¡Mi municipio querido!
Por Antonio Domínguez |
Hieren, dañan y ultradañan y así seguirán todos y cada uno de ellos
durante los años que la injusticia les permitan hacerlo –y ya van ochenta–,
reventando toda posibilidad de justicia que les sea adversa y sin despeinarse;
es decir, sin que haya un solo tribunal que se atreva a meter las narices en el
asunto. Así es como funcionan.
Se habla demasiado de honestidad, felicidad, libertad, respeto y “de
valores en general”. Lo que hay que responder a estos conceptos uno por uno es:
¿fue honesto “el glorioso alzamiento por la gracia de Dios”? ¡¡NO!!. ¿Se
respetó la felicidad de los sanlorencinos pirateandoles su presupuesto? ¡¡NO!!.
¿Se tuvo en cuenta su libertad de seguir gestionando su municipio de cientos de
años de existencia ¡¡NO!!. ¿Se respetó reverencialmente su dignidad, autonomía,
identidad, soberanía, entidad independiente, archivos civiles, y los del cura;
desaparecidos en mayor cuantía? ¡¡NO!!. A los que hablan de realidad ¿no fue
esto de la mas violenta realidad? ¡¡SÍ!! ¿Es todo ello un invento mío? ¡¡NO!!…
Anímese y diga algo claro en contrario ¡¡ilústrenos con sus definitivas
verdades!! ¿SÍ?, ¿NO?. ¿Pasará a dar
respuestas o perseverará en panegíricos curia de gran valor solo en misiones de
adoctrinamiento en el África negra, La India, la lacerada América del Sur etc.?
Y es que lo que suele decirse es que el PP es corrupto, pero yo más bien
afirmo que el PP nació en el país más corrupto del primer mundo, en el que no
se salvan ni curas, ni monjas ni chicas del servicio. ¡Ni siquiera yo!
Porque nuestro endeble país está completamente podrido. Los ultrapopulistas, de
hecho, no son solo los chicos de Blas Piñar o los de No Pudimos, sino
también los dictadores, aquellos cuyos mandatos duran aun tras su muerte y
generan consecuencias durante cien años o más, por mucho que luego se intente
reparar sus destrozos.
Porque aquí la democracia lleva sus buenos cuarenta años haciendo muy poco,
a pesar de que al sustrato franquista de España todavía le quedan al menos
sesenta para claudicar y doblar su fuerte brazo. Ese tiempo podría reducirse en
cuestión de segundos si alguien se dignara a tirar todas las leyes a la basura,
forjara otras nuevas y, por extensión, se ocupara de hacerlas cumplir bajo
amenaza de duros castigos o, siendo coloquiales, dando leña; y aunque haya que
destituir a quien sea necesario para conseguirlo.
A un chico llamado …, se le ocurrió en cierta ocasión la idea de
concedernos una tenencia a la alcaldía. Esto me recuerda al chiste del blanco
desgarbado que ofreció güisqui de garrafón a un indio, recibiendo por toda
respuesta lo siguiente: «yo ya no querer agua de fuego, yo querer
SEAT Toledo 1900 cupé». Nosotros hemos aprendido del indio, así que no: no
queremos ninguna «tenencia a la alcaldía». Lo que queremos es nuestro
presupuesto. Y le advierto desde ya a tan «generoso» señor que, si vuelve a
tener otra ocurrencia como esa, le diré con que tontos serán los de su
pueblo... Y tal vez …
En cualquier caso, y para no andarnos con más rodeos de los necesarios,
quede claro que todo lo que aquí se dice, así como cuanto queda por decir, se
orienta a la cruzada de siempre: la de recuperar nuestro Excelentísimo
Ayuntamiento de San Lorenzo de Tamaraceite.
Nuestra frustración es muy sencilla de entender si atendemos a la
siguiente fórmula: Vergüenza = robo = saqueo = asalto, irrupción, allanamiento
y, en definitiva, toma por la fuerza del botín, que no es otro que el
mencionado y excelente Ayuntamiento.
Nuestra obligación no es ser conmiserativos ni hacer gala de una empatía
que no tiene cabida en este caso, sino señalar la vergüenza y, paradójicamente,
el atrevimiento de la desvergüenza, un cinismo sin parangón; porque nuestro
honor fue pisoteado con el ultraje y a nuestra cabeza se le puso un precio. Y
aun así, nuestra deshonra está todavía a la espera de ser un trámite admitido.
¡Viva la Gran Canaria de los vencedores!
Y gracias a la iglesia que sabe que sus feligreses se dividen en dos; y no
precisamente Cáceres y Badajoz, sino en incondicionales fieles y en los que van
obligados a la misa por su padre. Así el asunto lo han dirimido mandando a
darse la paz a gente que medio se odian. Que ni siquiera se lavan las manos; se
ve inmersa “en esa cosa” socorrida por sonatina de órgano, cantiga de sorchante
monaguillo jefe, y puntuales pequeñas gestas, formas expelidas por el cura. Se
embruja de tal manera el ambiente, que, cuando te vienes a enterar has
estrechado manos chorreantes de sudor, o, a un elemento, que lo mejor que le
has caído siempre es: garrafalmente mal. Así van alienando al ganado de ovejas
y corderos como ellos mismos nos tienen catalogados. Pues resulta que el bonito y fraternal ritual
de ofrecernos mutuamente la paz no fue sino un invento, una orden política dada
por el poder, aceptada por las iglesias para encorsetar a los vencidos en la
camisa de fuerza, cosida por los vencedores;
y aun con todo, predica a viva voz que está del lado de los pobres ¡y
los pobres aumentan por miríadas cada día!. ¡Échele gofio!
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