A las buenas personas
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Por Luis C. G arcía Correa |
Se ha usado, y espero que se siga usando, la frase de “es una buena persona”, al referirse a alguien honesto, leal, fiel y educado.
Hay muchas, pero muchas buenas personas, que pasan desapercibidas, en especial por el aislamiento que hoy existe en las personas menores de edad, en las de edad mediana, y en los mayores y hasta en viejos y ancianos. Es un asilamiento provocado o al menos muy potenciado por la constante y arrolladora sumisión al móvil -a toda hora y en todo momento- estando sujetos a una esclavitud aberrante, que no da tiempo para nada más, que no da tiempo para ocuparse de la gente.
Vivir sometido a un aparato no lo entiendo salvo que sea algo enfermizo. Es de una malísima educación (hay quienes están juntos y con seres queridos, y cada uno con su móvil como si los demás no existieran).
La esclavitud no solo es al móvil y al ordenador, es al coche, a la moda… es imitar y copiar con avidez y desesperación, es ser un esclavo, y encima con agradecimiento al que nos somete. En definitiva esclavos al servicio de los poderes perversos, y de los grandes agentes que crean consumidores del último grito en moda (a veces realmente el último aullido en usos sociales).
Los poderes perversos son esos dueños de poder y dinero, que nos han convencido y convertido en esclavos, para que hagamos lo que a ellos les produce dinero y poder.
Nunca he oído decir que alguien está sometido, es un adicto o esclavo del aire. Porque no somos esclavos, sino que necesitamos el aire para poder vivir como algo natural.
Se es esclavo si se es adicto y sometido a algo que no es necesario.
Las "buenas personas" son aquellas que, entre otras virtudes, no están sometidas y no son esclavas de los poderes perversos.
Benditas y alabadas sean las buenas personas, de ellas nace, crece y se desarrolla el bien de forma natural.
La honestidad, la lealtad y la fidelidad son las virtudes cimiento de la perfección humana. En la medida que tenemos esas virtudes y las practicamos y compartimos, en esa misma medida nos enriquecemos todos, ellos y nosotros.
“¡Ser una buena persona es dar lo que se tiene por amor, tratando de ayudar, y lo consiguen cuando reparten el bien y la felicidad, que son el cimiento de la bondad y de la libertad!”
Las buenas personas son necesarias para que haya felicidad y libertad.
En las buenas personas se fundamenta el bien personal y social.
Las buenas personas son la gloria de la vida terrenal.
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