más pobre”.

Los Reyes Magos vienen cada año para cumplir la ilusión y los deseos de grandes y pequeños. Uno de los días más esperados del calendario que a mucha gente se le atraganta porque se ha convertido en la mayoría de los casos en una fiesta de derroche y consumismo.

La ilusión, sobre todo donde hay niños, siempre estará presente, los zapatos nunca dejarán de ponerse, aún a sabiendas que los Reyes unas veces vienen más o menos cargados de juguetes, dependiendo de la casa a donde vayan.

Vivamos con ilusión, grandes y pequeños el Día de Reyes, y no dejemos morir a ese niño que llevamos dentro con el consumismo más despiadado y que sea ésta una oportunidad para la solidaridad y contribuir a que niños y mayores también puedan vivir este día único en el año con ilusión y esperanza.

Comentarios

Fernando tejera ha dicho que…
EXCELENTE POCAS VECES SE LEE ALGO TAN LLENO DE HERMOSOS RECUERDOS ASÍ ES NUESTRA HISTORIA

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