¡El engaño continuo!

 

Por Luis C. García Correa    

El engaño continuo es un comportamiento que se está generalizando.

Los políticos, las autoridades, los medios de comunicación… están engañando, por ignorancia, por desconocimiento, o por mala voluntad, porque afirman cosas que no son verdad.

Esto es muy grave.

Aprovecharse de la posición para mentir debería ser un delito, con castigos proporcionados a la mentira y a sus repercusiones.

La mentira es, y seguirá siendo, un pecado de lesa humanidad.

Mentir, y a conciencia, buscando un aprovechamiento personal o social, es entrar en la vorágine que practica e imprime el mal.

“¡Someterse al mal, con fines bastardos, es entrar en la esclavitud del mal, y convertirse en una aliado del mal!”

Los esclavos, y los aliados, del mal se están propagando porque aún hay libertinaje y desinformación de la verdad.

“¡El libertinaje es el abuso de la libertad teniendo como fundamento el mal!”

El engaño continúo y, en especial, el disfrazado, es el más común de las mentiras. Y del que se abusa en los medios de información.

¿Cómo desenmascarar a los mentirosos? Tenemos que buscar la forma.

Tenemos que rechazar, con la mayor contundencia, a la mentira, y no digamos a la mentira soterrada, a la mentira camuflada.

“¡Hay verdaderos artistas a la hora de camuflar la mentira!” Estos son los peores, porque el daño que causan es mayor. Y afecta a mayor número de personas.

Tenemos que buscar la forma de desenmascarar a los mentirosos, en especial a lo que tienen mayor poder de informar.

La mentira sigue siendo una realidad aberrante y, en especial, un colaborador activo y efectivo del mal.

“¡La mentira es el gran aliado de la destrucción!”

“¡El engaño continuo es un mal que hay que desterrar!”

De nosotros depende que el engaño sea continuo. A desenmascarar el hecho, y las personas, y sus nombres, nos enteraremos como consecuencia de la deducción de lo que denunciamos.

“¡Qué el hecho denuncie al infractor!”

Que el mentiroso se sienta desenmascarado, y viva la vergüenza que le corresponda, y reciba el castigo merecido.

Pongámonos a la tarea de desenmascarar los hechos, y los mentirosos serán señalados, para repudio personal y social, más el castigo que les corresponda.

El castigo mayor debería ser el rechazo de la sociedad: quedar marcado y estigmatizado como un enemigo social.

 “¡La mentira, el engaño continuo, es el mal en la palabra!”

“¡Quién miente tiene por aliado al mal!”

“¡El mentiroso es esclavo del demonio!”

“¡El engaño continuo es un enemigo de la sociedad!”

“¡A quienes hay que desenmascarar, arrinconar y condenar!”


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