¡Señor, que vea!

Por: Luis C. García Correa
Como el ciego Bartimeo -del Evangelio católico- cuando Jesucristo le pregunta ¿qué quieres? le responde: "Domine, ut videam". Señor, que vea.
Así de ciegos están los pasotas y los individualistas, con el agravante de que no preguntan, viven y vegetan, siendo el gran apoyo al poder perverso. A este grupo hay que unir a los relativistas.
Estos tristes, nefastos e importantes grupos humanos, están, igualmente, ciegos a la participación. Tienen cerrados los ojos y los sentimientos del corazón. Insensibles a la realidad. Su realidad es la indiferencia, ni eso, es la ausencia. El nosotros no existe, sólo existe el YO.
Anhelamos, como el ciego Bartimeo, que les pase por su lado la luz y les ilumine y sean participativos para poder llegar a la plena felicidad y a la plena libertad. Porque no las pueden tener sin el “nosotros”.
Son vivencias derivadas de la honesta participación.
Necesitamos fortalecer nuestra fe, gritemos: !Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Recemos para detener a Jesús, que va de paso. Y seremos escuchados. “Pedid y recibiréis”.
En este corto espacio que es nuestra vida busquemos la santidad.
Jesús quiere que nos convenzamos de que le necesitamos. Pidamos tozudamente.
Necesitamos ir tirando todo lastre. Todo aquello que nos sobra para la santidad.
Sacrificio, nos costará, pues la meta es la salvación, la vida con Padre Dios. Pero estemos seguros de que seremos oídos como Bartimeo. 
Recemos de forma personal, directa y sin anonimatos.
La historia de Bartimeo es nuestra historia.
Muchos estamos ciegos para muchas cosas. Y muchas cosas nos traen ciegos. ¡Señor, que vea! Y con mi vista pueda ayudar a que los demás vean, y todos, juntos, caminemos por el sendero luminoso de la felicidad y la libertad, porque somos lo que somos: humanos honestos y participativos.
¡Señor, que vea!

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