EL INGLÉS Y LA UNIVERSALIZACIÓN DE CUEVAS = ASILO DE EUROPA
Por Antonio Domínguez |
Se manda, se recomienda, se aconseja estudiar inglés para que los
jóvenes en su naturaleza estén preparados a ir a esas tierras europeas a
satisfacer sus necesidades de ver mundo. Se universalizan las cuevas
para robarles tierras de labor (miles y miles de hectáreas quedan, más que
protegidas, prohibidas e inutilizadas) y no tengan donde trabajar. Es la forma
de vender a Europa la isla para asilo de sus viejos.
Según un tebeo de y en esta
deyección de mosca, más de 40 cargos electos del cabildo apoyan que Risco Caído
es un espacio sagrado. Y que contribuirá (eso lo digo yo) a la total
desaparición de la agricultura; admitiendo que queda agricultura y no es poco
admitir. Se salvarán los de la tienda, el que alquila el burro y el del
ventorrillo; los demás tendrán que salir de la cumbre de mi G. C.echando
chispas.
Se declara que Risco Caído afecta
a 27.300 hectáreas. Y tienen la cara especial de decir que, “supone un avance
de primer orden en el consenso para materializar un desarrollo rural
sostenible. Si padeces de la próstata estás condenado a no poder estar en
paraje a la sombra en los municipios “protegidos por el cabildo” –enajenados- :
Tejeda, Gáldar, Artenara, Agaete etc.…
porque si la sacas a orinar en cualquier punto de esos sagrados sitios
¡¡irás a la cárcel!! ¿Qué no te harán si te pescan desbrozando para cultivar, o
encalando cueva para depósito, o poniendo una hilera de piedra a mantener
tierra para papitas y millo?.
Cuando hace 500 años llegamos
aquí ¡Ave María! Si llega a haber móviles para filmar las horribles matanzas más grandes que la de
Acentejo. Aquí que es llano y no había donde esconderse del trabuco; por eso se
teñían los barrancos de sangre, según los cronistas. ¡¡Cómo serían de
escalofriantes esas matazones de haberlas podido grabar. Para no salirme de la
realidad a fuer de que lo pague mi estilo, fue una realidad que llegamos aquí
con trabucos, espadas y pistolones y eliminamos cuanto tenía hálito de vida a
nuestro paso y las tierras conquistadas las convertimos en fértiles campos de
cultivo; y ahora nos la cogemos con guante de seda, respecto de los ejemplos
únicos de la cultura prehispánica toda ella derruida.
Abandonen el autobombo del
asesinato, hombre, caramba. Tengan un poco de vergüenza invasora. Como la tengo
yo; que se me viene la cara abajo, sancochada, cuando pienso en el holocausto
ofrenda a Dios que hemos hecho aquí; ofreciéndole el muerto al paraíso, diciendo
a Dios: ¡Acógelo en tu seno! cada vez que les aflojábamos un tiro, para a
nuestra muerte – ¡encima!- ir al cielo. ¡¡¡Tiene Cojines, colgantes y rozones!!!.
Hay un caudal de interrogantes
asentados en la investigación universitaria canaria al respecto del fango,
cieno achocolatado que es la política; todo ello sin salida, porque todo el que
desde entonces (la conquista) ha rechistado, “se le ha segado el pescuezo”.
Cuando hay ingenios de medida que
capturan una millonésima de milímetro en las distancias galácticas, se miran en
una cueva asquerosa para tener pábulo a desgraciar 27.300 hectáreas; con la
garantía del todo atado y bien atado –no de Franco- Sí de algo mucho más
grande: ¡¡la Unesco!! Ese enemigo universal del progreso en el tercer mundo (no
el de sus colegas, amigos “socios”) que igual a los del tercer mundo nos tiene,
por cómo nos vacilan.
La idea de rentabilizar el pasado
más remoto en la cumbre, no es limpiar el camino a la cueva; es dejar ganadear
y quesear la leche producida.
San César Manrique –en cuanto
hablaba, hacía y decía- se refería a su isla seca sin más posibilidad que el
turismo; por eso quiso vincularla y la vinculó a la cultura: ese cajón de
sastre. Los Lanzarote, eso lo respetan y atienden como a salvaguarda legal; ¡y
es lo que mejor les va! … Gran Canaria es otro mundo natural muy distinto;
donde se regaba y se cultivaba al cien por cien. San César no iba al surco. No
pretendan valerse de un embellecedor de charcos y cuevas para tomarle aquí como
ejemplo; valedor de sus disparates para decir: “lo dijo César” (…).
Dicen estos talentos desparramados
arriba mencionados: “El despoblamiento del territorio cumbrero es uno de los más
grandes enemigos”; queriendo decir que le faltarían las figuras al gigantesco
nacimiento que quieren hacer de la cumbre. Eso, es mentira, porque llevan un
siglo mal cargados con los pobladores de la cumbre ¡No quieren ahí gente ni
animales! ¡No quieren ahí vicho viviente!; en lo que va a ser una inexpugnable,
intrincada selva amazónica; que se tragará casas, cuevas y lo que constriña.
Así las cosas, entonces, dirán todo lo contrario: “Hay que limpiar la cumbre
para la lucha contra el incendio. Le endiñarán terrible factura de limpieza al
minifundio –el más grande de veinte metros cuadrados por dividido en
heredamiento a través de generaciones- que por abusiva no pagará. Se la
quedarán por impago (presuponiendo y suponiendo); y al que con fuertes facturas
–recuerden la cuantía de las multas cabildicias- o trampas no le puedan arrebatar su
cacho-tierra ¡No importa! El tiempo es eterno, ya morirá.
Eso de que el campo ha sido
sustituido por la búsqueda entre los jóvenes de nuevos horizontes profesionales
al acabar los estudios universitarios, es mentira conveniente, en tanto qué hay
un 60% de jóvenes en paro; o sea, en la playa, con la pantorrilla derecha
teñida de verde y en bermudas floreadas; su único trabajo: traer las bolsas de
comida desde los bancos de alimentos; bueno, Valsequillo creó también sus
cursos de formación para treinta tíos, teniendo miles de parados con
conocimientos efectivos y contrastados. Si son cullonis esus coño!
¿Cómo quieres inocente,
rejuvenecer la población con iniciativas agrícolas en un territorio tomado por
el cabildo, ecologistas y medioambiente-vividores que, por si fuera poco están
apadrinados por la Unesco?
Es verdad, no cabe duda que en el
cabildo sueñan con que la aniquilación de las prácticas campesinas supongan un
revulsivo modulado, no una revolución ni un shock. Lo que quieren en un
disimulado y no enfrentador ¡¡¡trágala!!! Es hacer en Tejeda las mil y una
noches. Un belén viviente de figuras humanas dirigido por EL BELENISTA. Aunque -si pudieran- echarían a la
gente y pondrían figuras de corcho; que nunca se mueven de su sitio y nada
demandan.
Parece mentira, pero, cuando
Franco aun era niño, el cabildo, en el año cincuenta, le echó el ojo a la
cumbre y se lanzó a por ella, al grito de: ¡¡esta teta es mía!! A lo Fraga,
pero más a lo bestia que Rato, compraba y pagaba las propiedades; pero hace ya
mucho tiempo cogió por la vega de en medio, es decir, por el camino de las
putadas además de las multas millonarias por quítame allá una macolla de yerba
no mayor que vello en pecho presuntamente; y no dejando limpiar terrenos
generación tras generación; pasarán las tierras a ser propiedad cabildicia.
Sólo gastarán un folio en cada expediente de dominio, ¿o, lo harán de la cumbre
completa en cuatro folios?
No solo estudian cómo hacer menos
rentable la agricultura al punto de ser una desgracia económica que no da ni
para los gastos, a la finalidad de desaparecerla, sino que además le niegan
protección a “los productos” en los mercados, atendiéndoles en las respectivas
atenciones que fueran menester; y no dando facilidades –como dan- a los venenos
importados y que son de fuera, está clarísimo, si es que son, como lo son,
importados. Es la pugna compinchada de todos los compinches necesarios. Todos
es/son todos.
Bueno, no es que lo sienta
demasiado, pero, todo tiene una segunda vuelta. Ante las aseveraciones hechas a
voleo, sin ninguna consideración al pueblo, sin respeto a las personas en el
erre que erre de las comuniones con piedras de molino, no les debe parecer mal
cualquier reacción que se lamenta como: ¡Afloje un punto para poder cambar el
pescuezo!
Todos no somos receptivos de la
milonga. Sabemos lo extraordinariamente mal que aguantan las críticas, por eso
nos amoldamos a la mínima expresión posible en la dicción de la calentura que
nos embarga; haciendo despachos mínimos de lo que libertad de dicción admite;
circunscritos totalmente al respeto total a las personas, que no es óbice para
no sentir total y casi sublime desprecio en todos los aspectos políticos;
dependiendo de qué personas políticas.
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