Hacia una nueva era

POR: Don Luis C. García Correa y Gómez
Aunque el ser humano es social por naturaleza, creo que estamos viviendo todo lo contrario.
El Concilio Vaticano II nos recuerda que “el hombre, por su íntima naturaleza, es un ser social, y no puede vivir ni desarrollar sus cualidades sin relacionarse con los demás”.
El Papa Pío XI en su Encíclica Divini Redemptoris, dice: “la sociedad es un medio natural que el hombre puede y debe usar para obtener su fin”.[1]
Por desgracia, hoy presenciamos, con la mayor naturalidad, la siguiente paradoja: cuanto mayor es el núcleo habitado, mayor es la incomunicación entre sus habitantes, y mayor es su agresividad.
Los vecinos, puerta con puerta, no se conocen. Ni siquiera se saludan.
En los pueblos pequeños todo el mundo se conoce. Eso era lo normal en mi juventud incluso en la ciudad de Las Palmas. Nos conocíamos y, siempre, nos saludábamos, nos conociésemos o no. Dar los buenos días, o las buenas tardes, distinguía a las personas educadas.
Hoy creo que existe un deterioro educacional que nos conduce al aislamiento. Ni nos conocemos, ni nos saludamos. Cada vez nos alejamos más los unos de los otros, y cada vez hay más agresividad.
Este comportamiento, esta separación crea un vacío personal y un deterioro en las relaciones interpersonales.
La ausencia de las relaciones humanas, - tan necesarias para la vida normal, la familia, la comunidad -, crea como consecuencia la infelicidad.
¿Caminamos hacia una nueva era?
Por la experiencia vivida como persona, me atrevo a sugerir que esa era tiene que integrar, de manera armónica y real, la persona y la sociedad con LA NATURALEZA, el medio en el que podamos vivir felizmente los humanos.
Para realizar esa aspiración disponemos de todos los elementos necesarios: la experiencia, la ciencia y las creencias que junto a valores morales o religiosos, nos permitirán ver los errores cometidos por los comportamientos egoístas y consumistas, y lo sustituyamos por comportamientos solidarios con nosotros mismos, con los demás y con la Naturaleza.
Para esto, lógicamente, se necesita ser conscientes y desear el cambio, y no con palabras, como las mías, sino con hechos.
El mal aún no ha vencido al bien.
Nunca es tarde para mejorar.
Los humanos somos buenos por naturaleza, y el medio y la educación influyen poderosamente en nuestros hábitos y comportamientos.
Seamos lo que somos: humanos buenos, y para ser buenos humanos tenemos que comunicarnos los unos con los otros, para así poder ser un humano bueno.
Como siempre, de nosotros depende.

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