Nunca es tarde para aprender
Por Luis C. García Correa |
Con mis años, siempre aprendo algo nuevo. Y todos aportamos.
Es raro el día que no incremento mis conocimientos, y trato que sirvan para ayudar, que es una de las mejores formas de ser feliz.
La felicidad se basa en la honesta participación para compartir y ayudar y si es con amor se eleva a la plena felicidad.
Es raro el día que no aprendo algo nuevo, en especial con los taxistas.
Dejé de conducir en junio de 2015 para no contaminar, y desde entonces uso del buen servicio de los taxistas. Son mi transporte, por la comodidad que necesito y por lo efectivos que son, rápidos, amables y educados.
Los taxistas son el mejor medio que tengo. Soy un admirador de ellos y un frecuente usuario y con agradecimiento.
Tengo ya amigos taxistas, lo que me llena de alegría e ilusión. Son un gremio social especial y necesario.
Aprendo también de las personas con las que me relaciono, o algunas que surgen en el camino, y de otras –muy pocas afortunadamente– aprendo algo desagradable. Pero no deja de ser aprendizaje.
El camino de la vida es una maravilla, es una gran escuela.
Trato de aprovechar el tiempo en el camino para encontrarme con otros caminantes, y trato de que nos ayudemos, y que sea la gran forma de compartir, participar y repartir la felicidad.
“¡Nunca es tarde para aprender, sigue siendo una contundente verdad!”
Creo que debemos aprovechar toda ocasión de aprender para que con más conocimientos nuestra ayuda pueda ser mejor y mayor.
Una de la grandes metas que me enseñaron en mi educación, y que trato de vivir, es que la vida tiene sentido cuando la usamos y compartimos con honestidad, lealtad y fidelidad con el fin de ayudar.
Nunca es tarde para aprender, y es una forma de aprovechar la vida porque “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
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