Las traiciones existen y son. El amigo ni es ni existe.

Por Antonio Domínguez

Puede que en la naturaleza del cosmos exista la amistad y el amigo pero, aquí en esta bola terráquea ¡ni hablar del asunto!
Bella reflexión funeraria, lo reconozco. Pero a nosotros no nos convienen los cementerios. Te pido por favor que no pienses ni incluyas ninguna lápida en tus escritos, “ente desconocido”. Entierra a los “camaradas” con respeto, eso sí, porque nunca se sabría si (en realidad lo fue) fue afecto a esa funambulesca dedicación y  compartía ese complicado sentimiento; suicida él. Que lo más probable sería el conocimiento tardío de que siempre fue un enemigo soterrado. Me enfada que después de las lecciones que te he dado, puesto que, a todos las doy y no sé quien las toma (sin cobrarte nada) de los no enemigos, sigas con la sensiblería de los preferidos conocidos. Mira que eso de encariñarse de las personas –aparte de inutilidades expresas- cuando no hay mínima connotación sexual entre los conocidos incondicionales, es una carga destructiva voluntaria que uno se echa encima igual que si fuera vulgar masoquista; que las más de las veces crea disgustos y problemas. Disfruta de los leales y se partidario de los afectos de cualquier persona, en cuanto aquella se deje disfrutar, hazlo sin el esfuerzo de conquista, o por convencer, o por ayudar (A quien no está en condiciones de ayudarse así mismo, que nadie se moleste en tratar de sacarlo de la chabola que le encanta, le chifla y hasta le reconstituye) colabora solo si ves posibilidad de desenterrarle de fanatismos y creencias, más, si nada puedes déjale; que Dios vaya con él/ella.
Busca en el Quijote el capítulo (es solo un capítulo) donde se cuenta la novela del curioso impertinente, para que salgas totalmente ilustrado de lo que no son los amigos; en los personajes de Anselmo y Lotario, los cuales de mutuo acuerdo hicieron encerronas a la bella Camila que vinieron a socavar los cimientos de su honestidad hasta derrumbar y dar en ruinas con el castillo de su honra. Y eso que eran llamados en el pueblo con el dulce nombre “de los dos amigos”.
El amigo es lo más malo y jodido que hay, porque coarta la libertad, la entrega, el respeto, la confraternidad y una partida de cosas que la condición humana no tiene o, tiene muy poco… y, anda uno con el culo a dos manos para satisfacer al amigo, que quiere mas y mas, y cuanto más quiere menos da a cambio. Siempre “el amigo es un camino muy malo de conocer y si lo quieres saber sométete a peregrino”. Hace mucho tiempo ya, cuando el hombre se puso de pie, lo primero que balbuceó fue: “No hay amigos para amigos: las cañas se vuelven lanzas”. Siempre creeré en la cortesía, buenas formas y corrección exquisita en el trato; lealtad y compromiso. ¡Jamás! creeré en la amistad profunda –ni siquiera somera- y kamikaze.


El hombre se mueve y se promueve en tres grupos; el de la familia, del que ni quiere ni debe resarcirse;  el de los compañeros de trabajo de quienes quiere, pero de los que no puede desligarse; el de los amigos que no quiere abandonar, porque, la amistad es como la serpiente constrictor: cada vez aprieta más, y llega el momento temprano, en el que uno de ella no se puede zafar; por la pesadez de tener que bregar con pequeños secretos de cotilleos compartidos: cotilleos de bajezas complicadas, e intimidades que serían vergonzosas de saberse y que saldrían a plaza; eso es lo que alarga la amistad e impide roturas. Ahora bien, quien pueda sin pagar peaje zafarse de los amigos ¡maravilloso! Porque con cada amigo que olvida muéstrase una montaña de trabajo que se ahorra y se quita de encima.
Hay odio entre los amigos pero es  el confraternizar necesitante en el fabulesco trato entre los hombres, y no se explica una gran amistad labrada como se ha dicho sin ese odio, forjado con los muchos años de cotilleo; cuando se entra a compartir secretos, imbuido en/por, la confianza de las grandes confianzas  se solaza uno, amigo, una vez, y otro día le toca al otro. Esa gran confianza entre los inseparables,  alegra a lo más bajo de la condición humana; que no se puede saciar con nadie más, y se entra en el circulo patológico de regocijar curiosidades que solo complementan al adicto; que se arroja (vomita) como villano para agradar al amigo; que en su atribución-contribución, no dudará en cuanto a llevar a demostración implícita y explicita lo que haga falta, sea verdad o mentira; a pesar de que toda la vida tendrá la tentación de la traición, y cuando la tentación le supere le hará la cabronada y le negará sin remedio. Las personas para hacer llevaderos sus pesares se los cuentan al amigo y viceversa y se crea ese círculo absurdo y raro que se convierte en sinsentido muy sentido, que contribuye a las relaciones de los débiles que no tienen fortaleza ni determinación para llevar sus cosas personalmente. De ahí ese odio soterrado; cuando desde la confianza se escapan comentarios, por los que al día siguiente se maldice así mismo por lenguaraz.   Pregunta: sí el matrimonio más longevo dura ocho años, ¿por qué tienen que durar toda la vida las buenas bienaventuranzas entre “colegas”? ¿Es que tienen que ser por toda la eternidad los carnavales de curas? ¿Es que este mundo cabrón ha de seguir a perpetuidad revolcándose en la basura y la mentira?. No se debe olvidar nunca, que, el conocimiento es a escala humana; no habiendo ninguna otra escala de jaez divino ni por el estilo etc. el conocimiento es lo que es, llega a donde llega y soluciona lo que soluciona. El conocimiento exacerbado a lo grande siempre se da unívocamente; no necesitan juntarse media docena de amigos para inventar nada que cambie el futuro. La unión hace la guerra pero no siempre hace la paz ni la fuerza
La amistad tiene que durar toda la vida por lo dicho: porque la amistad que se llama “verdadera” se empeña en compartir miserias incompartibles, para demostrarse las partes extrema, irrompible, profunda hermandad  sin darse cuenta que ya eso entra en círculo vicioso que pugna por ver y desear hacerse recíprocamente concesiones más y más grandes. Por y para ello se atan de tal manera que, cuando tratan de soltar amarras, se dan cuenta que es demasiado tarde y optan por seguir manteniendo la amistad; que es la forma mejor de guardar el tesoro de la intimidad que entre los dos han dilapidado en ese torpe proceder reciproco que lo es siempre el de los amigos. Ya en lo sucesivo se dedicarán a vigilarse el uno al otro y hasta soportarán deslealtades sin hacerse ninguna pregunta. A partir de entonces es cuando cantan su amistad y ya se declaran amigos para toda la vida. Ya solo terminará la amistad no con el pesar de la ruptura, sino cuando muera uno de los dos; que es cuando empieza el verdadero teatro del vivir del recuerdo “llorando” al amigo, haciéndose el desgraciado a ojos de los que nunca han tenido amigos; para que se re-jodan por no haber podido disfrutar de la felicidad pregonada que escucha de las fortunas de la amistad y del amigo que no ha tenido la inmensa dicha de conocer y que jamás conocerá. Se sentirá mala persona y malo del todo y de todo, porque de lo principal que es el mundo, y que no sabe, es que en él todo se exagera; que todo es un montaje mentiroso; falsedad depravada. Los antónimos de estos sinónimos: verdad, nobleza, honradez etc. se utilizan como contrarios, pero en el comportamiento táctico habitual y costumbres no existen… y si algo existen, o son, estarian para ayudar a engordar la mentira de todo lo humano y lo divino.
El mundo ha hecho posible el concepto de falsedad y lo pregona en cada realidad. Así como ha hecho imposible el de autenticidad y transparencia, que se busca por todo el orbe como se busca El Dorado o el paraíso terrenal, que no aparecerán porque jamás han existido  Estoy con mi padre cuando decía “absolutamente todo es materia digerida”. Espronceda también decía: “ya no creo en el amor; es mentira el placer y la amistad”.

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