Estas son las consecuencias del gofio amasado con ron

Por Antonio Domínguez
Dice la ciencia, de la que no me hago responsable, y no agradeceré el que de ella se me haga responsable, que “la inteligencia teórica”: “capacidad para moverse en el terreno de las ideas y los conceptos. Facilidad para el trabajo abstracto. Busca el rigor del pensamiento. Es el intelectual en amplio sentido de la palabra”. Vemos como resbala y se va al rigor del pensamiento sin tener en cuenta el rigor del conocimiento; totalmente imprescindible en la inteligencia teórica; si es que existiera: la cual mantenemos (nosotros) sólo como un termino lingüístico que nos diferencia de los animales, y que es sola una y universal en todos los aspectos que se atribuya y sea atribuida. Sólo tiene grados por lo que hemos dicho anteriormente. Esto es, que toda realidad es conocimiento. Bueno, malo o regular.
La “inteligencia practica”, dice la ciencia: “Es saber resolver problemas. Quien la posee se mueve mediante esquemas de conducta y tiene una eficacia directa, que casi se dispara como un muelle. Es mas imaginativo y maneja mas la intuición, pero es mas superficial”. En lo de muelle hay una sospecha de nuestra teoría casera; cuando decimos que los conocimientos almacenados, bien elaborados interactúan solos, pero trata de mala manera a la intuición: lo mas grandioso que hay en el cerebro; aventurando, que el hombre práctico la maneja, pero que sin embargo es más superficial. ¿Es que se puede permitir el lujo la ciencia, de semejante disparate y mentecatada? 
Ahora viene de manos de la ciencia la “inteligencia social”: “saber moverse en el campo de las relaciones interpersonales, con soltura. Estamos ante el gran relaciones publicas”. Nosotros creemos que estamos ante un culí chiche de osadía intrépida y serena. No podemos olvidar que todo obedece al tipo de conocimiento almacenado; tanto en este caso, lo que dice la ciencia como lo que decimos nosotros, ello, lo hemos explicado en otros capítulos hasta llenar la barriga a reventar.
Dice la ciencia de “la inteligencia analítica”: “facilidad para desmenuzar un tema y escudriñarlo, distinguiendo y puntualizando los matices y vertientes que en él se presentan. Es el inteligente en sí y por sí”. Ni nos hace falta “esa facilidad” para desmenuzar lo que nació desmenuzado. La voz, “distinguiendo”, tiene que ser usada primero, (en este contexto) que las otras, “escudriñar y desmenuzar” ¿quién distingue entre lo ya escudriñado y desmenuzado?: la palabra “distinguiendo” la tiraron al texto de lejos y cayó donde no tenia que caer. Estamos en lo mismo, se trata de la consumación del conocimiento analítico, propiamente auto analizado, de que se ha venido pertrechando el individuo, que ello, le apasiona; y sale en el análisis porque tiene que salir, y no hay más.
“Inteligencia sintética”: “capacidad para saber resumir las características que se hospedan en un temor o asunto; espíritu sumario de reducción abreviada, sabiendo hacer un extracto esquemático que facilita el trabajo. Tesis, antítesis, síntesis. Es el listo”. En primer lugar la palabra “capacidad”: no es correcto quitar la de conocimiento, que debería ir en ese su lugar. Los espíritus sumarios de reducción abreviada camban el único clavo del que disponen.
“Inteligencia discursiva”: “se manifiesta en la facilidad de expresión del lenguaje verbal, que se hace capaz, suficiente, bien trazado y con recursos adecuados para trazar. Es la facilidad expositiva y dialéctica”. Aprovechamos sobre la marcha para dar gratis una enseñanza que parece que se ignora a alto nivel y que tiene que ver con el término “capacidad”; esa es una capacidad de medida que tiene su origen en el metro; por lo tanto sirve para medir la “capacidad” craneal, pero no la intelectual e intelectiva donde hay que usar el término conocimiento: que no es “capacidad”. Incluso usado como metáfora queda feo y es cerril, chirriante e imbécil. En cuanto a la inteligencia discursiva; la del barbero, maestro de escuela, etc. Es conocimiento practicado o conocimiento puesto en práctica. Exactamente como en las demás inteligencias (conocimiento).
“Inteligencia matemática”: “saber captar el mundo en lenguaje cuantitativo. Las matemáticas no hacen hombres sabios pero si prudentes”. A pesar de que son conocimiento, Alfred Novel no proveyó fondos para el novel de matemáticas; no existe ese premio. No decimos más porque el comentario se nos haría muy extenso.
“Inteligencia creativa”: “saber fabricar un mundo nuevo que es expresión del arte: la pintura, la escultura, la novela, el ensayo, la poesía, la música... Esta tiene muchos matices que se abren en abanico; según la cuestión específica de la que se trate”. Estas cuestiones pertenecen todas al mundo del pensamiento genuino. Esto es, a las intuitividades. Por tanto estamos plenamente de acuerdo, excepto con la premisa –tanto como con las demás, pero con esta, más en desacuerdo- “inteligencia creativa”; que para nosotros es pensamiento genuino trasvasado al conocimiento; a que la voluntad en la que manda el conocimiento le pueda exteriorizar.
   “Inteligencia fenicia”: “es la del hombre de negocios. Siempre asoma aquí la idea de invertir y sacar beneficios”. Si el beneficio se puede considerar un triunfo ¡entre los empresarios!, ha de ser auspiciado, construido, forjado, cosechado, consumado..., no se puede ningunear quedando la forma fenicia traslúcida como algo vil y a la altura de la palabra política, que significa robar. La forma fenicia parte de almacenamientos específicos a conocimiento (como todo); no decimos dignos como otros cualquiera, pero sí, mucho mas importantes que otros cualquiera; en cuanto a esfuerzo y dedicación en el empeño de pulirlos y porque conducen a fortísimos capitales privados. Esos grandes ahorros son en esencia y hasta en la práctica la capitalización y la fuerza económica de un país que no tiene petróleo, oro, piedras preciosas; con sólo carbón, que hoy, “sólo sirve para tiznar”. ¡¡Es una comunismada el emplazamiento de cañones para ofender a la empresa con la decisión fatal de no dejar de ella piedra sobre piedra!!, ¡¡que sería de nosotros -los que no somos funcionarios- si no fuera por la empresa que invierte  y da de comer inmediatamente ya!!. Cuando esa empresa muere, porque ha muerto el que la fundó sale ese río  de dinero al mercado a satisfacer vicios y malas andanzas en las personas de hijos o nietos del fundador y es un revulsivo económico porque, ese dinero sigue pululando en el mercado generando bienes correlativamente, solo que de estilo distinto. Levantar la mano a la empresa, por políticas, induciendo a los trabajadores –máximos beneficiarios de ella-; llevarles a la connivencia, valiéndose de su ignorancia, es una locura loca de remate. El trabajador está para trabajar y reivindicar de las políticas, pero también para sacarse el sombrero ante quién lucho por salirse de obrero; hay que llamarle de Don y respetarle mucho, porque a sido es y será nuestro pesebre. ¿Quién yo?, los que no saben de esto y los fachas serán otros,- como dicen los políticos-, y ¡por si acaso!. Sentimos, sentirnos obligados a este pequeño análisis fuera de todo canon. Sentimos el celo de la prensa por no meterse con nadie para tener lectores, los más posibles desde el más cerril al menos cerril, porque en el cerro está la inmensa mayoría. La política por los votos, y los sindicatos por su solvencia, van exactamente por el mismo camino que el periodismo. Quién ha sido siempre obrero les conmina a hacer cuanto esté en sus manos para que su empresa no se caiga; lo demás ¡todo!, absolutamente todo, respecto a que usted pueda comer o no; es le-che de ma-chan-ga. En las aguas procelosas del estampido tecnológico y la economía de trampas, timos y engaños se debaten entre la vida y la muerte, el periodismo y el sindicalismo. Ya nada volverá a ser igual. El futuro para el individuo será: idear una empresa, estudiar o trabajar. Para vivir de los padres, subsidios de los abuelos y favores de ONG, no habrá dinero. ¡¡eso en el primer mundo o donde haya agua corriente, es exactamente lo mismo!! No se refiera despectivo “a la empresa”. Involúcrese; diga siempre mi empresa; porque hay cientos de miles esperando por que usted cese, para disputarse su puesto “al navajazo”. No crea en cantos de sirena: cuide su trabajo. En ningún sitio –y menos en la prensa, no puede- le darán esta gran sugerencia. Fíjese que no decimos “le harán esta gran sugerencia”. ¿Qué, donde está la diferencia?: observe que nosotros se la regalamos (la sugerencia).   
Aquí en la descripción de la inteligencia fenicia patinaste, científico del tres al cuarto.

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