Vivir de los recuerdos
Por Luis C. García Correa |
Vivir de los recuerdos es un signo claro de haber vivido con intensidad, y más si se han vivido muchos años.
Los recuerdos son parte importante de la vida de los viejos.
No considero la palabra viejo como algo peyorativo, negativo o hasta despreciativo. Todo lo contrario: la palabra viejo es la descripción de haber vivido muchos años y con recuerdos, de haber tenido una vida cargada de hechos que son los recuerdos.
Vivir muchos años es una gran responsabilidad porque ha habido muchas oportunidades de cometer errores y pecados, y sobre todo de haber hechos cosas buenas, que son los recuerdos y los hechos que le dan valor y contenido a la vida.
La vida en un don que hay que proteger y aprovechar para vivirla con intensidad tratando de alcanzar la felicidad y vivirla en libertad.
Unos de los grandes valores de la vida están relacionados con los hechos que hemos realizado en la ayuda a los demás, por el AMOR y AMISTAD que nos impulsan a ser verdaderamente hermanos.
La vida no tiene valor y contenido si, por egoísmo, no ayudamos a los demás, perdiéndonos, además, la felicidad que solo se tiene si se comparte con los demás.
Reitero una vez más: la felicidad como la libertad se viven y se gozan en la medida que las compartimos con todos los que nos rodean.
Pero los recuerdos también van marcando el camino que vamos recorriendo y muchas veces nos indican el camino correcto que debemos recorrer.
"¡Vivir de los recuerdos!" Es una necesidad.
Los recuerdos nos van fortaleciendo para rezar y pedir perdón, con toda humildad y arrepentimiento, por nuestros errores y pecados.
Los años y la vida nos van fortaleciendo las creencias y valores que nos infundieron nuestros padres con todo su amor y pasión, y que han sido y son el cimiento de todos nuestros hechos.
"¡Vivir de los recuerdos!" Es rememorar los hechos que hemos vivido y compartido con los demás.
Llenar la vida de valor y contenido es la meta que debemos alcanzar para cuando se llegue a viejo, al mirar el pasado, al mirar hacia atrás, haya pocos hechos de los que tengamos que arrepentirnos, y muchos que rememorar.
Los valores y creencias son el gran fundamento en los que tenemos que cimentar nuestros hechos para que cuando lleguemos a viejos podamos mirar y recordar el pasado sin pesares ni remordimientos sino satisfechos si hemos vivido fieles a esos valores y creencias, que son de un valor incalculable: una necesidad para morir en paz.
La muerte es el final del recorrido de la vida, y a ella debemos tratar de llegar en paz con nosotros mismos y con los demás.
La vida -esa maravilla que tenemos que aprovechar- no la desperdiciemos en bagatelas y ni nimiedades sino en hechos que hayan servido, y sirvan para vivir y morir en paz.
"¡Vivir de los recuerdos!" Nos debe servir a los creyentes para dar gracias a Padre Dios. Y para considerar todos los bienes compartidos de la vida y sus hechos, que nos unieron en el AMOR y LA AMISTAD, creando y fortaleciendo la HERMANDAD, que serán los mejores recuerdos para rememorar una y otra vez, siempre.
"¡Vivir de los recuerdos!" Es no olvidar el pasado y es reforzar el presente.
"¡Vivir de los recuerdos!" Para compartirlos y que ayuden a los demás.
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