“¡LA OBEDIENCIA!”
“¡No hay paz, progreso, felicidad y libertad sin obediencia!”
La obediencia es una ciencia de la vida que se aprende y se practica desde la niñez, y que se enriquece y fortalece con la experiencia.
“¡Obedecer es de cultos, de buenos y de inteligentes!”
El orden -necesario en todos los hechos de la vida- es el fundamento de cualquier progreso, y uno de los pilares de la obediencia.
“¡Obedecer es una herencia recibida al tener valores morales, éticos, o religiosos!”
El desorden es una consecuencia de la falta de obediencia.
La vida sana y feliz necesita de un orden y de una constante obediencia al bien.
Benditos sean los obedientes. De los honestos obedientes es el reino de los bienes terrenales y luego la feliz eternidad.
Obedecer no es rebajarse. Rebajarse es aceptar la humillación por cobardía.
Me enseñaron -desde muy pequeño- que la obediencia es un noble, educado y honesto comportamiento, digno de encomio y alabanza, y digno de los progresos materiales y espirituales.
“¡La obediencia es cimiento del poder, de la autoridad y del buen proceder!”
“¡La obediencia reconforta al obediente y le mejora la existencia!”
“¡La obediencia está fundamentada en el amor verdadero!”
Dichosos los obedientes, porque al vivir la obediencia, ayudan al progreso y a la feliz y libre convivencia.
Ser obediente, con honestidad, lealtad, y amor contribuye a fortalecer y desarrollar el camino de la santidad.
“¡La obediencia por amor a la verdad es una virtud que conduce a la santidad!”
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