Bebedizos de amores-hechizos
Por Antonio Domínguez |
Soñaba una pintura encontrando colores, formas y
proporciones rápidamente ¡los sueños son así! Por el momento lo representado en la pintura, no se puede
saber si ya se dio a beber la pócima o vendrá –en otra sesión- una persona a
verterla en el café. Se ve claro que “la reunión” no será un aquelarre.
1) No está el gran macho cabrío, ni le queda sitio en el lienzo.
2) Es lugar llano; no
son picachos ni las altas montañas; siempre elegidas para bailaderos y aullar
a la luna desde más cerca.
Sea como sea, en mi entendimiento de las cosas (no seré yo
el que indique su tamaño y medida porque, saldrá estúpido anónimo, a llamarme
imbécil y vanidoso), sueño pinturas de religión, calvarios, vidas de santos,
escenas de hechicería, segaduría de pescuezos de panaderos que nos hacen el pan
(eliminando y mutilando la mano de quien nos da de comer); agricultores que nos
cosechaban el pan; ahora postergados en polígonos costeros ¡¡¡y lo más
lamentable y doloroso: todos sus hijos y nietos enjalbegados de tinta china y
lo que conlleva!!! Hasta que tengamos un
presidente que no proceda del agro, que, por lujurias mentales de poder, alcanzadas,
se mete en Lomanesco glamur y no quiere ni oír la palabra cercado, cochino,
cabra, burro, hortaliza, mercado (...). Mientras, la machangada veinteañera,
cabalgándose en el brioso caballo que ya está en cualquier calle, eso sí, todos
con el cuerpo teñido de verde, porque el presidente no puede oír los vocablos
campo y campesino. ¡Hay ministro que le pasa lo mismo!... estamos perdidos.
Desde chico oía que había cierta flora en Canarias, que
poniéndola en café, al que se lo bebía, le entraban unos “fogalerientos” deseos
de casarse, que se jodía hasta el mundo. Esa flora y sus mezclas solo las
manejaban personas que estaban en eso: es lo que se dice; nunca conocí a
ninguna lamentablemente; me había gustado porque he escrito bastante de esas
personas; que de haber tenido el placer, habría sido más rigurosa la redacción,
que de ser –como es- a boleo guiado por lo que cuenta la gente.
El asunto de esta pintura –que referimos las en sueños- es
que el hombre tiene la pata encima de la mujer y dos huevos diciéndole
amenazantes que se convertirán en colgantes rozones rozando, si hiciera falta.
Todas sus compañeras están muy tranquilas porque el desafiante, dueño de esos
huevos “doble yema”, ya está metido dentro de la taza de café; al lado del
grandísimo santón –de dos setenta metros de altura- conductor de la ceremonia.
Como irán viendo nunca sueño pintar la unidad de indigente desarraigado;
borracho; pedigüeño; o sea, nunca verá nadie una “pintura mía” de la calamidad
humana, volcada en una sola persona; yo siempre la pinto (a la calamidad) en
grupo o, grupos. Ahora, con esto y con todo, respeto a “todos los grupos
gremios”, porque todos ellos ¡siempre! Me han respetado a mí (no puedo decir lo
mismo de infinidad de “Lomanos glamurosos” puestos allá que pá qué). Digo que
no les respeto. “Dar leña a la burguesía”
¿puede ser un mal negocio?, no lo sé. Lo que sí sé es que cuanto más la
respetas, más desprecios tendrás de su parte. Quizás la verdad está más, en
qué, hagas lo que hagas siempre te ninguneará: ¡¡comprobado!!
A pesar de que no necesito votos; no necesito adeptos para
llenar inopinado extraño servicio religioso; de lo más insólito chocante y
peregrino no necesito amigos en cuanto tengo 6.000.000.000 de no enemigos en el
mundo. A pesar de que nadie me puede ayudar a crecer, porque no estoy donde
se debe para poder crecer. ¡¡Estoy aquí
y aun no recibiendo esos cariños porque ni me hacen ni les hago falta; con todo
les pido perdón a cuantos sientan mi flagelo estallando en su espalda. No puedo
siquiera comentar un cuadro sin concatenar en rara mixtura mí propia
repugnancia “de mis fobias”; las cuales les tengo (repugnancia y fobia), a
cuanta mentira; como así mismo en cada uno de ellos, si son míos (los cuadros),
queda totalmente plasmado mi más fidedigno rebote… rechazo en toda regla al
maltrato a la mujer, en este caso. Lo otro y demás es un oficio como otro
cualquiera. Una imagen vale (…) lo que vale. A veces, no vale, ni media
palabra.
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