La Paz

Por: LuisC.  G. Correa y Gómez

La Paz es un bien de valor intrínsecamente incalculable porque es muy difícil obtenerla y mantenerla desde fuera de nosotros mismos.
No hay paz exterior si no hay paz interior. La paz de todos es la suma de la paz de cada uno y como consecuencia de la honesta participación de la comunidad.
Los momentos pacíficos son un mero sucedáneo, una falsa paz. La emulan, pero nunca llegan a igualarla.
No hay paz sin libertad,
¡Vivir la PAZ! Es la necesidad más deseada, después de la salud y la libertad.
Todos aspiramos a tener paz y a vivir en paz, pero no todos la alcanzamos.
Sin valores éticos o religiosos es imposible disfrutar de la paz, y menos aún mantenerla.
La paz es un bien que invade el alma y el cuerpo, envolviéndolos en un halo de luz y felicidad que contagia.
La paz no se altera, no se irrita, no se crispa, ni es amarga. Es dulzura, sinceridad, honestidad, bondad, tranquilidad y, en especial, honesta participación.
¡Dichoso quien la posea! Porque habrá trabajado para conseguirla. La paz no llega inadvertidamente, ni por generación espontánea.
No se prodiga ni se compra.
Una de nuestras ventajas frente al poder perverso es que no tiene la paz. Es imposible que la tenga: va contra su propia naturaleza. Tendrá dinero y poder, pero no la paz.
La paz sólo se consigue viviendo las virtudes del alma, porque en ellas es donde radica, donde se desarrolla, y donde la sentimos, la gozamos, y la transmitimos.
Hay que estar vivos, con la conciencia tranquila, limpia y el alma predispuesta para recibir y dar la paz. Es el único lugar donde puede sobrevivir, brillar y resplandecer.
Roguemos por la paz. Trabajemos por la paz, y tendremos la paz.
Durará si damos continuidad a nuestra libre y honesta participación.
No hay felicidad ni libertad sin paz. Ni paz sin felicidad y libertad.

Comentarios

Entradas populares