A los traidores
Por Luis C. García Correa |
Dedico estas palabras a los traidores, la casta más baja de la sociedad, con el deseo de que les sirvan para arrepentirse, para pedir perdón y para no volver a cometer una traición.
¿Qué es un traidor? Una persona que falla o abandona a otra, o a otras, por odio, por dinero, por poder o por deseos de destruir.
¿Qué es lo opuesto a la traición? El AMOR Y LA AMISTAD.
El traidor se arrastra ante el mal. Es un esclavo del mal y defrauda a quien haga falta con fines injustos y malévolos, tratando de perjudicar.
A lo largo de la historia ha habido traidores que han arrastrado a las personas a los mayores males que los seres humanos podemos cometer.
Ser un traidor demuestra la falta de valores morales, éticos o religiosos en grado superlativo.
Traicionar es faltar a la verdad, a la honestidad y al amor de forma y manera aterradora, vil y mordaz.
Quién traiciona lo hace hasta a su madre.
El traidor no respeta a nada ni a nadie.
El traidor pertenece a la capa social más baja de la humanidad.
Los traidores han sido, y son, los sicarios de la humanidad.
Traiciona quien aprovecha una relación personal o el puesto o lugar que ocupa para beneficio propio y perjuicio ajeno.
Todos tenemos la ineludible obligación de desenmascarar a los traidores, para ser fieles a la humanidad.
La fidelidad es la virtud por excelencia de los grandes.
¿Cómo podemos ayudar a la sociedad desenmascarando a los traidores? Buscando la forma de que nos enteremos quién o quiénes son traidores, haciéndolo con la mayor discreción y amor, para no perjudicar más de lo que hacen ellos, teniendo amor y humildad.
El traidor es una lacra social, que hay que tratar de erradicar.
El traidor es la personificación del mal.
Los traidores merecen la condena universal.
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