El hombre: absoluta mentira. Su verdad: inventos metirosos
Por Antonio Domínguez |
Cuando todo es falso, la mentira como la verdad tienen un vis a vis, un referente reciproco. Desde la truculenta imbecilidad personal (cada uno se come la suya) la verdad y la mentira, tanto bien como mal versada se descolocan en amasijo de caos perfecto en el que mejor se entienden los hombres.
Hay que saber que los conceptos se descolocan, se resbalan hacia sus afueras en corrimientos que se deben observar, ver sus “movimientos” por lo menos al bulto y cuantificar –si no expeditivamente,- sí ver su evolución, su coseidad (cosidad), y caer en la cuenta siempre –mejor ESTAR en la cuenta- de que nada es blanco o negro y que el ser humano es muy feliz cuando no tiene que pasar los trabajos que Dios pasó con él y no solo se puede salvar de rezar ocho veces al día, sino que no se creerá una caída en desgracia no llegar a tiempo a los oficios.
Esas dedicaciones plenas –a tiempo pleno- a un Dios que no nos agredirá en ningún aspecto y sentido, es plenamente miserable porque él no ha dicho todavía que necesite palabras de amor, en oración, de un mentecato; que blasfema calculándose a su imagen y semejanza; eso es imposible, porque como toda semejanza es reciprocidad, Dios sería a su vez un mentecato.
Es ilusorio e instigador al llanto ajeno cuando se habla de “la verdad” desde recoveco particular; de una verdad particular pero, desde ahí, universalizándola como la “verdad” única, pisoteando en lagar de desprecio los millones de “verdades” a las que otros consideran ¿por qué tiene que ser “verdad” algo en que se está de acuerdo; algo estatuido como verdad, con concelebración de cleros, iglesias, leyes y estados? La verdad –“cuando la es”- es como los prados, qué, inmensamente poblados y mayoritariamente de una clase-variedad de hierba, no pueden impedir que crezca el rabo de gato, el pino y la tabaiba. Toda verdad que no nace de natural sucia, se encenaga y enfanga en la atmosfera de mentira que es el mundo: desde que le da el aire. ¿Quién ante lo que se le antoje puede decir “estoy ante una verdad pura”? Pues, ya usted ve, lo puede decir cualquiera; siempre que diga el añadido: ¡¡según mi opinión o, bajo mi punto de vista!! “Sin un poquito de vaselina” nadie puede decir de verdad alguna limpia y pura, de esa no sabe nada –o poco- ni el Papa Noel.
Sentar cátedra a base de sermones desangelados al estilo de los púlpitos templarios dirigidos a vasallos con mano permanentemente en el puño de la espada, por no entender ninguna otra explicación, tenían que ser muy sencillos; en beneficio de poder algo trasmitir. Hoy los sacerdotes, verdaderos sabios de las letras comprometen más en sus alocuciones porque el pueblo entiende un poquito más, pero luego está el sacerdote frustrado: el que va de cura fuera de la curatería; sin iglesia ni título alguno para impartir doctrina. Y hablan de los conceptos trascendentales como lo hacían los curas en el año 500 ante audiencia de salvajes; solo lo muy básico para que pudieran entender. Estos curas, que no lo son, se tiran al suelo de rodillas, unen sus manos y las elevan apuntando al cielo, y, pobres criaturas, hablan directamente con el más grande ¡y este les contesta!. ¡¡Vaya usted a decirles que eso es mentira o, que es imposible!!
La verdad se usa para ocultar la mentira; léase mercaderes, intermediarios y comerciantes; ejemplos claros de magnifica verdad en el buen trato, que siempre termina en la explosión de los explotadores, pero no están solos; el mundo es mentira porque no hay nadie verdadero: yo, el más grande mentiroso. ¿Es la verdad un componente de la mentira o, es colaboradora necesaria de la mentira? Si el mundo en general es mentira en más de cuatro quintas partes ¿porqué no se le da a la mentira toda su fastuosidad merecida, o sea, la que se le da a la verdad inmerecidamente; dada su testimonial, precaria, imperceptible existencia?.
Las humanísticas no son matemáticas, en las que la verdad existe: tres y tres son seis aquí y en Tenoya, pero fuera de ahí “la verdad” es espirituosa, fantasmal he indomesticada. Es la mentira, la clara, presencial, dominadora esencia desde los oscuros laberintos de “la verdad”; la cual, es la gran mentira, por mentirosa como se explicó.
Abundamos diciendo que la verdad no queda circunscrita a una creencia, a un Dios, a un más allá y a “virtudes” de este mundo. La verdad es más seria absolutamente. Es el complemento necesario de la mentira; es el antónimo que hace posible el sinónimo; lo contrario que su naturaleza y naturaliza lo real; el yin y el yang que se funde –hasta que no se demuestre lo contrario- para hacer que el mundo prevalezca en su condición natural mentirosa de toda la vida, de toda la muerte, de toda la suerte por maravilloso egocentrismo en la necesidad del hombre por el gusto de mentir, negociar, ganar, triunfar, ser superior, esclavizar, traficar, chulear, “proxeneta-delincuencial”, LA MENTIRA ES MAS SEÑORA. LA PIZCA DE VERDAD SE COADYUVA Y SE HACE MENTIRA POR SU POCA MONTA. Sigo incondicionalmente a Espronceda: “Todo es mentira lo que el mundo encierra,/ que el niño no conoce ; por su bien;/ entonces la niñez sus ojos cierra/ como en un tiempo a mi me los cerró también/
Mi corazón fascinaste/ cuando me ofreciste el bien/ pero, ¡oh mundo!, me engañaste/ porque en infierno trocaste/ lo que yo juzgaba edén/.
En los pueblos no hay clemencia/ la virtud no tiene abrigo/ por eso con insolencia/ los ricos en su opulencia/ escarnecen al mendigo/. De lo que se desprende un comentario más:
No les interesa el pobre. Les interesa figurar vanidosamente financiando al mayor número de pobres que su inmediato compañero de vicio; en el vicio más caritativo y caro del mundo: la caridad. El opulento no ignora que en otra repartición de cartas le podía tocar a él ser objeto de limosna, luego, porqué no se plantea que a este mundo no viene un hombre a proteger ni a ser protegido de otro. Pero, ¿Qué chulería desvergonzada es esa de creerse protejedor, a proteger ni a ser protegido de otro? ¿Qué grandeza se tiene protegiendo a otro; que no sea alimentar el ego de la alegría hedionda de no heder estando podrido? Los podridos ayudan a los virtuosos –en claro intento de robarles su “bien estar”- que desde sus más lejanos ancestros están peleados a muerte con eso del robar; que es lo que mete en las extremas pobrezas.
Si el que da tiene que agradecer “que el que toma tome” tiene que explicar a su vez de por qué le sobra para dar al otro que le falta, y de porqué le falta al otro, y de quien es la culpa en este deporte de dar y regalar al que primero se le arruina para después darle misas alienantes pagadas con arroz sancochado.
¡¡¡Luche usted para que no haya que robar para garantizar una vejez con cuatro comidas diarias!!!
Todo lo dicho ¿obedece a “la verdad” mentirosa o, a las leyes de la panza; o, al pancismo verdadero; o, a la hipocresía de la verdad? Amigo, ante tantas incógnitas que surgen de “la verdadera verdad”, permítanme irme al lado opuesto a decir, a gritar en ronco, sísmico, volcánico cañonazo, que toda “verdad” tiene cinco quintas partes de mentira; es la forma más suave de decir qué, TODA “VERDAD” ES PRIMERAMENTE Y ANTES QUE NADA MENTIRA. Y SI NO, ESPERA SUS CONSECUENCIAS; Y VERÁS LO POQUÍSIMO QUE ENTENDÍAS A SU DEBIDO TIEMPO; CUANDO AÚN NO ERA DEMASIADO TARDE.
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