Tener la Verdad

Por: Luis C. García Correa y Gómez
Comienzo diciendo: mi verdad es que Jesucristo resucitó.
Y Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida”.
Si me pudiesen demostrar que Jesucristo no resucitó, nuestra religión, la católica, apostólica y romana seria vana, no valdría.
Pero esta es mi verdad, y la de los que creemos en Jesucristo. Y esto no quiere decir que yo no respete la verdad de otros.
Podré discutir, exponer, discernir acerca de la verdad de otros, pero jamás podré dejar de respetar su verdad, la verdad de otros, que es su fe.
Esto como principio religioso y de educación.
Por supuesto, me refiero a la fe religiosa de otros que no es acomodaticia, que no se acomoda a lo que yo quiero creer.
Y digo esto porque hay personas que dicen, por ejemplo: creo, pero no en los curas.
Esas personas acomodan la religión a sus ideas, y no acomodan sus ideas a la religión. Hacen su propia religión, y esto para mi es discutible, pero, a la vez es respetable.
Para algunas personas su verdad está relacionada con lo que quieren creer, y esto para mí no es una religión, es una idea, que aún siendo creída con buena voluntad, no deja de ser algo de la voluntad, algo que yo quiero; pero no es algo de la religión, porque la religión debe, al menos buscar la verdad.
Estamos, una vez más, viviendo unos momentos claves, que considero muy esperanzadores, salvo para aquellos que nos atacan, y algunos de forma radical, que desvirtúan sus acciones, aunque sabiéndolo, o sin darse cuenta, nos están haciendo mucho daño.
Esto no quiere decir que nosotros respondamos con la misma agresividad, aunque algunas veces, los que perdemos la paciencia, cometemos muchos errores, ya que nos producen, al menos, irritación. Pero si debemos responder con rotundidad, sin dudas y de frente, pero sin atacar.
No vale quedarse apagado o en su casa, tenemos que intentar ser consecuentes con nuestras creencias, y así sean nuestros actos. Pero no pasar.
El pasota es malo en todos órdenes, incluso en el religioso.
Tenemos ya una larga experiencia, desde nuestros inicios tenemos la experiencia de la incomprensión y del ataque.
Pero al igual, y creo que no hay la menor duda: estamos protegidos para toda la eternidad.
También debemos añadir que hemos sido culpables de hechos incomprensibles: matar en nombre de Dios: las cruzadas; los que quemamos en la Inquisición etc.
Pero esto no es razón para que otros nos ataquen, y menos con la virulencia actual, faltando, incluso, a la libertad.
Respetemos las creencias de los demás, y exijamos que respeten las nuestras, y tratemos siempre de comportarnos lo mejor posible, para tener esa fuerza moral del bien hacer.
Decía San Gregorio Magno: “solo cree de verdad el que practica lo que dice”.
Por eso es tan necesario estar atentos y preocupados por saber, cada día, más de nuestras creencias. Debemos tener siempre la preocupación de aprender y ello nos fortalecerá aún más en nuestras creencias y en nuestra forma de comportarnos.
Las verdades y el conocimiento nos hacen libres.
La verdad nos hace libres y felices.
Y esa libertad repartámosla junto con la felicidad
Respetemos las creencias de los demás, exijamos que respeten las nuestras y tratemos de llegar a lo que todos estamos llamados y obligados: a querernos los unos a los otros y, los creyentes añadimos; a Dios sobre todas las cosas.
Respetémonos todos, como es debido, y como es de buena educación, y no con salvajismos.
Seamos alegres, felices y respetuosos, y para ello, con el imprescindible ruego y el rezo a nuestra Virgen del Pino, tendremos la ayuda de Jesucristo, y seguro brillará la verdad, a la que todos estamos llamados, a la que todos debemos respetar, y a la que todos debemos guardar y transmitir a los demás.

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