Vivir de espaldas a la realidad
La realidad es incuestionable, se interprete o no, se acepte o no, se crea o no.
La realidad es única y real, y no vivirla es una irrealidad.
¡Claro! Vivir la realidad depende de la honestidad y el deseo de vivir la verdad de esa realidad.
Vivir de espaldas a la realidad puede ser hasta una cobardía por no querer enfrentarse a la realidad.
La realidad es única e incontrovertible. Es la realidad. Es la verdad del momento.
Benditos los que creen y aceptan la realidad, de ellos es el gozo de vivir con la verdad.
¡La verdad nos hará libres y felices!
La felicidad y la libertad no alteran sino que engrandecen la realidad.
Vivir fuera de la realidad nos puede llevar a un mundo de tropiezos por caminar por un sendero equivocado y con los ojos cerrados.
Benditos los iluminados que aceptan la realidad tal cual es, tratando de ampliar lo que creemos nos beneficia con el deseo, que todos tenemos, de poseer la plena felicidad.
La plena felicidad se vive cuando se vive la realidad con total y absoluta firmeza.
Vivir fuera de la realidad es vivir en un mundo irreal, que nos puede llevar a perjuicios sin necesidad.
La realidad es única y real.
Querer vivir de espaldas a la realidad, es vivir, equívocamente, sin paliativos ni esperanza de alcanzar el bienestar, porque tanto el bienestar como el mal son vivencias de la realidad, y las podemos cambiar.
Vivir de espaldas a la realidad, nos conducirá al mal por necesidad.
El bien es una consecuencia del honesto comportamiento vivido con realidad y con intensidad.
Benditos los que viven la realidad, de ellos es el reino y la vida de la felicidad, esa felicidad que al compartirla aumenta la alegría y la libertad.
La libertad y la felicidad se viven cuando se comparten y se reparten, en especial viviendo la realidad.
No hay felicidad ni libertad sin compartirlas con honestidad.
Vivir de espaldas a la realidad, es un mal que debemos evitar.
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