Los abuelos y los nietos

Por: Luis C. García Correa y Gómez
Me han indicado que trate el tema de los abuelos y los nietos, y aunque es algo difícil para mí, no por ello dejaré de decir lo que sé y pueda.
Hoy hay una gran diferencia entre algunas formas de entender la educación y las ideas que me dieron a mí, aunque creo que los valores fundamentales son los mismos.
También la gran ventaja es que existe una tremenda, fácil y accesible información a todos los niveles.
Pero, por supuesto, también existe el inconveniente del mal uso que se puede hacer y la mala interpretación que se le pueda dar a esa información, si falta la educación y preparación o no se tiene la edad que permita juzgar lo más correctamente posible.
Creo que hay que tener en cuenta, sobre los medios de comunicación modernos, que son instrumentos, no son un fin, ni todo lo que dicen es correcto, como tampoco lo es todo lo que se ve.
Lo que no ha cambiado es que hay edades en los humanos y los comportamientos suelen repetirse y ser acordes a las mismas edades.
Uno de los ejemplos para mi muy significativos es lo que un niño le contestó a su padre cuando le dijo que lo castigaría por un mal comportamiento, y su hijo le respondió: si me castigas te denuncio.
Que cada persona juzgue lo dicho.
Ciertas informaciones que están recibiendo algunos jóvenes, a mi entender, no son acordes a sus edades pues les falta madurez para interpretarlas correctamente.
En internet se puede leer y ver de todo, pero todo en realidad, ya sea bueno, malo o regular, y con acceso directo para la juventud.
Y ¿En qué podemos ayudar los abuelos a nuestros nietos en estos momentos?
Por supuesto hay un comportamiento que siempre ha sido muy efectivo, y es intentar ser lo más consecuente con uno mismo y con las creencias, y demostrarlo con nuestros actos.
Dar ejemplo a los nietos con nuestro comportamiento. Si los abuelos somos consecuentes, eso sí se transmite. Después de afirmar algo o hacer alguna aseveración: que después de hablar nuestros actos correspondan a las palabras.
Hay valores eternos: el respeto a los demás, la honestidad, la corrección en el hablar y en el proceder, la amabilidad, el oír y pararse a escuchar al mismo tiempo, el pudor, la preocupación y, en especial, el amor al prójimo etc.
Esos valores morales o religiosos son y serán eternos.
Si practicamos esos valores eternos, para los que hoy nos rodean será pan comido captarlos, y entonces nuestros nietos verán y entenderán que tienen que ser educados en valores eternos, y los harán contemporáneos y actuales, porque se darán cuenta que no se puede vivir felizmente sin ellos.
Entenderán que sin normas de conducta, sin valores morales o religiosos, no puede haber una convivencia feliz ni hay desarrollo personal y colectivo.
Otro valor de enorme trascendencia es el religioso.
Quien ha sido educado en valores religiosos tiene ya un gran camino andado para poder vivir y repartir la felicidad, así como para enseñar y ayudar a sus nietos.
Aquí el ejemplo es vital.
En las creencias religiosas no basta con hablar de ellas, hay que demostrar con hechos que somos religiosos y actuamos en consecuencia, con las limitaciones humanas, como es lógico y natural, pero esas mismas limitaciones ayudan y cooperan a la comprensión de los nietos, cuando ven y oyen los errores de sus abuelos pero al mismo tiempo ven y oyen el deseo de hacer las cosas bien, y el arrepentimiento en el caso de equivocarse o fallar.
Creo que lo mejor que podemos hacer los abuelos a nuestros nietos, es quererles mucho y tratar de ser lo más consecuentes posible en nuestro modo de actuar y con nuestras palabras, en especial porque nosotros vivimos y actuamos con valores morales o religiosos.

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