DE LAS MISERIAS SE NUTRE LA MISERABILIDAD ILUSTRADA.

Por Antonio Domínguez
Para pedir dinero, se da el caso de la exposición de una niñita negra en el África somera, flaquiiita ¡Ave maría santísima! la que sacan en la televisión demasiadas veces al día. El gran aparato del infortunio y las desdichas montado por bienestar y el dinero en terceros y séptimos mundos, los cuales utilizan ciertas y determinadas instituciones para desalar a nuestros pobres diablos, mas por su torpeza y triunfo de doctrinas en su contra (antes que por insignificancia e insustancialidad alimenticia) que también los tenemos pobres que, pobrezas las hay sin número, de diferentes etiologías y grupos. No les interesa en el “primer mundo” mover un solo dedo para salvarlos de su grandísimo atraso religioso; como atraso grandísimo lo es cualquier religión o secta, es lo mismo, en cualquier lugar de la faz de la tierra. El hombre ilustre o cualquier poder que se precie de dignidad-recato-vergüenza y decoro, tiene que enseñar a los demás hombres la honestidad equidad y honradez; cosas que no magnifican ninguna religión sino todo lo contrario. Cuando la lucha debería ser salvar al hombre de contubernios religiosos, confabulaciones devocionales, componendas místicas, conjuras de adoración, complicidades piadosas convencidas; ¡no! no se lucha por sacar al hombre de este gran infierno descrito, “se pelea” por SALVAR al hombre del infierno del inventado diablo que, al lado de este de aquí que no quema pero molesta que jode, es crema Nivea comparado. ¿Por qué nos preparan la mente, entrenándonosla  en el miedo, para que suframos por todos los miedos y a padecer por cuanto la tele nos diga? ¡Ya lo sé!, porque para eso somos la finca de todos los del clubs de la opulencia, la riqueza,  los engaños, quiebres y dribles.

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