La Igualdad no sirve. La Libertad sí.
Por: Antonio Domínguez |
La LIBERTAD propiamente
dicha es una espontaneidad. Esta consiste en seguir el derecho natural propio
de un ser y en el caso de las personas consiste en seguir el movimiento que le
conduzca a su felicidad personal sin daño a terceros. Debemos estar abiertos a
cualquier posibilidad en el empeño de la liberación de las personas,
especialmente de la mujer el ser más vigilado del mundo. Si no sospechamos nada
de lo futuro y no intuimos que los cambios pueden llegar a ser asombrosos, no
estaremos partiendo de lo único y de lo poco que nuestra mente pueda atisbar
ahora. ¡¡Y si nos estamos auto-limitando de tal forma que difícilmente nos
podamos replantear el más mínimo cambio hacia lo distinto en destino!! Si
hubiéramos tenido la capacidad de ahora, hace mil años; de plantearnos, antes,
lo que ahora intuimos, estaríamos saboreando sin duda, resultados que solo
serán en demasiado tiempo más adelante.
Siempre me he reído del hombre promiscuo, mujeriego. Ante una mujer con
necesidades, un hombre solo, es absolutamente nada. Siempre me he reído en mi
interior de los individuos que declaran en público: “a mí me gustan mucho las
mujeres” y lo dicen en plural, como si fueran capaces de satisfacer a toda la
humanidad femenina, cuando tienen, como el más valiente, una sola mujer
enclaustrada en casa, que insatisfecha, (estoy seguro) los soporta. Incluso
cuando es relativamente frígida; que en tanto es un poco fogosa, saliéndose un
poquito de lo normal, busca a quien la atienda, aun a sabiendas del
extraordinario peligro que corren si son descubiertas. Se juegan la vida y casi
siempre la pierden a manos de ese “brioso acometedor“, a manos de ese marido
que tanto presume, que vilmente la asesina. Matándola (también por otros
¿motivos?), sin saberlo, como a su propio fracaso que jamás reconocerá, porque
no es dada al hombre esa clarividencia en este sentido del fracaso; que lo será
mayor cuanto más viva, porque será más viejo y podrá menos cosas devenidas del
vigor. La incapacidad e imposibilidad de prevalecer inhiesto indefinidamente,
que a todos los hombres nos ha quitado el sueño -y nos atormentó aún mas- desde
que nos hicieron contraer la responsabilidad de atender a una mujer en el
solitario matrimonio; sin la ayuda valiosísima; cosa que no ocurrió nunca en la
tribu donde las personas se favorecían; que es lo natural, porque el hombre
está medianamente preparado y bastante limitado en esa actividad concreta. ¡¡En
chiquito lío se ha y han metido al hombre, la moral, sus celos estúpidos y su
instinto vicioso de dueño y amo!!
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