¿Qué recuerdos tengo y qué es para mí la Semana Santa?

 

Por Luis C. García Correa  

Los recuerdos son gratísimos, yo diría que imborrables.   Nací y me criaron en una familia cristiana, y muy estricta. Me educaron de forma espartana, y no sólo no tengo ningún trauma, sino todo lo contrario, le doy, constantemente, las gracias a Padre Dios por haberme dado una familia en la que los valores humanos como la austeridad y una estricta exigencia nos enseñaron a despegarnos del bienestar y de los bienes materiales. Pero  en especial me educaron en los valores religiosos, que estaban por encima de cualquier otra consideración y valoración. Tuve, afortunadamente, una niñez y juventud muy felices, aunque me quedé huérfano de padre a los 10 años. Mis abuelos, mis tíos, toda mi familia se volcaron en mi hermana y en mí como huérfanos.

Los valores familiares seguían en importancia a los valores religiosos, pero eran un pilar sobre el que apoyaban muchas cosas importantes para asimilar, el respeto a Dios y a su culto, que son el fundamento de las manifestaciones externas de piedad. Que yo creo que influyen mucho en cómo se vive y se ve después la Semana Santa. Por eso todo este preámbulo ha tenido su razón de ser, porque creo que según le han criado y educado a cada uno, así, supongo, que se vive y se ve la Semana Santa.

Y dentro de una de esas maravillosas vivencias y recuerdos de mi juventud está la Semana Santa. Era  una semana de vacaciones; se solía estrenar traje; las procesiones y visitas a los Monumentos eran un complemento directo y eran los tiempos que más dedicábamos a estar en la calle. En las procesiones nos veíamos con las amigas, amigos y compañeros; eso daba la posibilidad de que igual cuando terminaban, nos quedábamos conversando con unos y otros. No sólo eran las procesiones, objeto de veneración sino también de sano entretenimiento.

Veíamos y comparábamos las Semanas Santas anteriores con aquella que estábamos viviendo, y hacíamos comentarios. Era, realmente impresionante, el prurito e ilusión por mejorar cada año los tronos y los elementos y componentes que acompañaban a los pasos.

La Semana Santa era una época deseada y anhelada así como muy aprovechada. Lo normal era vivirla en la ciudad: no necesitar salir de viaje. Reitero, con cierta añoranza, -  aunque no soy de los que creo que “los tiempos pasados fueron mejores”-, sí tengo que decir con cierta añoranza el buen recuerdo que tengo de las Semanas Santas anteriores; aunque hay que decir que cada año aumenta la participación, en general, y las distintas iniciativas de Cofradías y organizaciones religiosas enaltecen la maravilla de la Semana Santa católica canaria.

¿Qué es para mí la Semana Santa? Algo tan importante como conmemorar LA PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN  GLORIOSA DE NUESTRO SEÑOR Y HERMANO JESUCRISTO DIOS. “¡ Conmemoramos, nada menos, que la RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, que es el fundamento de nuestra fe y en donde se apoya nuestra futura resurrección!” “¡Vana y sin valor sería nuestra religión, como decía San Pablo: “si no hubiese RESUCITADO JESUCRISTO vana sería nuestra fe!”

 Es la Semana Cumbre del año, y el máximo acontecimiento, porque Cristo vive y es la gran luz, que nos ilumina para que le imitemos en su amor a Padre Dios y nos alumbre el camino para llegar al cielo. Por ello, hoy tenemos que felicitarnos por la RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, como felicitar a la Virgen del Pino, nuestra Patrona, por la resurrección de SU HIJO; yo lo hago con todo el entrañable y apasionado cariño que le tengo a este Distrito de Tamaraceite (de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, España) en particular y a la fe que profeso. "¡Qué difícil me sería vivir fuera de Tamaraceite!" 

        "¡Que la SEMANA SANTA le sea una SANTA SEMANA!"

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