¡Tamaraceite se vende!
Poco a poco vamos perdiendo nuestro territorio, y lo que es peor el arraigo de los que por aquí habitan. Poco les importa dónde viven, ni qué historia hay detrás de estas tierras, ni cómo era la vida por estos lares no hace mucho tiempo. La imagen que podemos ver ilustra claramente el sentir de nuestros vecinos, de los de siempre, que lloran al Tamaraceite de antes, rural, cercano, donde toda la gente se conocía, en el que la barbería o la tienda era el punto de encuentro y el lugar para ponerse al día de todo lo que acontecía a nuestro alrededor. Ni las redes sociales han podido suplir el volumen de información actualizada que daba de sí nuestro distrito y que personajes de nuestro pueblo como Murillo se encargaban de compartir, como mismo hacemos ahora desde casa sentados en el sillón, pero en esos tiempos en vivo y en directo, cara a cara.
Ya la gente no siente salir a la calle, a la tienda, a la parroquia, al campo de fútbol o a la peluquería, hay un sentimiento de querer salir de aquí a toda costa y que parece que no hay quién le ponga remedio, ni proyecto participativo ni actividad participativa en la que los propios vecinos sean los protagonistas.
Tamaraceite se vende y con ella se vende nuestra historia, nuestros sentimientos, nuestra identidad de pueblo para convertirla en barrio dormitorio y ahora comercial, donde el coche es el protagonista principal y casi único de esta película. Todo en función del coche y no del peatón o lo que es lo mismo, de la persona. ¡Tendremos que ir cambiando el chip!
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