¡O luchamos todos, o todos sucumbimos!
Por Luis C García Correa |
¿A qué se llama progreso?
La informática es el gran progreso de la técnica, que ha implementado la información y la comunicación. Pero aún no ha producido la revolución necesaria.
La globalización es fruto de la informática. Ayudará en la revolución.
Porque el mundo no sólo necesita un cambio drástico, sino una revolución. Por supuesto, mediante comportamientos honestos, nunca cruenta.
Tenemos que comenzar por preguntarnos: ¿Qué existe de la honesta comunicación, de la participación personal y de la libertad compartida? ¿Qué existe de ellos, como elementos necesarios para la felicidad y, por supuesto, para la libertad?
Cuanto mayor es la concentración de la población en las ciudades, mayor suele ser la desconexión y la relación interpersonales. Esto, es una contradicción. En los pueblos, con pocas personas, se conocen todos, y todos se ayudan. Hay una relación de vecindad, de amistad y solidaridad que les haces sentirse felices y seres humanos.
Los seres humanos somos sociables por naturaleza, y lo dejamos de ser por falta de educación y por la falta de convivencia solidaria.
El amor y la libertad -valores imprescindibles para la buena convivencia, la felicidad y para el aumento de la libertad – sólo se viven por la comunicación honesta y educada.
¿Qué debemos hacer para llegar a esa necesaria mayoría honesta?
No conozco otros medios que la educación, la ética y la participación.
¿Nos damos cuenta de lo corta que es la vida y de lo maravillosa que es?
¿Cómo podemos no ver y estar tan ciegos? (No quiero ser esclavo y lo soy).
¡La vida tan corta tiene un valor incalculable! Somos únicos e irrepetibles y nos estamos perdiendo la felicidad que, compartida, es doble.
¿Por qué la estamos perdiendo?
Los egoísmos, los pasotismos, los individualismos... todo aquel o aquello que desuna, son los cimientos en los que se apoya el perverso y el lugar donde el perverso adquiere todo su poder. Poder con el que nos esclaviza.
Comencemos por saludarnos amablemente. Luego vendrá la conversación y después la comunicación vecinal, hasta poder llegar a la amistad. Y todo ello con algo tan fácil como saludar amablemente. Pasar de vecino a amigo o conocido, pero nunca, jamás ser un desconocido.
La triste y amarga soledad desaparecerá, como la gran mayoría de los problemas.
De la comunicación nace la amistad y el cariño. Y de ambos, las soluciones a todos los problemas.
En estos momentos, no creo que nadie dude de lo mal que lo estamos pasando, y sólo por una sencilla y fácil razón: no hay una mayoría honesta que influya con su comportamiento en la sociedad dando y repartiendo la felicidad y la libertad de la que somos plenos propietarios, y para la que hemos nacido.
La informática es el gran progreso de la técnica, que ha implementado la información y la comunicación. Pero aún no ha producido la revolución necesaria.
La globalización es fruto de la informática. Ayudará en la revolución.
Porque el mundo no sólo necesita un cambio drástico, sino una revolución. Por supuesto, mediante comportamientos honestos, nunca cruenta.
Tenemos que comenzar por preguntarnos: ¿Qué existe de la honesta comunicación, de la participación personal y de la libertad compartida? ¿Qué existe de ellos, como elementos necesarios para la felicidad y, por supuesto, para la libertad?
Cuanto mayor es la concentración de la población en las ciudades, mayor suele ser la desconexión y la relación interpersonales. Esto, es una contradicción. En los pueblos, con pocas personas, se conocen todos, y todos se ayudan. Hay una relación de vecindad, de amistad y solidaridad que les haces sentirse felices y seres humanos.
Los seres humanos somos sociables por naturaleza, y lo dejamos de ser por falta de educación y por la falta de convivencia solidaria.
El amor y la libertad -valores imprescindibles para la buena convivencia, la felicidad y para el aumento de la libertad – sólo se viven por la comunicación honesta y educada.
¿Qué debemos hacer para llegar a esa necesaria mayoría honesta?
No conozco otros medios que la educación, la ética y la participación.
¿Nos damos cuenta de lo corta que es la vida y de lo maravillosa que es?
¿Cómo podemos no ver y estar tan ciegos? (No quiero ser esclavo y lo soy).
¡La vida tan corta tiene un valor incalculable! Somos únicos e irrepetibles y nos estamos perdiendo la felicidad que, compartida, es doble.
¿Por qué la estamos perdiendo?
Los egoísmos, los pasotismos, los individualismos... todo aquel o aquello que desuna, son los cimientos en los que se apoya el perverso y el lugar donde el perverso adquiere todo su poder. Poder con el que nos esclaviza.
Comencemos por saludarnos amablemente. Luego vendrá la conversación y después la comunicación vecinal, hasta poder llegar a la amistad. Y todo ello con algo tan fácil como saludar amablemente. Pasar de vecino a amigo o conocido, pero nunca, jamás ser un desconocido.
La triste y amarga soledad desaparecerá, como la gran mayoría de los problemas.
De la comunicación nace la amistad y el cariño. Y de ambos, las soluciones a todos los problemas.
En estos momentos, no creo que nadie dude de lo mal que lo estamos pasando, y sólo por una sencilla y fácil razón: no hay una mayoría honesta que influya con su comportamiento en la sociedad dando y repartiendo la felicidad y la libertad de la que somos plenos propietarios, y para la que hemos nacido.
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