La Montaña de San Gregorio empieza a latir.
Por Esteban G. Santana Cabrera |
El Cabildo Insular de Gran Canaria proyecta un "pulmón verde" en Tamaraceite en una de las laderas de la Montaña de San Gregorio con un proyecto de reforestación de 25 hectáreas. Este espacio que la corporación insular trata de "resucitar", se alza majestuoso enfrente del casco histórico de Tamaraceite, ha sido muy importante para los habitantes de todas las épocas, ya que aparte de ser un lugar de asentamiento aborigen, fue una dehesa en donde pastaba el ganado en tiempos no muy remotos, ha sido lugar de paso hacia el norte de la isla y un punto de encuentro y de excursión para muchos de los que ya peinamos canas.
Los Altos de San Gregorio tienen una altitud de 441 metros, una pendiente en torno al 40% y limita al S con el barranco de San Lorenzo, al E con el conjunto de embalses que forman las Charcas de San Lorenzo, al N con el barranco de Jacomar y un afluente del barranco de Tamaraceite y al W con el barranco de La Morena.
Muchos son los geólogos y geógrafos que la citan en sus estudios. Según Boucart (1933) los materiales de Los Altos de San Gregorio se pueden datar como basaltos procedentes del Mio-Plioceno. Para Vicente Araña y Carracedo tienen una base visible de fonolitas y sobre ellas discurren coladas Pre y Roque Nublo. Fuster coloca, en la zona inferior, materiales del Ciclo I Antiguo (13,9 y 8,7 mill. de años).
La composición de sus materiales dan lugar a una geomorfología propia de relieves fonolíticos, estructuras diaclasadas en las paredes, unida a una forma piramidal del conjunto debido a la gran viscosidad de sus coladas, que forman potentes apilamientos de materiales que sobrepasan los 450 m.
Al actuar los procesos erosivos sobre estos grandes apilamientos de coladas, originaron unas formas características que definen la unidad. A esto le podemos unir una pequeña red de barranqueras que sólo se activan en determinadas épocas de grandes lluvias, lo cual provoca caída de bloques y pequeños conos de derrubio. El tono gris y violáceo de los Altos de San Gregorio nos manifiesta la importancia de los procesos de meteorización que se dan sobre estas coladas.
Los procesos erosivos y de deterioros paisajísticos que más le han afectado han sido la autocostrucción descontrolada, y el sobrepastoreo al que ha estado sometido, existiendo un cortijo llamado de San Gregorio (J. Vicente Rivero Quintana) quedando la zona casi esquilmada de toda vegetación potencial (cardones, tabaibas, palmeras y acebiños), estando compuesta en la actualidad por pastizales (gramineas y hierbas), cardones, tabaibas, acebiños y verodes.
La población aborigen se asentó en la Montaña de San Gregorio cuyo yacimiento se encuentra en un antiguo camino que llevaba hacia Teror. En uno de sus márgenes se levantaba una ermita del S.XVI de la que sólo quedan restos de sus muros ya derruidos.
Con todo esto lo que quiero decir, y con ello finalizo, es que estoy totalmente de acuerdo con la propuesta de que la Montaña de San Gregorio pueda ser un "pulmón verde" de la ciudad, pero entiendo que este proyecto tendría que formar parte de un conjunto en el que se incluya el Barranco de Tamaraceite, las Charcas de San Lorenzo, el Camino Viejo, que ya el Ayuntamiento está recuperando, los alrededores de La Mayordomía. Entonces sí que tendríamos, no solo un "pulmón verde" en la ciudad, sino una verdadera Aula de la Naturaleza que podría ser una oportunidad no solo para sacar las aulas a la naturaleza sino para acercarnos más a nuestra madre naturaleza, esa que tenemos tan abandonada y maltratada.
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