La fe y la razón

Por Luis C. García Correa
¿Qué es para mí la fe? Creer, esperar y confiar en un Ser superior, a quien llamamos Dios.
¿Qué es para mí la razón? La facultad que tenemos los seres humanos de pensar, meditar y reflexionar para llegar a  conclusiones o juicios, que dirijan nuestra vida.
“¡Con la fe y la razón uno sabe a dónde va!”
No saber a dónde se va es caminar por la vida sin brújula; es convertirse en esclavo de quién tiene el poder, especialmente el poder de informar (o de desinformar).
“¡La fe mueve montañas!”, se dice. Yo creo que la fe mueve cordilleras.
Creer en Dios es caminar seguro por la vida, confiado en la misericordia infinita de la Divinidad. El Dios de todas las virtudes en grado infinito.
¿Qué une la fe con la razón? El amor. Y si es el amor a Dios es el camino de la santidad.
“¡En el amor concurren todas las necesidades materiales y espirituales del ser humano!”
“¡Dios es amor!”
Toda persona que tiene valores morales, éticos o religiosos tiene fe y razón por necesidad. Tener la fe en un Dios, y la razón de estar en el camino de la verdad.
“¡Quien tiene la razón tiene permiso para decir que está en la verdad!”
Este concepto de la verdad me ayuda aún más a fortalecer y defender la necesidad de tener fe en un Dios y la razón para vivir con esa fe llena de amor.
¿Cuál es la fe y la razón de una persona no creyente? Realmente no lo sé. Por favor: si me quiere ayudar, dígame cuál es la fe y la razón de una persona no creyente. Le quedaría eternamente agradecido.
“¡La persona no creyente es mi amigo más cercano!”
“¡No concibo, ni me imagino, vivir sin fe en un Dios, no estar en la razón o razones de mi vida, así como no vivir sin el amor!”
Realmente, el no creyente ¿no cree en nada infinito? Me cuesta creerlo.
“¡El amor es la cumbre de la felicidad, y por el amor se llega a la plena libertad!”
El amor no está reservado para una sola creencia. El amor es patrimonio de la humanidad.
El amor nos une con unos lazos invisibles, sí, pero fortísimos y maravillosos. Si los compartimos, caminamos por el sendero luminoso de la felicidad y de la libertad, que es el camino de la santidad.
“¡El amor a Dios y a los demás es el cimiento en donde se puede construir toda una vida, y esperar una muerte de feliz eternidad!”
“¡La fe y la razón nos deben servir para saber elegir!”
Saber elegir el camino que vamos a recorrer, y con quién, o con quiénes lo vamos a recorrer, servirá para llegar al final del camino correcto.
“¡Con la fe en Dios, y la razón o razones para dirigir y elegir el camino a seguir, tenemos un presente y un futuro garantizado de amor, felicidad y libertad!”
“¡Dios es amor!” Y compartir ese amor con los demás es alcanzar las mayores cotas de la felicidad y de libertad.
“¡Dios es amor!” y  “¡El amor a los demás!” es tener felicidad y libertad personal y social, por tener razón.
La fe y la razón nos deben unir hasta la eternidad.
Benditas y benditos sean.

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