Semana Santa, le pese a quien le pese

Por Esteban G. Santana Cabrera
Estamos culminando una semana santa, que es santa para todos, porque pese a quien le pese,  el cristianismo está muy arraigado en esta sociedad y por ello las vacaciones de este jueves y viernes se le denominan "santas". En estos días leí en las redes sociales a una exconcejal capitalina postulándose por un estado aconfesional en toda su plenitud, a propósito de la exposición que sobre la semana santa ha realizado el Cabildo Insular de Gran Canaria en su sede cabildicia de Bravo Murillo. Estoy totalmente de acuerdo con ella en que lo religioso no debe traspasar lo público, porque nuestras instituciones representan a todos los ciudadanos, en este caso a los grancanarios, de cualquier condición, ideología o creencia. Creo que una exposición religiosa no es apropiada en un organismo público. Pero, ¿es una exposición religiosa o de vestimentas e instrumentos religiosos? Es que es distinto. Un Estado aconfesional es el que no pertenece ni está adscrito a ninguna confesión religiosa. No sé a qué se refiere la exedil con su reivindicación "por un estado aconfesional" ya que no veo por ningún lado que el Estado esté adscrito a confesión alguna, aunque las procesiones invadan las ciudades y pueblos de España durante estas fechas. De todos modos, esto no implica en ningún caso, que las administraciones le den la espalda a todo lo que huela a "iglesia" o "religión", sea católica o musulmana. Por ello, lo de un estado aconfesional me parece un poco atrevido sobre todo cuando algunos de esos políticos que piden un "estado aconfesional en toda su plenitud", que realmente lo que están pidiendo es un Estado laico, son los primeros en ir detrás de las procesiones de semana santa con mantilla o bastón o asistir a romerías ofrendas sin cortarse un pelo.
Permítame decirle, con todo el respeto, que el sentimiento de una sociedad, en general, no la imponen ni los políticos, ni las instituciones, ni las leyes. El Título I de la Constitución Española relativo a los derechos y deberes fundamentales, concretamente en el Capítulo segundo, Artículo 16, dice que se garantizará la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Al hilo de esto, y nunca mejor dicho, me viene a la mente la parábola "No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de ella lo que le contamina". ¿Qué más da que el Cabildo haga una exposición de artículos religiosos en sus instalaciones, que al fin y al cabo no es más que una muestra del arte que desarrollan artesanos que diseñan estos artículos? Vivamos la semana santa, cada uno como mejor pueda, respetando las ideas y creencias de los demás, aunque sean minoría. Porque vivir las creencias religiosas en plenitud es síntoma de un estado libre y sano, de una sociedad que es respetuosa y sobre todo que cumple la Constitución.

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