La lengua, sus virus, gérmenes y bacterias.
Por: Antonio Domínguez |
Sé en absoluto que no soy nadie
para poner en tela de juicio a la real academia de la lengua. Nadie lo hace. ¿Y
porqué? Por miedo a ser ridiculizado; a perder la cátedra; a como simple
albañil o barbero, pavor al linchamiento colectivo, etc.
Yo no tengo nada que perder y por
lo mismo no considero atrevimiento decir que, no ya en un país, sino en un
mundo donde se venden quince ediciones de un libro de un periodista del
corazón, del pulmón, del hígado y el riñón, no nos da vergüenza esa realidad (acogótate).
En este mundo donde en ningún país de Él tiene cabida (uso) “un solo libro” que
sea importante. Donde los pocos libros, más malos que se han escrito en la
tierra, se venden a millones por toda ella y nada que sea, aunque sea mediocre,
tiene posibilidad. Las celebridades editoriales del genio humano, no están en
las librerías porque no se venden; hay que pedirlas al reino del polvo (los
almacenes) desde donde tardan quince días en aparecer en mano.
En un país de este mundo, donde
la nieta de don Juan Negrín; el que fuera presidente de la república española
diga, CON VERDAD, que su abuelo es tratado por el diccionario pertinente, como
un pelele sin iniciativa; viendo al mismo tiempo al “académico” Arturo Pérez
pidiendo subliminalmente el premio nacional de narrativa, para tener luego,
dice, “la coherencia de rechazarlo como ya hiciera un tal Julián Marías”; al
respecto, se puede algo decir, porque la
academia no es pizca fuera de alcance a propósito de los que la alcanzan, o de
los que se propongan alcanzarla.
¿No debe un académico estar por
encima del ridículo premio nacional de literatura, por el ridículo momento que
atraviesan las letras del y en el idioma español…? En caída libre se está
llevando por delante a premios Nóbel y a cuantos en ellas a ensayar se atrevan.
Creemos que los otros entienden
nuestros embrollos. Se sabe que hay montones de “lenguajes” distintos no
hablados ni escritos, pero no son pocos los que se emplean en los escritos y
hay algunos que se intuyen, otros se entienden y otros no. ¿Tienen razón los
que dicen que el lenguaje se ha convertido en un galimatías? ¿Un papiro
aparecido en el mar muerto (en una cueva) que no sabemos descifrar? ¡Es triste
y desasosegante; por desconocer muchos lenguajes, no sabemos por donde viene el
hombre nuestro hermano, a hacernos daño!
¿Como podremos deconstruir o
construir según convenga, el lenguaje al modo filosófico Derridano para pasarlo
a caracteres claros que podamos asimilar sin que nos adormezcan? Según este
sabio conocedor, el texto resultante de lo que se ha interpretado se puede
cambiar cuantas veces haga falta, o sea, se puede interpretar la interpretación
de interpretaciones. Es verdad, asombra la capacidad que tiene la lengua de
llevarnos a viajes intergalácticos y a paraísos fuera de Maspalomas Costa
Canaria.
Los mismos informadores que comen de ello, se
quejan de las argucias de la lengua para desinformar sin percatase que ellos
son los informadores, por consiguiente los mentirosos; sin tener que considerar
esto un hallazgo.
El diccionario no se sale de sus
casillas porque ellas son herméticas. Millares son las extravagancias a que nos
conducen los vademecum de la lengua. Como dice un articulista algo menos que
mediano “las palabras significan lo que han terminado significando, porque
están donde están en las páginas de esos diccionarios”.
La mentira no es solo intención,
sino también lenguaje, las aptitudes no verdaderamente rotundas, la no
intencionalidad de veracidad señala la actitud de los que con razón se enfadan:
a personas que se sienten frustradas
como es el caso de la señora nieta de Don Juan Negrín, por el libro de lo
libros (que tendría que ser serio) de cualquier país.
Como contrapartida y en defensa
del diccionario, le decimos al articulista algo menos que mediano, que no se
pueden plantear disociados los vocablos celos y celosía; preguntándose alarmado
como si fueran la antípoda el uno del otro; porque celos y celosía son
parapetos desde donde se acecha; y tienen total parentesco esas dos voces.
Comentarios
Porque cuando escribo no trato de traer al redil, ni nada vender, ni ideas calar; es por lo que me coge por sorpresa se tome lo mío como carta magna, que para ser alguien se haya de tomar y conocer de memoria.
No puedo negar que mi finalidad es el somnoliento “para decirle” ¡¡chacho!! El adormilado “para decirle” ¡¡cuidado!! El desalado para decirle: no hagas daño y vive el momento haciendo lo que hayas de hacer, que la condena ya la pagaste (y muy cara) con haber nacido. No cabe duda (como es el caso) que en todos mis decires solo se pueden emplear lenguajes subliminales, figurados e impostados. Los otros decires claros y naturales, de lo mas uso y conocimiento que saben es de mentir; o por propia ignorancia o por pretendida ignorancia en el otro y, ¡eso es lo más cotidiano!
Creo que esto es lo que usted ha entendido. Pues bueno, contra, (cónchale) como con estas cosas no puedo esperar mucho comentario ¡le agradezco muchísimo el suyo!... mi muy respetado no enemigo.
Antonio Domínguez