Las personas hacen las instituciones.

 

Por Luis C. García Correa   

Las personas hacen las instituciones.

La institución no hace a la persona.

El poder de la persona es casi ilimitado. Y casi ilimitado, porque solo Dios es ilimitado. Los seres humanos somos libres pero limitados.

El poder de la persona es impresionante.

Hay quién puede destruir, o al menos tratar de destruir a una institución por ser esclavo del mal.

El mal, que es como el león rugiente tratando de devorar, consigue devorar al ser humano si le damos la posibilidad de hacerlo.

El poder del ser humano es de gran magnitud, de grandeza, de una fuerza enorme. Para hacer el mal o el bien.

Las instituciones las hemos creado los seres humanos, y como tales deben estar al servicio de nosotros, con el peligro o el riesgo de que surja un dominio personal de quien domina por la fuerza o por la excesiva autoridad, cuando no hay un pueblo honesto, participativo y unido que controle ese poder.

Las personas actuamos de acuerdo a los valores morales, éticos o religiosos que nos infundieron nuestros padres, y que nosotros hemos aceptado y desarrollado.

De las pocas disculpas que tienen las personas inmorales, es no haber recibido, de sus padres, la educación en valores.

"¡Qué responsabilidad!""¡Qué enorme y trascendental poder y responsabilidad tenemos los padres en la educación de nuestros hijos!"

Los padres somos los únicos responsables de la educación en valores de nuestros hijos.

Los colegios, las universidades, amplían esos valores, pero nunca sustituirán a los padres en la educación a los hijos.

Las personas hacen las instituciones para que de ellas nazcan y crezcan las soluciones a las necesidades y problemas sociales.

Lo contrario es la esclavitud por el poder del mal, que ha impuesto su voluntad.

Endemoniados, haberlos los hay. De nosotros depende hacer que desaparezcan y eliminarlos.

Las personas hacemos las instituciones para el bien, y el resultado dependerá de que quienes las hicieron y gobiernan sean personas de bien.

El mal no genera el bien, ni el bien genera el mal.

Las instituciones se crearon para el bien, si hay mal es culpa de quienes las gobiernan en ese momento. Las personas hacen las instituciones.

 

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