Aquí no hay quien viva
Por Esteban G. Santana Cabrera |
Hace dos meses ya de las pasadas elecciones municipales y parece que las cosas andan, si no peor, al menos igual que antes en lo que a limpieza y seguridad nos referimos. Este mal que denuncian cientos de ciudadanos de toda la ciudad a través de las redes sociales es una realidad que podemos ver con nuestros propios ojos si paseamos por cualquier barrio capitalino, e incluso en el propio centro de la ciudad.
A esto hay que añadirle, que según las calles, unas están más limpias y recogidas que otras. O lo que es lo mismo, parece que se limpia con el lema “lo que la suegra ve”. Por ejemplo, en Tamaraceite, mi barrio, se limpia por zonas. Hay calles por las que pasan dos operarios de lunes a viernes, y otras por donde pasan “de vez en cuando”, y si me apuran, ni una vez a la semana. Y me parece lógico, porque la ciudad ha crecido y los operarios no son suficientes, y “con estos mimbres...”, tampoco van a hacer milagros.
Pero, si me permiten, quiero centrarme en lo que veo, conozco y pateo diariamente y es el barrio de Tamaraceite, y discúlpenme el resto de barrios del distrito que sé que “lo están pasando canutas” con el tema de la limpieza. Concretamente en Tamaraceite Sur, se limpian los aparcamientos diariamente y por el contrario, el “único carril bici del distrito” que limita con el recientemente inaugurado Bosque de la Dehesa, está abandonado a la buena de Dios. Si se dan una vuelta por allí, desde el Bosque de la Dehesa hasta el Lagartario, limitando con el Barranco de Tamaraceite, el paseo es de “hediondo” para arriba en lo que a calificativos despectivos podamos decir. Por allí, entre importantes colonias de lagartos gigantes de Gran canaria, especie protegida, hay plásticos, escombros, restos de botellones, parachoques, plasmas y todo lo que podamos imaginarnos. Y esto lleva así meses. Patético. Sobre todo si lo comparamos con la acera de enfrente, los alrededores de los grandes centros comerciales, donde pasan los servicios de limpieza a diario y lo que haga falta para que la zona esté limpia. Como debe ser. Y con esto no quiero decir que no se limpien estos espacios, pero también habría que levantar los ojos para otro lado, ya que justo enfrente no se hace nada.
En el casco histórico del barrio también la limpieza va por zonas. No es lo mismo vivir en la Cruz del Ovejero que en la Carretera General, o en la Montañeta, donde el fin de semana no pasa ni el camión de la basura y donde, por ejemplo, los alrededores de la Plaza de Don Ceferino Hernández están que dan pena.
Y a todo este problema le sumamos el de los “okupas” que se han metido en las viviendas del PatronatoFrancisco Franco,que no terminan de derribar, y que originan muchísimos problemas de convivencia entre los pocos vecinos que continúan allí como propietarios. La falta de higiene y salubridad son considerables y solo ha entrado una patrulla de Limpieza en este último mes a instancia de la recién creada asociación de vecinos del barrio. Y es que además algunos de estos okupas se dedican a vaciar los contenedores a toda hora, dejando un espectáculo lamentable en nuestras calles.
¿Pero tan difícil es planificar un Plan de Limpieza en los barrios? ¿Dónde están los inspectores de Limpieza de antaño que velaban para que la gente no ensuciara y encima que si te veían echando agua en la calle te multaban? ¿Por qué no llega el baldeo a Tamaraceite? ¿Cuándo van a desocupar a todas esas personas que se han metido de manera ilegal en los Bloques y están desencadenando problemas de convivencia? ¿Dónde está la Policía de Barrio?
Estamos hartos de seguir siendo un barrio de segunda, e incluso, dentro del mismo barrio que haya calles de primera y calles de segunda. No se puede intervenir en lo que “la suegra ve”, hay que abrir los ojos, coordinarse con los vecinos, escucharles y atender sus demandas y no hartarlos hasta aburrirlos y aguantarse porque no queda otra.
Yo no pierdo la esperanza de que las cosas algún día volverán a ser como hace años, las calles limpias, los guardias patrullando y regalándole a los niños un caramelo, la gente paseando por nuestras calles, los niños acudiendo a la plaza a jugar o encontrarse con sus amigos, etc. Estoy deseando pasear por el Camino Viejo sin basuras y poder llegar a San Lorenzo con algún banquito y sombra donde poder descansar. Poder disfrutar de las Charcas de San Lorenzo, de sus aves, de la flora y de la fauna. Continuamos esperando por el Corredor Verde, que era la gran compensación que iba a tener Tamaraceite por perder todo el terreno agrícola donde están los centros comerciales, y un kilómetro del camino real (Camino Viejo) que unía desde época histórica Tamaraceite con San Lorenzo y Teror. El Corredor Verde es el eterno engaño desde hace varias legislaturas y en cambio solo hemos visto edificios, carreteras y centros comerciales.
No pierdo la esperanza.
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