El alma intacta de un pueblo
El periódico La Provincia ha estado estos días "retratando" el ayer y el hoy de Tamaraceite. Para ello se reunieron en la Casa de la Cultura algunos vecinos que transmitieron sobre todo sus vivencias durante los últimos sesenta y setenta años, viendo como Tamaraceite pasaba de ser el núcleo más importante del Ayto de San Lorenzo a, en pocos años, ser un barrio dormitorio de la ciudad. En la imagen podemos ver de izquierda a derecha a Antonio Juan Suárez, Adoración Jiménez, Elisa Ardoay (periodista de La Provincia), Mary Afonso, Don Luis García Correa y Pepito Guerra. Hoy recoge este artículo titulado "El alma intacta de un pueblo".
El tiempo no ha mermado el sentimiento de pueblo que respira Tamaraceite. Los vecinos se mantienen fieles a sus raíces, aunque este paraje agrícola cambió radicalmente en los años 60
ELISA ARDOY T amaraceite siempre será un pueblo. Así lo siguen llamando los lugareños que fueron "absorbidos" hace más de cuatro décadas por varios centenares de viviendas de protección oficial. Hasta ese momento todas las familias se conocían, en cambio, ahora en lo que se denomina casco antiguo viven unas 5.000 personas. Pero el paso del tiempo y el aumento de la población no ha mermado este sentimiento de pueblo.Aunque defienden sus raíces, los habitantes no piensan en la independencia, como defiende un movimiento vecinal de San Lorenzo que blande la Ley de Memoria Histórica para que el viejo municipio, anexionado por el de Las Palmas de Gran Canaria a finales de los años 30, recupere su estatus. "No es una reivindicación necesaria. Hoy se busca unir y no dividir", opina Luis García Correa, ex concejal del Ayuntamiento de San Lorenzo, para quien "este pueblo se distinguió siempre por su laboriosidad y se abusó de la buena voluntad de sus trabajadores, exigiéndoles mucho esfuerzo físico". En la década de los 60 empezaron a llegar emigrantes del centro de la Isla en busca de trabajo, principalmente en el sector de la construcción, y se formaron los barrios periféricos, como Lomo Los Frailes, La Suerte, La Galera o Piletas, conocida durante años por los vecinos como la ciudad sin ley. "Fue un abandono total, se permitieron construcciones sin ningún tipo de planificación", explica Antonio Juan Suárez, hijo del penúltimo alcalde de San Lorenzo de mismo nombre.Años después, con la muerte del dictador Francisco Franco, comenzaron a desarrollarse las asociaciones de vecinos que hasta ese momento se movían en la clandestinidad. Como ejemplo de unión los más veteranos recuerdan el caso de Hoya Andrea en donde los propios vecinos controlaban día a día la instalación del alcantarillado."Fue una época única de participación ciudadana", asegura García Correa. "Se creó la primera federación de asociaciones de vecinos de España en este distrito a finales de los años 70".El terreno en el que se ubicaron los nuevos bloques había sido donado para paliar las necesidades del pueblo, pero el alcalde José Ramírez Bethencourt se lo cedió al Patronato. Gracias a las protestas vecinales, en pleno periodo franquista, la mitad de las viviendas se destinaron a los vecinos más desfavorecidos de Tamaraceite. "Siempre hemos sido un pueblo solidario, dejamos el 50% para la gente de fuera que vivía en muy malas condiciones. Pero ahí comenzó la inestabilidad de la vida pueblerina", asegura el ex edil. "El pueblo de Tamaraceite se rindió. Nos absorbieron. Hasta entonces nos conocíamos todos y las puertas siempre estaban abiertas. Era un pueblo tranquilo".A partir de entonces se utilizaron más terrenos de esta zona de la capital grancanaria para seguir construyendo viviendas de protección oficial. La población aumentaba año tras año, pero no venía acompañada de la infraestructura adecuada. Actualmente son cerca de 50.000 las personas que viven en el distrito Tamaraceite- San Lorenzo- Tenoya.Ahora los vecinos temen la llegada de las 2.500 nuevas viviendas previstas en el Plan de Tamaraceite Sur, que supone un aumento poblacional de cerca de 10.000 personas que cambiará aún más la imagen de este antiguo paraje agrícola."Tamaraceite ha cambiado tanto que ni nosotros lo conocemos", afirma María Adoración, una vecina. "Antes empezaba en el árbol y acababa en la Caja de Ahorros. Era un pueblo. Y para nosotros lo sigue siendo".
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