Pildain alentó a los curas obreros al enviarlos a conflictos del Puerto y del Sur
La Provincia. Pino Trejo Sánchez (Las Palmas de Gran Canaria, 1964) es licenciada en Filología Inglesa y profesora del IES Cairasco Figueroa. Ha sido presidenta de la HOAC de Canarias y responsable de Difusión de la HOAC de España. Trejo dirige el programa 'Mundo Obrero' de Radio Tamaraceite y es conocedora de Guillermo Rovirosa, promotor de la HOAC.
¿Qué es la Hermandad Obrera de Acción Católica?
La HOAC es un movimiento eclesial cuya tarea es llevar a Jesucristo al mundo obrero y del trabajo, y traer los gozos y alegrías, penas y tristezas del mundo obrero a la Iglesia.
¿Qué vida tiene en Canarias?
El comienzo de la HOAC en la Diócesis de Canarias no se entiende sin la lucha del movimiento obrero. Es en ese contexto que el entonces obispo Antonio Pildain alentó el acompañamiento de los curas obreros, enviándolos a zonas conflictivas como el puerto o el Sur. José Suárez entra en contacto con la HOAC de Tenerife, cuyo consiliario era Elías Yanes (expresidente de la Conferencia Episcopal Española) y comienza su andadura la HOAC de Gran Canaria, a finales de los años 60. Se crean los primeros equipos con trabajadores de la empresa CINSA de Melenara, del muelle capitalino, pequeñas empresas del metal y la aparcería del sur.
¿Qué otra cosa destaca?
Su fidelidad para ser Iglesia en el mundo obrero, y mundo obrero en la Iglesia. Además de su constancia, a pesar de las dificultades por las que ha pasado, siempre ha insistido en la necesidad de entusiasmar a otros con el mensaje liberador que supone Jesucristo.
¿La HOAC es un sindicato obrero cristiano?
No. Es un movimiento de acción católica de la Iglesia, un movimiento apostólico que trabaja en y por el mundo obrero, asumiendo su vida y, por supuesto, compartiendo sus luchas por la justicia.
¿Qué es lo que hace?
En Canarias, somos unos 45 militantes y nuestra tarea es transformar las situaciones de precariedad, de paro-pobreza que viven tantos trabajadores y en las dificultades por las que está pasando la familia para desarrollar su tarea educativa y facilitar una vida digna a sus miembros. Como militantes trabajamos para que todos y todas tengan unas condiciones de vida y trabajo dignas.
¿Dónde se encuentran?
Nuestro compromiso está en las organizaciones del mundo obrero, en asociaciones sociales y UGT, CCOO e Intersindical Canaria, entre otras. Ahí es donde podemos trabajar junto con otros por la transformación de la sociedad para que se encamine hacia la paz, la solidaridad y la justicia.
¿Por qué cree necesario la existencia de sindicatos, pese a que sufren algunas corruptelas?
Primero, dejar claro que hay que luchar contra la corrupción, venga de donde venga. Y recuperar la honestidad en la política, en la economía y en la sociedad. Segundo, las organizaciones obreras tienen que seguir existiendo, porque sólo ellas son las que defiendan los intereses y derechos de los trabajadores.
¿La Diócesis está comprometida con el mundo obrero?
La Diócesis cuenta con un Secretariado de Pastoral Obrera, donde participan la Juventud Obrera Cristiana y la HOAC, que están comprometidos con la situación de los trabajadores más empobrecidos. La Pastoral Obrera necesita un mayor impulso por parte del obispo, curas y laicos, que den respuesta a las difíciles situaciones que pasan los parados.
Este jueves 27 de enero se cumplen 50 años de la muerte de Guillermo Rovirosa. ¿Qué significó para la Iglesia?
Rovirosa representa a esa persona que una vez que se ha encontrado con Dios ya no puede ser indiferente a su llamada. Es un testimonio de pobreza, humildad y sacrificio. Para la Iglesia es el testimonio de un laico que llevó el amor a la Iglesia y al mundo obrero hasta las últimas consecuencias.
¿Y para el mundo obrero?
Es uno de los suyos, un referente de vida coherente. Una persona que se preocupó y ocupó por la formación de los trabajadores, que siempre les habló claro, sin condescendencia ni paternalismos.
Pasó de ser bautizado, a renegar de la Iglesia y a ser un gran converso. ¿A qué se debió?
Rovirosa hasta los 35 años anduvo buscando la verdadera religión. Después de algunas experiencias personales negativas en relación a la religión católica, decidió probar y estudiar otras. Pasó por muchas, y al final concluyó que ninguna era verdadera y mejor se refugiaba en las máquinas, pues ellas no lo iban a traicionar. Hasta que escuchó al Cardenal Verdier decir: "El cristiano es un especialista en Cristo. El mejor cristiano es el que más sabe de teoría y práctica de Jesús". Estas palabras le impactaron, pues reconoció que él verdaderamente no sabía nada de Jesús. Y comenzó su búsqueda y en 1933 hace su verdadera primera comunión.
¿Qué supuso para un ingeniero ser un apóstol de los obreros?
Devolver todo ese amor que había recibido. Cuando los obispos le piden en 1946 iniciar la HOAC, él lo acepta sin ningún tipo de duda. Deja su profesión, su traje de señorito y se viste como un obrero: sahariana azul, pantalón azul marino y sandalias. Su vida la dedicó a formar a los obreros, a trabajar en equipo y ofrecer a Jesús como propuesta de liberación.
Usted expresó el pasado jueves en el Club La Provincia que Rovirosa escribió mucho, pero no firmó nada. ¿Por qué?
Fue el director del Boletín, que era la revista del movimiento en aquellos años, donde publicó muchos de sus escritos, pero decía que era un trabajo en equipo, y por lo tanto nadie firmaba los artículos. Evitaba los personalismos y procuraba que ni su nombre ni su persona estuvieran destacados.
¿Tuvo algún conflicto con las autoridades civiles del franquismo y con la jerarquía católica?
Rovirosa dijo lo que tenía que decir y a quien tenía que decirlos. Y si la cosa tenía que ver con la justicia con el mundo obrero era aún más contundente en sus palabras. Eso le llevó a tener dificultades con las autoridades civiles y éstas a su vez presionaron a las eclesiásticas para que lo apartaran de la HOAC.
¿Cuál es el mayor impacto que ha recibido de Rovirosa?
La fuerza de su palabra. Me parece increíble que una persona de esa época transmitiera toda esa sabiduría de una forma tan clara y radical, siempre yendo a la raíz de la palabra y de la situación. No fue un exaltado, era un enamorado de Dios, de la persona y su dignidad.
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