Hablemos del amor

Por Antonio Domínguez
Hablemos del amor, que no tiene nada que ver con ese que se prodiga infinitamente y que entra en “el movimiento continuo” hasta la llegada al cielo; y en efecto: promulgado por todas las religiones, que aquí, en este amor terreno que voy a describir no tienen valor ninguno otras proposiciones (no tienen valor para satisfacerse físicamente). La santidad. Honestidad. Lucha contra el pecado. La perfección. Amar si esperar a cambio. La santificación de las relaciones humanas. Las cumbres a alcanzar, plenas y felices; son paparruchas en comparación del gusto que tiene el hombre por la carne ¡¡y a la mujer también le gusta; que incluso añora la vegetariana!!. 
El amor no es conocimiento, y menos pensamiento del conocimiento. Al estar inmerso en la mecánica cerebral ¿a quién se lo endosamos?  Yo creo que engorda al pensamiento genuino prevaleciendo en él, porque, parafraseando a Arturo (Schopenhauer) preciso es que admitamos que el amor en la especie, orientado a la estatificación y prolongación de la vida humana, no se trata solo de adaptación física (acople cópula, coito) sino que la voluntad del individuo excitada por las concordancias, tiene valor decisivo la principal y especialísima vocación de la mujer y su inteligencia concluyente en el asunto de, con quien se multiplica Así lo ve Arturo). La correlación especial de la inteligencia de la mujer con la especie, tienen entre sí una coherente reciprocidad especial con la vida. Aun siendo tan inconmensurable el cerebro primigenio, base, de la mujer (si ÉL lo dijo yo no lo dudo) lo ve Arturo como un misterio, yo digo que no es tal, porque se lleva a cavo el caso mas intelectual de naturaleza y voluntad. En cuanto a la inteligencia mayormente de la especie, aportada por la mujer; ¡es! El pensamiento genuino; en este caso el cuerpo obra conforme a su tendencia marcada de antemano por ese soberano oculto; el que es y no es; el que obedece sin comprender el río de engendros, (genes) que les delata. Y en cuanto a la voluntad debemos sospechar que es del pensamiento genuino; como hemos estudiado en otros artículos aquí mismo tiene su voluntad especial, ya ahora en este caso por parte de ambos padres.
Puesto que el amor no está poseído de la popular voluntad del conocimiento; es por lo que establecemos que hay diferentes tipos de voluntades (si hemos de darle una voluntad al amor posiblemente en distintos repliegues del cerebro. Es posible que puedan vivir juntas, que como voluntades son idénticas, pero nada tiene que ver la voluntad fina, bien construida del pensamiento genuino, que es indeterminada, con la ramplona y determinada voluntad del pensamiento del conocimiento y la razón. La ciencia va tirando con términos absolutos, metiendo todo en mismo saco como la propia voluntad; hasta que llegue uno o una que haga diferentes acotaciones totalmente imprescindibles (aunque debería haber sido ¡ya!, está lejano).
Este es un planteamiento esquelético, esquemático: un ligero soplo racional, por hacer chiquitito este divertimento; necesariamente se dan por sabidas muchas cosas. Es por lo que no importa que no se entienda; el entenderlo no le bajará de peso, ni por ello, perderá ningún titulo de los que seguramente tiene. Sí importa lo que se piensa y hasta lo que e dice con las orejas muy calientes en las que nos arden los ininteligibles pretenciosos. Perjudica mucho dar nombre de basura en general (por mucha razón que se tenga) a lo que se lee, ya entonces nada nos servirá. Para el estercolero irá todo y quedaremos solos en el desierto de nuestras limitadas redes neuronales; tendremos la sin par desgracia de ningunear lo escuchado, porque lo dijo un albañil o barbero. ¡¡Que caos de torpeza por elevada simpleza!! Que es mas simple cuando se eleva y se hace mas planetaria: mejor se ve de lejos. Callo ya. ¡Cuánto me queda que decir de mofas befas escarnios pitorreos y coñas que es de lo que se trata en esta isla que se vende como seria, auténtica y afortunada. Los asuntos de sustancia quedan para los científicos sustanciosos, natural y necesariamente.
Aquí quedaron señas de lo que es el amor, y de lo que es el desamor también.  

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