Tonto el último
Por Esteban G. Santana Cabrera |
El otro día me ocurrió un hecho que viene a ilustrar lo que en buena parte
está pasando en nuestra sociedad, y les cuento. Estaba esperando pacientemente
en unos aparcamientos de una playa sureña por si salía algún vehículo. En esto
que, cansado de esperar sentado en el coche, me levanto para estirar las
piernas y...¡un coche que sale! “Salgo por patas” a poner el coche en marcha
para aparcar y en eso que llega un vehículo que se pone delante del mío,
bloqueándomelo. Me bajo del coche y le digo a una señorita bien parecida y con
aspecto de “chica bien”: “señorita llevo
un rato esperando y usted acaba de llegar” y me dijo: “esto
es así”, me puse delante y el sitio
es mío”.
Me quedé casi sin palabras porque esperaba que tuviera en cuenta que había
más gente esperando, no solo yo. Lo que me salió del alma decirle en ese
momento de confusión fue: “Tonto el
último no?”, "así va el mundo,
cada uno preocupándose de salvar su culo sin importarle que para ello tenga que
escachar a otro". Ella ni se inmutó después de mi frase entre
moralista y cabreante.
Pero como la vida te da lecciones tarde o temprano, a ella se la dio al
instante, cuando se disponía a aparcar después de haberse librado de un “memo”
como yo. Un “listo” que había llegado
más tarde le pagó con su misma moneda y la dejó con su gozo en un pozo. Pero no
terminó ahí la lección de esta conductora egoísta, ya que en lo que ella estaba
tratando de meter el coche donde no la dejaron, no sé si de malos modos, sale
otro vehículo que, ahora sí que lo pillé, sin que viniera nadie como la
susodicha. Cuando pasa delante de mi coche ya aparcadito le levanto la mano
diciéndole adiós y ella bajó la cabeza y se fue quemando ruedas, no sé si
pensando “tierra trágame”.
Y en el trayecto a la playa, cargado de bolsos, nevera y sombrilla me vinieron
a la mente aquellos tiempos en que la gente compartía lo que tenía, donde se le
cedía a los mayores el asiento en la guagua y donde había unas mínimas leyes de
urbanidad. La sociedad actual individualista, que fomenta el que la gente se
relacione lo menos posible de manera personal y más virtual, lleva aparejada el
lema "mientras no vaya conmigo no me preocupa". Y esto ocurre con la
educación, con la sanidad, con el paro, con los desahucios, con los problemas
en los barrios, con la participación ciudadana, con las normas de urbanidad, etc,
etc.
Cientos de miles de personas se movilizaron tras el ascenso de la UD a
Primera División. Nadie les convocó, pero de manera espontanea se congregaron
en torno a la Plaza de la Victoria para felicitar al equipillo. Y me parece
bien no, lo siguiente. Pero ¿por qué no nos movilizamos cuando surgen problemas
sociales vitales para muchos ciudadanos? ¿por qué la gente no participa en las
asociaciones de vecinos, en las juntas de distrito o en los plenos municipales?
¿por qué no nos movemos cuando salen a la calle los empleados sanitarios
reivindicando mejoras, cuando es algo que tarde o temprano vamos a tener que
utilizar algún día? ¿Por qué no nos movemos cuando vemos que nuestros colegios
no funcionan y parecen más un reformatorio que una escuela?
Muchos ejemplos podría poner, pero desgraciadamente como dice un buen amigo mío
“la vida es así” y “dando pataletas no vas a conseguir nada”. Claro, con
mentalidades como la de mi amigo, en poco tiempo tendremos una sociedad egoísta,
fácilmente manipulable, dividida, interesada y sobre todo individualista. Pero
yo no me conformo. ¿y ustedes?
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