Al Sistema Canario de Salud de España
Por Luis C. García Correa |
Vayan mis más efusivas felicitaciones a todo el conjunto de personas que trabajan en la Seguridad Social Española, y que nos ayudan en algo tan fundamental y necesario como es la salud corporal. (Creo que también ayudan a la salud espiritual).
La dedicación, cariño, amabilidad, servicio y profesionalidad que siempre recibo, son dignos del mayor encomio, alabanza y agradecimiento.
Trabajar por la salud es una encomienda a sabios, virtuosos, personas llenas de fe absolutamente necesaria, y a santos.
Hay pacientes que también corresponden con amabilidad, cariño y agradecimiento, y hay algunos que sus exigencias y mala educación son dignas del mayor repudio.
Ayudar a un enfermo no es fácil, se necesitan unas condiciones especiales de conocimientos, humildad y amor. De profesionalidad.
Mi admiración a los médicos, enfermeros y demás por esa invalorable actividad, que a veces pone en riesgo su honorabilidad y hasta su propia salud. Es tan grande mi admiración que no sé cómo definirla, pues es total. Pero si se agradecerla.
Poner lo que saben y arriesgar tanto para recibir tan poco, es un mérito encomiable y admirable. Eso es honesta vocación, y honesta participación social, en la vida de la comunidad. Por ello es un pecado pagarles poco. ¡Qué responsabilidad!
Es un mérito que se extiende igualmente al resto de médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y demás funcionarios, que son el fundamento en donde se apoya y desarrolla todo el Sistema de Salud y toda la labor que realizan todos esos profesionales. Sin ellos no puede haber continuidad y realidad en el cuidado de los enfermos.
Leí en el Centro de Salud de mi pueblo de Tamaraceite un cuadro, grande y colgado en sitio destacado, en donde se narran La Carta de Deberes y Derechos de los pacientes y usuarios del Sistema Canario de Salud. Mi asombro fue mayúsculo al ver que las tres cuartas partes del cuadro lo ocupaban los Derechos del paciente y solo una cuarta parta lo Deberes. Ahí está una gran demostración de la voluntad, amor y pasión por servir a los demás en algo tan fundamental como es la salud.
Gracias, y como creyente: que Padre Dios bendiga a esos maravillosos profesionales de la salud, y a todos los que ejercen y trabajan tratando de ayudar en algo tan importante y necesario como es la salud.
Gracias, y me felicito por pertenecer a este pueblo que tiene tantos profesionales honestos y santos que nos ayudan en curar nuestras dolencias.
Que el reconocimiento y agradecimiento sean eternos, como eternos son los beneficios que recibimos de ustedes al dedicarnos sus vidas y trabajo para bien de todos nosotros en algo tan fundamental y arriesgado como es la salud corporal. Sepan todos que también llegan a sanar y mejorar la salud espiritual.
Gracias y un fortísimo abrazo con mi eterna admiración y agradecimiento.
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