El tarot, la baraja, velas y sahumerios.
Por: Pedro Domínguez Herrera |
En las horas estériles e
interminables ante el televisor y con la
curiosidad casi infantil, me he interesado un poco, por cómo funciona la
adivinación, por el tarot, las cartas, el horóscopo… siendo siempre muy crítico
con estas manipulaciones de los pobres seres faltos de cariño, de trabajo, mal
de amores, e incluso algunas que temerosas dan a entender algún maltrato de
género; otros con depresiones, esquizofrenias y quienes buscan la suerte, o
cómo hacer daño al vecino.
He empezado a escribir sin saber qué va
a salir, ya que existe en mí una abrumada orientación y confuso voy a
explicarme. Nunca he creído que por decirle al vidente corta la baraja por el
centro, derecha e izquierda, vaya a salir en los serigrafiados cartones el destino de las personas. El
destino lo llevamos puesto para un buen observador; por el timbre de la voz,
por la indumentaria, por la sonrisa, por la fruición de los gestos, “la
agonía”, la esperanza, la presunción, la intransigencia… Es por lo que se puede
vaticinar casi a ciencia cierta, lo que puede dar cada cual, nada más oírle,
verle y tratarle un poco, que si no hay un golpe fuerte de fortuna e infortunio
o de locura, se puede casi saber el destino o los frutos de esta su corta vida.
Los videntes, adivinadores y
consejeros…tienen distintas formas de atraer a sus duendes; con el tarot, con
la baraja española…Algunos en descaro, utilizan un bloc donde anotan y desde
donde les salen las revelaciones de los
hados; todavía se ve alguna arcaica bola de cristal, velas, calaveras,
puñales para cortar el maleficio, etc.
etc.
La explicación de por qué estaba confuso
al escribir, era porque ahora después de soportar algunas sesiones, he observado lo bueno y lo malo y todo va
junto e inseparable y son buenos los consejos a los desesperados, a los que
algunos se les nota por la voz llorosa, que pudieran atentar contra su vida y
digo que he constatado más bien que mal y que el coste de la llamada es
inferior a la consulta de un sicólogo. Con estas aseveraciones no quiero que se
me tenga por un defensor y creyente de estas prácticas, pero si reconozco que
están ahí. Que como al enfermo al que no le dan salida, dándose el caso hasta
en personas formadas intelectualmente, bajo desesperada ofuscación acuden al
curandero. Estos otros, a los que nos referimos aquí, enfermos del alma, o
masacrados por los deseos, o por la precariedad, recurren a los adivinos
Da para mucho esta senda de las creencias
esotéricas; magias ocultas, santerísmos, la brujería, las escobas voladoras, el
diablo en el cuerpo…Creo y estoy seguro, por una inherente certeza vital que
nada viene de afuera que todo lo llevamos dentro. Si se da la creencia, la
relajación, el sometimiento en el que va a ser hipnotizado; el médium por la
gravedad de la voz, la mirada y con el palpo de sus manos, es capaz de hacer
que se activen ciertos mecanismos que
tenemos los humanos y esos si que son ocultos de verdad, por nuestro propio subconsciente,
a los que les tememos como a existenciales abismos. Si bajo locura o en estado
de trance se manifiestan, nos harían contorsionarnos, babearnos, gruñir y
cometer actos que en circunstancias normales nos parecerían imposibles. Eso
creo y por tanto tómese como creencia.
Termino con una consulta de anoche, en una
emisora de televisión dedicada a las videncias, que ha sido la que me ha
determinado a escribir esto. Era una tal Cuqui, porque ella se identifico con
este nombre, por lo visto cliente habitual y con reseña para ocultar su
identidad. Por el tono de la voz y por detalles que no vamos a enumerar, deduje
que era una señora de unos cincuenta largos años. Pedía trabajo para su marido
y “que se le mirara sus posibilidades amorosas.“ Había momentos en que el
vidente parecía ensimismado moviendo las cartas, esperando y dando tiempo para
que Cuqui le espabilara, dándole datos para su videncia. Ella le dijo:- Pero el
no quiere otra clase de trabajo que el de camionero, que es lo que ha hecho
siempre-. Entonces ya todo fue una resolución adivinatoria: -Las cosas están
muy mal-dijo el- que trabaje en un taxi, hay trabajo que puede hacer, incluso
que le gustaría, lo que hace falta es que lo encuentre. – ¿Y del amor? –dijo
ella- como si fuera lo más importante de la consulta.- Las cartas me dicen que
hay una persona muy cercana que sería capaz de dejarlo todo por ti.- ¿Es
casado?- Dijo Cuqui- como si le conociera, . Lo que aprovechó el vidente para
confirmárselo, por lo que ella se puso contenta y yo sin más apagué el
televisor.
Comentarios
En mi caso, de hay un tiempo pacá, mi mujer me llama para preguntarme mis posibilidades amorosas, y acaba por encender el televisor.