Todos vivimos de la vida de nuestros hermanos, de la vida de los demás
Por Luis C. García Correa |
Vivimos de la vida de nuestros hermanos y, algunas veces, parece que les consideramos, peyorativamente hablando, como primos.
Nadie es absolutamente autónomo e independiente de los demás.
Somos y vivimos necesitando, imperiosamente, del concurso y de la ayuda de los demás.
No ayudar a los demás es un pecado personal y social.
La interdependencia que todos tenemos tiene mucho más valor que el económico y no se puede pagar con dinero. Esa necesidad de los demás, y los demás de nosotros, no se retribuye ni se paga con dinero.
El dinero es un medio pero no un fin, y quien lo tergiversa y lo convierte en un fin camina, certero, a la desgracia de amar el dinero y de necesitar tener mucho dinero, lo que le produce una ansiedad que va en aumento y termina por dominarle. Entonces nos olvidamos de los demás y somos unos esclavos de ese dinero, y por ese dinero, al mismo tiempo, oprimimos.
El rico dominado por el dinero es una persona equivocada, pero siempre digna de compasión, como todo ser humano, y debemos pedir por ellas y por ellos. Son personas que no pueden vivir la amistad, el consuelo, la alegría ni la plena felicidad, porque el dinero atenaza y asfixia, y para respirar necesitan ganar más dinero, y así hasta la muerte que es el final más real y verdadero. A esa muerte que les llegará se enfrentan con desesperación al ver que no se pueden llevar nada, absolutamente nada, a la otra vida de todo lo que en esta vida les ha dominado: han dedicado su vida y sus ilusiones y esfuerzo a no sé qué otras cosas vinculadas al dinero o que tienen la riqueza como fin.
Quizá cometamos el grave error de no considerar y agradecer la ayuda de los demás, de lo mucho que recibimos de ellos a diario o de forma esporádica, y no les expresamos nuestro agradecimiento.
Tratemos de corresponder y agradecer los beneficios, ayudas y demás buenas obras que nos hacen los demás y seamos conscientes de que los necesitamos para nuestra felicidad.
Vivimos con y de la vida de nuestros hermanos, esperemos darnos cuenta y tratar de corresponder con agradecimiento y por honestidad.
Nadie vive sin necesitar la ayuda de los demás. Ni los demás sin nuestra ayuda.
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