¿VOVER LA VISTA PARA OTRO LADO? ¡¡¡IMPOSIBLE!!!.
Por Antonio Domínguez |
Todos somos
responsables de lo que sabemos, de lo que ignoramos y de lo que fingimos
ignorar, especialmente de eso último. Es un inicio un poco contundente, pero
creo necesario incidir en el caso de la injusticia cometida con el
Excelentísimo Ayuntamiento de San Lorenzo dando esa lección moral gratuita.
En cualquier
caso, si lo que pretenden ustedes es hacer creer al mundo que lo que ya ha sido
en realidad nunca ha sido, lo único que conseguirán es potenciar esa tendencia
hacia la futura pérdida del lenguaje de la realidad y de la ley, fomentando así
la proliferación de auténticos analfabetos funcionales e incluso emocionales.
También están causando con ello la infrautilización de la sociedad, que, si
bien llegados a este punto es idéntica en las acciones de los dos
ayuntamientos, en el de ustedes más, pues ya da claras muestras de ser incapaz
de retener lo que no es suyo. El nuestro, sin embargo, y por ende nuestra
sociedad, todavía tiene que reencontrarse con –y disfrutar de– aquello que le
pertenece.
Seguiré con mi
alegato porque es, a todas luces, necesario: no asesinen a la Historia, señores
de abajo, llevándose además por delante a la Libertad. Porque sí, la muerte de
la una supone indefectiblemente la muerte de la otra, y nadie les ha dado
derecho a maltratar estos dos conceptos sagrados y capitales para la
convivencia, a convertirlos en un amasijo irreconocible, en nombre de la
legitimación de esta situación imposible que se han empeñado en crear y que
siguen sin querer corregir, demostrando así que no profesan ningún respeto a
nuestros sentimientos. Es una enfermedad, un veneno histórico, lo que emponzoña
a los señores de abajo y los conduce sin remedio a las “plataneras” –o al
cementerio, si queremos ser más precisos–, pues todavía les mata ese consabido
remordimiento; y ni sus historias inventadas, sus posturas recalcitrantes y
absurdas, tienen suficiente poder curativo como para salvarlos de sí mismos.
Y todos ellos,
todos los que han puesto el pie ahí abajo tras haber sido redactada la Carta
Magna, han querido embellecer esa ambición lujuriosa desmesurada con una
dimensión metafísica estúpida, la propia de los mediadores que quieren robar
incluso agradecimientos a Dios y al mismo Cielo. Porque lo que a ellos les va
es cogerlo todo por la fuerza, y, desde una posición tan elevada y espiritual,
no tiene sentido sentirse culpable. Desde allí, se endiosan y se apropian de
todo aquello que se les antoja cuando la situación es propicia, y se creen a
pies juntillas que el mundo se divide solo en dos bandos: ellos y todos los
demás seres, inservibles e inútiles. Por eso no es de extrañar que denigren y
desprecien la historia hasta ese punto, porque saben que conocerla tiene el
mismo poder de una promesa: la promesa de escapar, algún día, de ese mundo
viejo y corrompido, y volar al fin hacia el horizonte de la verdad al que
debería viajar cualquier ser humano que no tenga tripas en vez de cerebro.
En resumen, el
clasismo es uno de los peores errores de la humanidad; y si se mezcla con esa
metafísica, esa justificación en lo divino, pueden suceder cosas terribles. No
lo parece, no se nota, pero las situaciones injustas tarde o temprano acaban
revelándose. A San Lorenzo le ocurrirá igual.
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