Una síntesis de la amistad
Los conceptos, todos, han sido ya llevados a síntesis mil;
según quien los argumente, evoque, etc.
Yo no me voy a pasar por el tremendo sacrificio de la tesis y
antítesis (aunque en cierto modo lo que sigue es antitético de las tesis
conocidas) del concepto no-enemigo. Me sitúo ya en su síntesis porque hablar es
gratis (si como es el caso no se le ofende a nadie) y además solo dispongo de
un artículo para lo que haría falta un libraco.
Desde tiempos de los
que casi no queda memoria; desde la China de Confucio y más atrás, se cantaban
las excelencias del amigo y de la amistad; todo ello estaba muy bien en mundos
donde se viajaba a caballo durante días y meses en unión de los congéneres;
cuando se salía de caza durante lunas, en fin, cuando las actividades era
necesariamente colectivas. Hoy que aparentemente vivimos en colectividad, no es
tal esa colectivización, en el sentido de que el éxito de cualquier empresa
(ello en total amplio sentido de los negocios humanos) atañe a su solo dueño y
ha de bregar para que el esfuerzo individual de cada empleado se sume al resto
“colectivo” para tener éxito; por lo tanto hoy en la despegada “individualidad
a que todos aspiramos”, (en secreto desde lo más recóndito de nuestro ser) el
concepto de la amistad -que tiene ya miles de noches sin dormir- debe ser
revisado para rechazar la vejez de su estilo e ir a pensarlo y tratarlo desde
nuestra contemporaneidad más lúcida y no seguir utilizando engañados, algo como
la amistad -que como el Titanic- se
hundió hace muchísimo más tiempo que este buque. Entrando ya en las
disquisiciones que arriba “se recomiendan” empezamos por decir, que, nuestro
“amigo” no es la contestación a nuestras necesidades. Esa contestación la es de
nuestra esposa, nuestros padres, nuestros hermanos -y no siempre-; y por
supuesto de nuestra laboriosidad, parquedad en el gasto: que de la madera tan
torcida de que el hombre está hecho nunca será totalmente recto y habrá de
apoyarse cuando va cambando más, apuntalado en sus teneres, porque, cuando se
va a menos y se llega a nada, “es inútil que busque el desgraciado quien quiera
su dolor con él partir; sordo el mundo le deja abandonado sin aliviar su mísero
vivir“; entrado “allá” e instalándose en consecuencia, artificialmente, en las
postrimerías cuando se llega a estar viejo feo y pobre, ya se pueden meter en
mismo saco a amigos y deudos ambos inclusive: contumaces abandonadores de
obligaciones filiales, que fueron siempre ansiadas y esperadas y por lo mismo
más descorazonadoras y desengañadoras; mucho más dañinas -solo estas- que las
de la mentirosa, pueril desilusión de la amistad traicionada, entre los que
creen en ella. Es capital que los que no creemos en ella, jamás nos dará el
menor palo.
En los campos que dos amigos han sembrado con amor y cosechado
con agradecimiento, ha habido infinidad de casos en que uno ha cobrado la
cosecha y se ha llevado el dineríl montante, al completo, para la península y
¡ojos que te vieron ir por esas mares afuera!.
El amigo no es ni nuestra mesa ni nuestro hogar como se
pretende en las filosofías caducas: árabes, indias y chinas sin ir más lejos,
porque él es sujeto y la mesa y el hogar son objetos. Cuando nos aproximamos a
él con nuestra hambre y nuestra paz nos pasa lo que a uno en Agaete que le
dijeron: mira … paja pál burro no hay… Fefa tiene los calderos virados pá bajo…
si no te estas mucho, al risco llegas con el día.
Cuando el amigo revele su mente, échate a temblar, ten un
lugarcito para el “no” que va a parir de seguro tu amigo y guarda tu “sí” en lo
más recóndito de tu cerebro. Cuando esté silencioso y no cesa tu corazón de
escuchar el suyo, habrás de tener mucho cuidado porque ya esto es un
amaneramiento, por no usar el irrespetuoso termino mariconada. Cuando escuches
a los que dicen, que todas las esperanzas brotan en la amistad y son
compartidas con ese placer que no necesita palabras, advierte que ese es otro gran
amaneramiento; mucho más grande que la anterior, si cabe. Cuando te apartes de
tu amigo, frótate las manos de placer,
porque lo que en él más doblado y escondido está, quizá se vea más claro en su
ausencia; al igual que la montaña es más clara para el montañés contemplada
desde el llano. Permite que exista todo tipo de interés (o sea, como siempre ha
sido y nadie confiesa) en la amistad como medida profiláctica, a excepción de
cuando signifique y aspires a enterrarla tu hasta el espíritu, esto es, hasta
el alma.
El afecto que no busca más allá en propio beneficio, sino que
busca la revelación de su propio misterio, habla de desordenado conocimiento y
de un mal acierto. Es una red que se lanza hacia delante, con la que solamente
pescamos lo inútil. Si haces que lo mejor de ti sea para tu amigo, más grande
será el desengaño cuando te deje colgado. Si el quiere conocer el flujo de tu
marea, permítele que se largue con su flujo -que coja la chaqueta-. Los amigos
no son buenos -es lo mínimo que se puede decir de ellos- pero es tolerable
buscarles cuando se desea matar algo de tiempo. No le busques nunca cuando
tengas horas para vivir, te las arruinará, porque las suyas son para él y no
colmarán tu necesidad y muchísimo menos tu vacío. En la dureza de la amistad no
hallarás la risa honrada, ni aun la podrás participar en aquello que es
ingrato, pues, en el rocío de las cosas pequeñas, no encuentra el corazón el
frescor de la mañana; y la amistad es un negocio pequeñito y ruinoso, y “un
camino muy malo de conocer y si lo quieres saber sométete a peregrino”.
Solo un amigo puede entenderse con nuestra esposa, o nosotros
con la de él: como corresponde y es natural a la amistad, o sea, como amigos
también; ¡cuando no!, saca a plaza, a traición, conversaciones comprometedoras;
cosas que tiene difíciles el enemigo porque esta alejado y no -penetra- en
nuestro hogar. No quiero saber nada de amigos ni de enemigos. Me quedo en justo
medio, y mas cuando los no-enemigos que
son el mundo entero son todos míos; en el sentido de no “amigos” ni enemigos,
tantos, cuantos no me conozcan no podrán nunca ser “amigos” o enemigos míos. Ya
se, estoy casi seguro que no esta usted de acuerdo con esta forma ¿avanzada? de
mirar, si es así abandone el papel de fumar y tírele la mano desnuda, sin
miedo; la izquierda que es mano extraña. Que sea todo lo dicho de provecho y
valga la insolencia: “buena para tener enemigos, los que prefiero si fuera el
caso de no poder tener los millones de no-enemigos que de hecho tengo en todo
el planeta”.
Se le da aquí fuerza al concepto no-enemigo y es un trabajo de
pensamiento que espero le valoren no más allá de su pretensión, que es, el
entretenimiento.
Fíjense muy bien que amigos y enemigos son dos extremos y que
el centro neutro no-enemigos alcanza los
siete mil millones de humanos que tiene el planeta. ahora bien, el concepto
no-enemigos, no es una cuestión especial aun por importante que sea y su gran
cantidad de personas; sino la cuestión, aquella sin la cual, no puede haber
ninguna otra de este jaez. Esto es, que los amigos y enemigos no serían jamás
si no hubiera no-enemigos de donde extraerlos. No hay amigos para amigos; las
cañas se vuelven lanzas (Cervantes).
Antonio Domínguez Herrera
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