ESCRITO BAJO LOS EFECTOS DEL GOFIO AMASADO.

Por Antonio Domínguez
Aunque se detecten porqués, no se debería cuestionar el titulo de este divertimiento (así lo es para nosotros). ¿Qué importancia tiene que sea o no una metáfora?; de si es un subterfugio escondedor; o un eufemismo que enmascara al tímido, en libidinoso carnaval? ¿Le interesaría a alguien que el llamativo titulo arriba graficado sea consecuencia de las pueblerinas vivencias?... las participaremos en siguientes capítulos –muy por encima- no se asusten. 
¿Podíamos haber elegido otro titulo desembarazante y evitar comentarios preñadores? ¡¡Claro que sí!! Pero nosotros no somos colaboradores de medios callejeros; de ningún folletín de mano isleño/s, donde todo se queda despersonalizado; en todas partes y en ninguna. Somos colaboradores de un medio serio. No nos parece lícito presentarnos envueltos en luz como una venerable aparición; i sin mácula como el Ada madrina del bosque: es lo que hacen ¡todos! Los colaboradores antes aludidos. Nosotros debemos ser dignos con quienes no nos han expulsado en las maduras; y sobre todo, consecuentes con la línea valerosa de quien nos ha admitido. Demostrativo de esa línea, y por lo tanto de ello, es, los cajones de acero sueco que hay que echarle –como se le han echado en esa casa; que sepamos, en mas ningún sitio- para no rehuir de hablar de la lapidación, de la a, a la z con hombría de bien; que le falta a cuantos no opinan ni mú del asunto, creyendo ser periodistas sólo por dar la noticia.  Eso no le sucede a Esteban, el cual publica anónimos destructores tanto para él como para su partido; demostrándose demócrata de una pieza, no importándole nada los aherrojamientos, SÍ la libertad. 
Echando ahora por otro camino más colgado y difícil, pero que lleva al mismo barrio, lo que Kant hace mayormente en sus críticas, es “analizar” y dilucidar las condiciones necesarias si es que le corresponde al sujeto percibir con propiedad al objeto.  Es facilito que los objetos, todos, tienen dueño y no por ello tienen esos dueños que percibir con propiedad el objeto; que es una cosa distinta a percibirlo como propiedad. Imposible percibir con propiedad el objeto. Nadie puede decir que su percepción del objeto es la exacta; las percepciones son algo que no se puede medir para evaluarlas con todas las percepciones que, a ese respecto, se oponen. Kant y la mayoría de ellos no hicieron deslindes entre conocimiento y pensamiento auténtico y se metieron en tales patiñeros, que nos extraña que no se volvieran locos de encerrar. ¡Hay que ver! La bibliografía que crearon sólo con la razón, conocimiento, entendimiento, pensamiento: todo ese amasijo metido en mismo saco y depositado en mismo lugar, sin ver mas allá de lo inmediato. ¿en que cabeza cabe perder tiempo en poner en pie una teorización tal, como cuestionar si le corresponde al sujeto percibir con propiedad al objeto? Es una verdad aplastante que el objeto solo puede ser percibido por el sujeto, pero, percibido con pro-pie-dad por el sujeto, pretender eso, es una gilí-equivocación   mas grande que la montaña de San Gregorio. 
No pretendemos como Hegel llegar a la certeza absoluta de la subjetividad y el idealismo subjetivo; ni hacemos de una alegría dinámica absolutismo, ni nada de eso y por el estilo. Todas las filosofías sin sentido acerca del sujeto que tiene pies para moverse autónomamente y el objeto que solo puede ser movido por una acción o una fuerza, son la necesidad de embrollar cuando no queda nada que decir; como denunciara Schopenhauer de sus compatriotas del gusto genético por empotajar y oscurecerlo todo. Nietzsche sin embargo (alemán y todo), su nihilismo fue el inevitable camino final de la metafísica. A partir de él murieron los viejos valores platónicos y teológicos. La voluntad de poder de Nietzsche a pesar de ser una subjetividad frenéticamente exaltada, cabe en él una objetividad que nadie más conocía; por tanto cabe la posibilidad de que concibiera como propiedad su objetividad; que no el objeto o los objetos. Y Kant y Hegel, ¿no tienen derecho a su subjetividad?. ¡Sí!, en tanto que como hizo Nietzsche, no hubieran teorizado acerca del sujeto y el objeto; in-te-rio-ri-za-bles. Dos cosas tan cercanas y tan lejanas entre sí mismas. El objeto no conoce y no se  puede dirigir al sujeto; el sujeto que sí conoce, no puede alcanzar la objetividad al cien por cien, pretenderlo es una payasada festiva. Solo interiorizada por los sentidos, puede dirigirse el sujeto al objeto; ¡¡cuando le tiene “preso” en su cabeza; esa sola tranquilidad tendrá el sujeto respecto del objeto: creer que le tiene prisionero.
Continuará la próxima semana.  

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