El Belén y el Papa
Por: Sergio Naranjo http://www.sergionaranjo.es/ |
El Papa Benedicto XVI acaba de decir que dos y dos son cuatro. Y un buen número de machangos, que tienen como único fin criticar al catolicismo porque sí, ha puesto el grito en el suelo, ya que ellos no creen en el cielo. Yo tenía por sentado que aquellas chorradas setenteras de Jiménez del Oso, atribuyendo a los marcianos la historia bíblica se había quedado en el negocio que hizo Juan José Benítez con sus ridículos Caballos de Troya. Pero no. A la gente le siguen gustando las tonterías, tales como códigos da Vinci, enigmas templarios y chorradas mágicas de todo tipo.
En Persia, y después en Grecia, se tenía la costumbre de escribir una biografía de la infancia de los hombres célebres, que en el caso bíblico apreciamos, al menos, en los personajes de José, Moisés y David. Generalmente, existe una enorme falta de concordancia entre los años mozos y los épicos del biografiado. Pero cuando tocó con Jesús de Nazaret, el asunto se convirtió en una jartá de chorradas, cuentos, supercherías y hasta majaderías que no tenían fin. Lucas, el evangelista de Saulo de Tarso, era de formación griega, y escribía en un lenguaje adaptado a la gente sencilla, la “koiné”, pero conservaba el rigor griego para las formas y las historias creíbles. De esa manera, no tuvo más remedio que hacer un prólogo que enlazara a Jesús con la historia judía, primero, y convertir su nacimiento en algo que se pudiera pasar, ya por la religión, ya por la inteligencia. Así, dio trabajo extra a los ángeles y arcángeles para explicar de manera lógica el origen de todo aquello.
Situó su leyenda de manera tan rigurosa en la Historia, que habiéndose perdido el primer empadronamiento en siglos posteriores, se llegó a negar todo su cuento. Pero no es más que un cuento, que no hay que interpretar más que un matrimonio que llega a una aldea con mucha gente de paso, ella se pone de parto y la ponen en una de las cuadras dispuestas para ganado que había en todas las casas; una donde no hubiera nadie ni animales en aquella hora. No la van a poner en la plaza del pueblo a parir. Repuesta del parto, limpios los lugares, se fueron a las casas, claro está.
El evangelio de Mateo es una composición babilónica, la más importante colonia judía de aquellos tiempos, que se ocupa mucho de entroncar a Jesús con los profetas; trata de no dejar mancillado el honor de José y dispone, con la leyenda de los Magos de Oriente, la unión entre las profecías judías y la de Zoroastro, con la inclusión de la estrella.
La iglesia primitiva aceptó la parte creíble de los cuentos de la infancia de Jesús, a los que llamó “no escritos” (apócrifos), se entiende que por Dios. Le llamó “la Sagrada Tradición” y contiene los elementos que no están en los evangelios pero que aceptamos hoy: La vara florecida de San José; Jesús nació en una cueva; un gallo cantó en el nacimiento; la huida a Egipto, con un pájaro lavandera (alpispa) borrando las huellas en la arena; los Magos (así se llamaba a los astrónomos en Persia) eran reyes y eran tres, con sus nombres.
San Francisco de Asís, en el siglo XIII, dispuso la primera representación del Portal de Belén, que añadió una piadosa imagen del profeta Isaías al cuadro: la mula y el buey. Si a eso le sumamos el que desde el siglo IV se incluyó la liturgia del fin del mundo y el nacimiento de Jesús solapando al de Mercurio el 25 de diciembre, ya tenemos Belén.
¿Qué ha hecho el Papa? Sencillamente, proclamar el evangelio en el que cree. Sin alpispas, mulas, bueyes, gallos y demás parafernalias.
Soy el más fanático seguidor de las Navidades, los belenes y adornos que te puedas encontrar. Pero tengo claro que las leyendas son las leyendas, por más que mucha gente crea en ellas, y los hechos son los hechos. Yo no creo en la existencia antropomorfa de dios alguno. Sólo creo que Dios es la esencia universal, pero no es una persona, soy pananteísta. Pero a la hora de ver la cantidad de sandeces que en estos días se está diciendo, vale la pena recordar dónde está la Historia y dónde la gilipollez.
Comentarios
Pedro Dominguez Herrera
Pedro Dominguez Herrera
Y felices Pascuas.
No te preocupes por el mulo o el buey, tú que me conoces sabes que, mirándome, nunca estarán ausentes.