¿Cómo cruzar la vida?
Cada uno es único e irrepetible y nuestra vida es única y exclusiva. Nunca viviremos la vida de otra persona.
Una de las maravillas y grandezas de la vida es la unicidad, la irrepetibilidad de una persona.
Usted es único. No ha habido, no hay, ni habrá nadie como usted. Nunca jamás. Y lo mismo vale para todos nosotros. No hay “dobles”: nunca jamás.
¡Qué maravilla! ¡Ser único e irrepetible! ¡Y qué responsabilidad!
¿Nos damos cuenta del valor y de la responsabilidad que tenemos todos con nuestra vida, sus hechos y sus omisiones?
Tengo un secreto que necesito compartir con ustedes: mi unicidad la comparto con aquél de quien la he recibido: con Padre Dios. Él es a quien le pido que me dirija, me oriente, incremente mis valores de la humildad y del amor, y me ayude a ayudar.
¡Mi secreto es mi vivencia. Mi vivencia es mi creencia. Y mi creencia es Padre Dios!
Comprendo y quiero compartir con los no creyentes la dicha de tener fe, y les recomiendo, con toda sinceridad, honestidad y cariño, que busquen la fe.
¿Qué añadiría a los no creyentes? Que son únicos e irrepetibles, y que sus vidas están llenas de valores y de hechos que hacen que su vida sea una maravilla.
No tener fe es una pena. ¡Claro! La fe se pide. Con insistencia y perseverancia.
Mi fe llena los vacíos que tiene mi vida, me va creando, llenando y desarrollando, y yo también voy cooperando.
Ruego a Padre Dios nos bendiga, tanto a los no creyentes como a los creyentes.
¿Cómo cruzar la vida? Se puede y se debe cruzar con honestidad, humildad y amor. Y habremos conquistado el mundo y vivido con plena felicidad y en libertad.
¿Qué más podemos desear? Pues a seguir luchando.
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