Las Virtudes de Convivencia

Por: Luis C. García Correa y Góm
Las virtudes que podemos desarrollar y poner en práctica para mejorar la convivencia son muchas. Una de ellas es hacer lo posible para no disgustar a los demás.
Así como el egoísmo tiene un impacto negativo en la convivencia, la gratitud tiene un efecto muy positivo: es una gran señal de nobleza, y es un lazo fuerte en la convivencia.
¡Qué importante es la educación para la convivencia!
Oigo, veo y... me lleno de esperanza. Estamos mejorando, afortunadamente. Suelo oír la palabra “señor”, lo que antes algunos consideraban muestra de servilismo. Mejoramos, sin duda.
Pero se necesita más: hay que tratar de intensificar las virtudes de convivencia.
La sinceridad, la nobleza y no juzgar a los demás.
El trabajo honrado y productivo.
Estas y otras virtudes favorecen una convivencia feliz en la familia, en el trabajo, en la calle etc. etc.
Debemos practicar la gratitud, esto es: el recuerdo afectuoso de un beneficio recibido junto con el deseo de devolverlo de alguna manera.
Dar las gracias siempre, intentar agradecer de forma manifiesta.
Decía Santo Tomás que “el mismo orden natural requiere que quien ha recibido un favor responda con gratitud al que le ha beneficiado”.
Cuesta muy poco ser agradecido y dar las gracias. Con ello se hace mucho bien, porque se crea un ambiente de relaciones cordiales.
Reconocer los favores y pequeños servicios recibidos, tales como: que la casa está limpia, el trabajo bien hecho, la ayuda del compañero etc.... Y si cualquiera de estas cosas no estuviesen bien, y no se debiera a la falta de buena voluntad, disculparlas.
Ampliar el número de amigos. ¡Qué bien lo hacen las Redes Sociales¡ y nosotros tratamos de hacerlo desde la Radio, y desde este blog de don Esteban Santana Cabrera!
La amistad, cuando es verdadera, resiste bien las diferencias incluso de edades, lo digo por experiencia.
Es imprescindible el respeto, que consiste en valorar a los demás y también valorar las cosas.
Respetar la Naturaleza - que es nuestro medio - para vivir de forma natural.
La afabilidad, el ser amables. Cuesta poco y, a veces, lo que los demás esperan es apenas una buena palabra.
Intentar no pasar de largo con quien uno puede comunicarse.
El elogio oportuno, equilibrado. ¡No hay por qué callarlo!
En resumen: dulcificar la convivencia.
Con estos deseos y hechos el mundo brillará. Desaparecerá la obscuridad que hoy inunda la vida personal, familiar y social, por las circunstancias económicas, por la mala gestión y la falta de honradez y, en especial, por la falta de valores éticos o religiosos.
Nunca mejor dicho, para todo hay solución,: la participación de cada uno de nosotros en dulcificar el ambiente con comportamientos educados.
De usted, de mi depende, y también del vecino.

Comentarios

Entradas populares