Hombre descansado vale hasta cansarse otra vez

Por Antonio Domínguez

Traigo a colación el arte ahora (paráfrasis), como presencia del pensamiento genuino. “En una gran obra de arte el ocultamiento y la manifestación, la ausencia y el objeto mismo, y su intensa presencia, a través de la representación artística, están siempre en conflicto, pues, la verdad se da bajo la forma de una orilla original, entre ocultamiento y develamiento”. Eso nos enseña la obra de arte. Yo no estoy capacitado para refutar y mucho menos brillantemente, el desprecio de Platón por la mimesis artística, a la que este consideraba una forma engañosa de segunda mano.

El arte es un término que significa instauración, una fundación como de una casa consistorial, un otorgamiento. La creación del artista es la instauración. Pero si significa crear, significaría más (y este sería más el sentido genuino) sacar del pozo. “Así pues la obra del artista literalmente saca del pozo a la luz de ser. Pozo que se encuentra hundido en la tierra protectora, (paráfrasis) del pensamiento genuino, aclaro. La ¿nada?, pesada, desde donde ese ser mana. El pozo manantial; se encuentra en las profundidades más ocultas. “Crear es traer a la luz, pero lo que se trae a la luz también tiene que ser custodiado”. Así como el hombre cuida o debe custodiar la tierra de la que se extrae el sustento y en la cual construye; es fuente y el sentido del arte genuino; la custodia creadora de la verdad. En tanto que es altamente artificiosa: tanto en la filosofía Heideggeriana, como por sí misma (la custodia creadora de la verdad). Del arte hablamos propiamente, no aproveche usted esta aparente contradicción para “encoloniarse”, empolvarse y seguir sentado al fresco toda la vida. Se lo aclaro por si es usted lector desorientado.

Escolio: que coja ejemplo el gobierno de Gran Canaria; que no sé donde estudiaron arte. No cuidan la tierra de donde se extrae el sustento, no se acuerdan del campesino para no tener que recordarse cuando ellos lo eran. Del territorio no se olvidan para no permitir labores que tanto les laceraron las costillas en el territorio; desdoran, a la agricultura y ganadería. Desprecian desde el uso-abuso del poder, que se burla ufano del voto que, absolutamente equivocado el pueblo, les dio: ¡fin de la aclaración! la cual se hizo –como todo- desde la presunción y la suposición qué, por si fuera mas iluminada a los efectos evasores de que tiene que cuidarse la prudencia del flagelo de los flecos que tiene la libertad de expresión, digo claramente, expresamente: PRESUNTAMENTE. Siempre apoyado en la palabra que está en mayúsculas digo: ya no se debe permitir la enajenación de nuestra isla. No mas chaladuras. No mas delirios de mentes de microbio. No mas encantamientos en sal bíblica. No mas embelesos futboleros-carnaval- caribeños. No mas éxtasis de portal de belenes “achuchado”. No mas pasmos espasmos imposibilitadores de la acción.

Por favor humano y por caridad divina le pido a la oposición lleve a cavo una “mortal” moción de censura ¡YA! A ver si se llega a tiempo de impedir el derrubio de la última pared y de que no muera (matado) el último animal ¡¡¡que nos hace falta para sustento de la culebra californiana, cónchale; y para que le avisen al pinzón azul, los animales, cuando la serpiente sube a nutrirse de sus hijitos, los pinzoncitos azulitos del señor!!!    

El arte no es como el teologal realismo platónico cartesiano, una imitación de lo real. Es lo más real. Porque sale del pozo del ser del pensamiento genuino. Opino que el arte más genuino es la pintura y las manualidades artísticas, en tanto que, la idiosincrasia psicológica del espectador, o es sobrecogida o es dejada quieta, inerme, ante la obra artística. ¿Por qué? Porque quizás es el arte más pequeño de todos: Si falla la cromaticidad deja indiferente al espectador; si falla la composición, nada puede hacer el color: Si falla el color, nada puede hacer la composición. Es un arte que no arma demasiados follones cognitivos a la percepción del espectador. Quiero decir que gusta o no; está implícito en los parámetros del gusto y asociado o disociado, de la inteligencia individual de personas sin posibilidades artísticas o culturales. No por pensamiento distinto, sino “por almacenamientos de conocimientos distintos”.

Creo que los trasiegos cerebrales que la pintura pudiera producir, son de lo más sencillo, comparativamente a otras artes. Si por ejemplo cuestionamos el arte de la música, la cosa cobra especiales puntualizaciones a analizar.

Se sabe que hay muchas personas a musicales, pero en la mayoría de las personas la música vive en ellas; son personas musicales (afinadas) con su guitarra, su piano, o cualquier instrumento “viviendo en su interior”. ¿Qué es lo que pasa con esto? Pasa que en la gran mayoría, cualquier composición, cualquier música del tipo que sea, no puede ser satisfactoria al total, puesto que no es de él, no es su música. Porque cuando una persona, afinada, oye una melodía cualquiera; al llevar su propia música dentro; cuando oye interpretada determinada partitura, empieza a tener tics nerviosos en la cara y a sufrir, porque escucha una superposición de notas que van bien, acordes con su concepción de la música, pero a lo peor, de sopetón, toma la melodía por derivaciones que no son conformes a sus conceptos musicales, y sufren. De lo que se debe colegir que las personas que escuchan una composición desde el principio hasta el fin y no desechan ni una sola nota y le gustan todas y cada una, las cuales contempla puestas en exactitud, el espíritu crítico de esa persona queda compungido, engullido en la actitud de comer parejo del melómano; que nunca es analítico según he podido observar. Los melómanos son gente torpe: vagones arrastrados, nunca la locomotora, que la es, de los músicos compositores. A esos si les quedan satisfechos todos sus sentimientos musicales dentro de su propia obra personal.

Se ve claro en los mismísimos directores de orquesta cuando están dirigiendo obras ajenas. Cuando se observa su cara, sus gestos y su batuta, ve uno cuando hay partes musicales que no le gustan, cuando hay algunas que incluso le enervan, cuando hay otras que le encantan y el tipo se pone con la cabeza mirando al techo y los ojos en blanco. En fin, la música es un desastre en el que una misma partitura enfrasca en el deleite y en tiempos (instantes) alternos, en el desengaño y el enfado. Es cuando el pensamiento genuino en ese instante, en esa nota mal dada según su opinión, dirige un pequeño, sutil efluvio a la conciencia, esta mira a aquél y se dicen recíprocamente, caramba; ¿es que ni este nos da un goce sin la correspondiente tortura?.