Perico

Por Antonio Domínguez

A ti que te conocemos con el pollino nombre de Perico y que lo llevas por propios merecimientos de tu anatomía burreríl. A ti que siempre a todo Tamaraceite has tenido vigilante, a ver si es verdad la inteligencia de amplio espectro que se te atribuye en cosas de pá fuera. Lo que es aquí no he visto a nadie que no se crea el mejor jugando al futbolín aun empuñando sus barras con dificultad; solo te tienen perdido el respeto en este arte ¡que tan bien dominas!
Siempre fuiste tu mismo, los que te han rodeado no han podido ayudarte. Todos los que asistieron a tu misma escuela, no creo disparate decir que no tienen tu escuela. Así es que has tenido que habértelas solo ante la vida, ¡solos estamos los hombres en medio de la vorágine! pero tu has tenido que habértelas con la noche de la soledad y el abandono; del ideal bien ideado; que cuando lo explicas provoca rechazo, y no te dicen, ¡oh Perico! que estás loco o equivocado; por si acaso fuera verdad el gran talento que otros te atribuyen y no se nota por fuera de la ropa y algún día podría el aludido ese que ve poco, y lo sabe, beneficiarse de lo que él con su muy simple vista no ve. Astuto no hace sino lo que hacemos todos: extraerle los beneficios que podamos a la prudencia.
No eres un equivocado Perico. Como todos, estas saliendo de dificultades menores para entrar en dificultades mucho mayores; esa es la madurez y la experiencia que en tu caso y andando con Darío: “plural ha sido la celeste historia de tu corazón” y no importa que te quiten lo bailado porque tú no has venido a bailar (no se justificaría para qué el Señor te dio los pies planos)  has venido a estar despierto cuando de dormir te levantas y a emplear los cinco sentidos congratulados sosegadamente.
Si porqués me preguntas, ha sido por comentar un par de flecos de tu parecer que expusiste en LOS DEMÁS a pluma ligera, pero profunda que tiene la condescendencia de la persona buena. Hay un par de puntos donde deberías hacer de tripas corazón y ser duro. Cuando se escribe sin compromiso en el todo incluido, todo el mundo es bueno y no se despierta una enseñanza o una pasión, pasa la intelección como cuchillo mantequilla para llegar al vacío límbico del santaceciliano éxtasis que persigue pero nada enseña. Cuando como tú, se escribe con compromiso, vertiendo enseñanzas filosóficas, no queda más remedio que ¡sí! emplear el hacha, con cuidado que no rompa; pero que pula la barca. Schopenhauer y Nietzsche (el más grande educador) eso hicieron y hoy continúan siendo mirados como perros sarnosos; porque hay una insalla de “talentos desparramados” encargados de que no saquen cabeza a echarles a perder sus montajes de salvación divina. ¡Perico! Sigue escribiendo como escribes que así consolidas a tu pueblo como tu hermano. Si te desvías solo un poquito para enseñar y aprender de tu hermano, (el pueblo) es cosa tuya. No te descuides de lo que les ha pasado a los sabios y grandes hombres. No olvides que para escribir quitándose aunque sea la chaqueta (no hablemos ya de desnudarse) se ha de pagar caro peaje.
Como ya me pertenece a mí echarme flores, o hablar de mí mismo como hacen mis colegas, lo voy a hacer en una figura connatural: la de Perico, por ser él un familiar conocido y no de los bastantes –familiares- que tengo desconocidos; pero punteros en esto de manejar la cabeza con la parte de adentro; de los cuales pudiera presumir para darme postín genético. Vale más cerebro completo en blanco, que las mejores cunas y mejores educaciones en/a cabezas anémicas de talantes diarreicos. Voy a continuar un poquito más.
Cuando en el riñón del invierno nos aprestábamos a salir de la barbería para irnos a Los Dragos a nuestro domicilio, ya, desde/en el umbral atravesando allá por las 23 horas, nos abofeteaba la noche. Sentía pena de Perico y no como mi padre que, al haber estado en el infierno que armó el del Ferrol y por haber estado prisionero de los rojos huyendo siempre del delincuente en retirada desde Cádiz hasta Francia entre quilómetros de gente carreteras arriba, se le puso el corazón más duro que el acero sueco (no hay mal que por mal no venga)
Perico era chico para aquella calamidad de meterse en la penumbra de la carretera vieja de SAN LORENZO DE TAMARACEITE, por la bruma, la perpetua llovizna, cuando no, el chubasco (se llagaba lo mismo de empapado) era media hora de camino. Suficiente para calar hasta el alma, por flojo que lloviera. La llovizna, el frío, la bruma y la noche cuando se unen pasan eternidades hablándose de grandiosos silencios; de las eternas nadas. Yo abrazaba a perico ya largando el agua por los pies y me traspasaba el tenebrismo tremoroso-tembloroso; ese comienzo preocupante y temor que se remonta a lo más remoto humano, de, sus gélidas jornadas en glaciales de cuando el mundo no era destrozado por el cambio climático, que gracias a Dios y al cielo divino, llegó Antojillo, y dice que lo arregla por siempre con todo lo que haya que arreglar ¡¡¡HAY MI MADRE!!! Las penurias ancestrales hacen temblar todavía hoy cuando se atisban, “por llevarlas en la sangre”.
Contada la ida a Los Dragos (con los barrancos corriendo, se me olvidaba) nos transportamos a cuando éramos adultos, Perico también. Pertenecemos a una familia dinastía de barberos, que empezó nuestro tatarabuelo venido de Fuerteventura y se acabó con nosotros por enfermedad de unos y jubilación de otros.
Mientras estuvo Perico en la barbería (el más destacado) no tuvo que ir a los “Betancores”, a los tomates, pero ¡claro! No hubo dinero para seguir la clara y viva recomendación de Manolo Balbuena para que perico fuera mandado a la universidad. Por consiguiente el tiempo para Perico es como si se le hubiese parado.
Mucho buen trato y esmero dio Perico hasta caer pesado. Su clientela era total, gente mayor, juventud y pudientes. En tiempos lejanos, en homilía, se llegó a insinuar que en la barbería se hablaba de comunismo. Perico hablaba de matemáticas, literatura y poesía; nunca comunistas han admitido esparadrapos en la boca, y los espadrapos solo los tenía Don Félix.
Los connaturales futbol, religión, romerías, misas, deportes, franquismos- calambrazos de calambre, no nos ocupaba nuestra barberil opinión. Sabíamos de la gran pérdida de tiempo, si este se le dedicaba a la dictadura con todos los caminos cerrados al menor atisbo de libertad; aun cuando en opinión de sus palmeros eran tiempos honestos de libertad y felicidad ¡¡¡y mámese usted esa!!!
Lo sé por experiencia. Muchas, pero muchas veces fue Perico solicitado aparte para pedirle consejo para qué hacer en grandes y peliagudos problemas. Cuando “son patrulla” en cola a solicitar consejo, no cabe duda de que a quien tienen de aconsejador, vale.
Perico es un renacentista. Conoce de todo. Habla de todo. Hizo la casa desde los cimientos hasta la fontanería y la electricidad (absolutamente todo) El mas que supo de matemáticas en los colegios que estuvo. Afrontó y ganó la prueba de acceso a la universidad. Autor de veinte narraciones cortas. Tiene un premio literario que ganó en concurso regional de los tres ejércitos. Siendo arquitecto de barrio, Perico adelantó a Lolita Pluma, que, solo era amante de quince o veinte gatos. Si como dije antes, Perico –aunque grande- no es de lo más grande que hay en mi familia, cumplo sobradamente mi intención de hacerme grande en los míos y presumir –que es de lo que se trata-  como no hijo menor de SAN LORENZO DE TAMARACEITE y  decir por lo mucho, viva mi casta, viva mi raza. Con la enfermiza ilusión de, veremos quién es menos. Perico sentémonos en el banco de la punta de adelante, esperanzados, a ver si el cura nos da la paz primero que al gobernador civil y el alcalde.
Tú hermano; mí hermano; “hermanos” de todos los hermanos de nuestro muy querido, idolatrado municipio.
SAN LORENZO DE TAMARACEITE a 24 de junio de 2019.

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