Caminante sí hay camino

Por: Jesús Vega Mesa

 Un político español afirmó hace unos días que la situación de su pueblo es tan difícil que ahora mismo no se puede hacer nada para mejorar. Que no hay ningún camino para  solucionar los problemas del pueblo. Y el hombre, después de hacer semejante afirmación, se quedó tranquilito en su puesto de concejal pensando tal vez que, con sus palabras,  se asemejaba a Machado en eso tan hermoso de caminante no hay camino…  Machado, más optimista, no se quedaba ahí. Si para solucionar los problemas no hay camino… pues se hace camino al andar. Lo que no se puede, ante ninguna situación difícil, es cruzarse de brazos.
                 En estos días he visto a mucha gente caminar. Hacia Teror, hacia Arinaga, hacia los institutos, hacia el seminario, al compromiso como  voluntarios de  ONG, en busca de trabajo… Ponerse a caminar supone tener fe en las posibilidades que hay en las personas para superar los problemas propios o ajenos.
                He visto a gente de mi entorno que intentan dar salida a sus proyectos o su vocación y sus ganas de superarse. Y así, Dámaso marcha al Seminario, Pepe se apunta a la escuela de adultos, Jenny a la universidad, Fátima se inicia como catequista en vísperas de su matrimonio, Sandra peregrina colocando currículos en busca de un trabajo… Y en muchas parroquias y colegios se inicia un nuevo curso con renovado entusiasmo, intentando superar los defectos de años anteriores. Eso es caminar. 
                Este año se cumplen los cincuenta años del Concilio Vaticano II que supuso una gran esperanza para la Iglesia y para el mundo. Aquel Papa viejito llamado Juan XXIII dijo al mundo, creyente o no, que no podemos ser conformistas, que a hay que avanzar y crecer. Y, convocando un Encuentro de todos los Obispos del mundo, logró dar un giro en la Iglesia que ahora también, como entonces, tiene que estar en actitud renovadora, de caminante. Pobre de la institución que pone el ancla y deja de caminar.
          Buen ejemplo el de algunos políticos de nuestras islas que, ante la situación de crisis, no se limitan a quejarse sino que se las ingenian para encontrar alguna salida que, aunque no resuelva del todo los problemas, sirven de ayuda y estímulo. Buen ejemplo el de algunos colectivos como Yrichen o Afesur que, ante la escasez de subvenciones, no abandonan sus proyectos sino que inician otros caminos para conseguir los medios necesarios y no abandonar la obra que están haciendo.
                 Me gusta ver a la gente caminar. Me gusta conocer y encontrarme con los peregrinos que llevan  en sus rostros un problema y transmiten al mismo tiempo esperanza y alegría. Me gusta la gente que  camina.  Y mucho más  si camina con otra gente. Me gustan los pueblos que sueñan, que creen, que no se desaniman. Y me gusta la gente que mira a la Virgen  no como un ídolo, no como la conseguidora sino como  la mujer luchadora, creyente y fuerte que no sucumbió a la tentación de rechazar el compromiso o el esfuerzo o la confianza.  La chica de Nazaret que, ante los muchos problemas que se le venían encima no tuvo reparos en subir aprisa a la montaña para ayudar a otra mujer. La que sigue transmitiéndonos fe y ánimo. La que confió en Jesús y nos anima también a caminar hacia él.
Caminantes, sí hay caminos. Y cuando no los hay… se hace camino al andar.


  

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