Repito: "Los nombres de las calles para nuestra gente"

Por Esteban G. Santana Cabrera
Llevamos muchos años reivindicando en Tamaraceite que los nombres de nuestras calles deben ser para nuestra gente, para los lugares que marcaron nuestro pasado. Me encantaría pasear por mi pueblo y hacerlo por las calles Agustín Murillo, Don Ignacio Domínguez, Antonio El Padrino, Santiago el Cantaor, Benjamín Saavedra, Mariquita Serapita, Chona la negra, Don Félix el practicante, Alcalde Don Juan Machado, Manuel Cabrera “Macriver”, Don Manuel Balbuena, Don Vicente Artiles o la de Chanito el Cojo! ¡Cómo me gustaría que los nombres de la gente "importante" de nuestro Tamaraceite no quedaran en el olvido! Hace unos años ya que hablaba con un técnico del Ayuntamiento y me decía que los nombres de las calles las podían proponer los naturales de allí y así no tener que dejarlo en mano de "desconocidos". No me consta que desde la Junta de Distrito se haya llevado alguna propuesta, salvo la del Corredor Verde con el nombre de Luis García Correa, a la Comisión de Pleno de Organización, Funcionamiento y Régimen General, la que decide qué nombre poner a cada calle, donde seguramente no hay nadie de Tamaraceite. Tanto que criticamos a la Junta de Distrito que si no es "rentable" o lo que es lo mismo, que no sirve para nada. Para esto sí que puede ser una herramienta increíble. Sugeriría a esta Comisión que se dedique, aunque sea, a buscar nombres para que la historia de Tamaraceite quede grabada en la lápida de los edificios que nos contruirán dentro de poco tiempo en Tamaraceite Sur, o al menos eso se espera. Ya que esto es una realidad, aunque nos pese a muchos, ésta podría ser la oportunidad para reconocer a diversos personajes que ha tenido nuestro pueblo de Tamaraceite y puedan tener una calle que los reconozca. 

Recientemente ha fallecido en nuestro pueblo de Tamaraceite, nuestro vecino y querido médico Don Aurelio Gutiérrez Brito. Un profesional que llegó aquí a finales de los años 50 recién acabada su carrera y al que no abandonó nunca. Aquí se asentó y aquí sintió la hospitalidad de los tamaraceiteros. Llegó en tiempos de Don Ignacio Domínguez como párroco, que acogió al joven médico y a su esposa a la que presentó a muchas familias del pueblo, iniciando su gran amistad con Don Vicente Artiles y Antonio Juan Suárez. Tal fue su agradecimiento a Don Ignacio que le puso su nombre a uno de sus hijos. Don Aurelio recibió varios reconocimientos, uno de los más importantes fue la disminución de la mortalidad infantil en el Tamaraceite de aquellos años cambiando simplemente los hábitos alimentarios. Pero además era un ejemplo para sus vecinos porque cuando llegaron las vacunas, en una época en que la gente era reticente a vacunarse porque no tenían conciencia de lo beneficioso que eran para erradicar enfermedades de la época como la viruela o la tuberculosis, llevaba su familia a la consulta, los ponía en cola como al resto, para que se vacunaran, y así la gente se animara a hacerlo con sus hijos. Pero fue un hombre implicado también a nivel social con la UD Tamaraceite de la época dorada de los 60 y 70, teniendo un reconocimiento del mismísimo alcalde de la época Don Juan Rodríguez Doreste.

Es de justicia que Tamaraceite lleve en una de sus calles el nombre de Don Aurelio y sea recordado para siempre en nuestro callejero. Mercedes Sanz, Concejal del Distrito Tamaraceite San Lorenzo Tenoya ha acogido con cariño esta propuesta y ya ha realizado la propuesta a la Comisión de Cultura responsable, como así lo ha realizado con la nominación del Corredor Verde Luis García Correa.
Qué ilusión nos haría pasear por las calles de Tamaraceite y recordar en nuestros paseos a tantas y tantas personas y grupos sencillos que llevaron Tamaraceite siempre en el corazón. Tenemos una oportunidad estupenda para que, como ha ocurrido de aquí para atrás, los lugares de nuestras calles no los ocupen nombres de "fuera", porque aquí los hay de sobra. ¿Tan difícil es?

Comentarios

Antonio Domínguez Herrera ha dicho que…
wABUNDANCIA RESPECTO DEL CALLEJERO.
Esteban, mi muy distinguido amigo, desde luego ¡¡¡Hay que joderse!!! Ante la realidad para espantarse. Los invasores de nuestro municipio no le ponen una calle al gran benefactor Don Ignacio Domínguez, porque nuestro presupuesto que nos corresponde como MUNICIPIO DE SAN LORENZO lo usan los de abajo para sus chuches y gastos suntuarios para vivir como curas.
No tenerle calle a este hombre que se quitaba la comida de la boca, es un escándalo, que no mereciéndola mas por cura, sacerdote o párroco, porque todas esas acepciones están trasnochadas, y tan pasadas de moda que ni caso se les hace; sí AL HUMANITARIO BENEFACTOR IGNACIO DOMÍNGUEZ que así mismo debería figurar graficado en su placa. Los demás hombres que nombras Esteban, son las personas mas importantes del pueblo; porque han tenido que decir siempre sí guana; por haber tomado café de cebada amargo; por salir de madrugada caminando al trabajo, en invierno, con ropillas desgastadas y desnutridos, y por lo mismo con miedo pernicioso al guardia, al de la tienda, al maestro, al cura, al practicante, a los alcahuetes, a los mayordomos, a los encargados, al chofer de la guagua, a fulanito de tal, Don; a menganito de cual, también Don, y, etc.
Primero Don Ignacio y después el pobrerío que dignifica a nuestro pueblo, de pobres, que para vivir se fustigaron ellos personalmente (merecen primero una calle), sin flagelar a otro para él vivir acomodado, que no merecen nunca una calle.
Desde el municipio invasor te dirá oh Esteban, a todo, que sí. Se meterán en las décadas mande quien mande en esos abájales ¿porqué? Porque ellos nos robaron nuestro municipio, no para favorecernos a nosotros sino para tener el presupuesto de dos municipios “para comer bien, vestir y calzar de lo mejor, mientras nosotros prevalecemos ayunos, desnudos y descalzos”.
Don Ignacio fue bueno para nosotros. Entregado a nuestras necesidades, en vela por nuestras desgracias. Siempre se conchabó por el bien de nuestros intereses. Atesoraba humanidad cohesionada que derrochaba en el hermanamiento de servicio absoluto, e irradiaba prodigiosa solidaridad y bondad; como hombre al mil por cien, sin tener necesidad de echar mano a su sacerdocio o preparación religiosa, que, en nada mejoraría su hombría, grande, a imitación de Cristo.
Ni a este le ha hecho caso el invasor. Si queremos glorificar lo nuestro: seguir insistiendo en que se nos devuelva lo nuestro. Lo demás Esteban, mi muy distinguido amigo, es,: predicar en un desierto/ majar en un hierro frio/ y hacerle una paja a un muerto/es tiempo perdido y tan inútil como pedir a una desafortunada concejala echada a los leones sin un duro para invertir en un municipio que, desde el año 39 está para ser ordeñado, engañado y burlado por una historia ajena a su historia. Parece mentira a lo que se somete el libertario Podemos por tocar cacho.

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