Reflexión del trinque

 
Por Antonio Domínguez Herrera 

Nuevecita por poco usada. Aun tratándose de un carrusel fúnebre de la amistad, son aportaciones distintas de la loa al amigo y de las excesivas cantarinas alabanzas a la amistad.

En el libro de mi hermano Perico “UNA SINTESIS DE LA AMISTAD”, bellas y ponderadas introversiones, lo reconozco, pero, a nosotros no nos convienen las distracciones en que se recrea la generalidad en tanto qué aspiramos al cálculo un poco más allá de lo empírico, o, menos mundano. Te pido por favor que no pienses ni incluyas en ninguna lápida en tus escritos la monserga de la amistad. Entierra al amigo con respeto, eso sí; porque nunca se sabrá si fue un amigo, que lo más probable sería un enemigo soterrado. Después de las lecciones que como hermano mayor te he dado (sin cobrarte nada), me enfada sigas con la sensiblería de los amigos entre los ocho mil millones de no enemigos. Mira que eso de los amigos es una carga excesiva y voluminosa que uno se echa encima (qué siempre, siempre crea disgustos y problemas) siempre que no sea por interés propio o cualquier tipo de negocio: económico, político, sexual, religioso, mercantil, o, agrícola: ¡donde haya agricultura!, no aquí.

Antes que de los amigos disfruta de cualquier persona que se deje disfrutar. Y sí no que Dios vaya con ella.

Busca en el quijote el capítulo –es solo un capítulo–donde se cuenta la novela de curioso impertinente, para que salgas totalmente ilustrado de lo que son los amigos; en los personajes de Anselmo y Lotario en pos de Camila, tan amigos, que eran llamados en el pueblo con el dulce nombre de los dos amigos.

El amigo es lo más malo y jodido que hay en el mundo. Porque coarta la libertad. Porque pide lo que ni dar piensa: lealtad, confraternidad, entrega, respeto, y una montaña de cosas que la condición humana jamás tendrá y anda uno con alabada sea la parte a dos manos para satisfacer al amigo que quiere mas y mas, qué, cuanto más codicia menos da a cambio.

El hombre se mueve en tres grupos: familia, compañeros de trabajo y amigos de la familia. Ni quiere ni puede resarcirse de los compañeros de trabajo. Quiere pero no puede vengarse de los amigos que con los años ha sufrido de ellos sobradas muestras “de amistad”; deberá por todos los medios olvidarlos porque son montañas de trabajo y desengaños que se quita de encima.

Hay odio entre los amigos, pero no se explica una gran amistad sin ese odio. Cuando se entra a compartir secretos intimísimos se solaza uno de ellos una vez y otro día le toca al otro. Esa gran confianza entre los amigos a pesar de ser infinitamente más segura que la confesión a cura, satisface los más bajo de la codicia humana, que no se puede satisfacer con absolutamente nada y nadie más y se entra en círculo patológico de satisfacer curiosidades; que solo satisface el amigo que se arrojó como villano a los pies del amigo para su tributo. Que no durará un secreto toda la vida es sabido. Cuando la tentación supera a la prudencia viene la cabronada y le traicionará sin remedio, porque las personas para hacer llevaderos sus pesares se los cuentan al amigo y viceversa y se crea un círculo vicioso raro y absurdo de toda absurdez que se convierte en sinsentido muy sentido, que concluye la relación de la débil llamada amistad. No hacen fortaleza ni determinación para llevar sus cosas personalmente, y de ahí ese odio soterrado; cuando desde la confianza se le escapan al día siguiente intimidades a chorro, el amigo se maldice a sí mismo por lenguaraz.

Pregunta: ¿Sí el matrimonio dura cuatro años, porqué tiene que entra durar una amistad toda la vida? Respuesta: porque a la amistad que se le llama “verdadera” se empeña en compartir secretos incompartibles para demostrarse las partes extrema extremada amistad profunda que entra en el vicioso desenfreno inmoral de la amistad. 

Pugnando por ver y hacerse una concesión más grande todavía, de tal manera que, cuando quieren soltar amarras o amarres, se asombran ansiosos  porque ya es demasiado tarde, y optan por seguir en la amistad, que es la forma mejor de guardar la intimidad. Ya en lo sucesivo se dedicarán a vigilarse puestos en acecho, y hasta soportarán uno del otro deslealtades sin hacerse ninguna pregunta. Desde ahí serán amigos para toda la vida, que solo se aliviará con la muerte de uno de los dos: terminará la amistad con ese gran suspiro de alivio. 

Estoy con mi padre que decía: todo es eyección eyectada. ¡Viva Espronceda! en cuanto decía “Es mentira el placer y la amistad” 

No perteneciendo esta impresión, sentir/ponencia, a opinión pública ni privada de libertad. Califico esta mi resolución afiliada entre los conocimientos inferiores distinguiendo la simple opinión, que es del orden de la ilusión, y la creencia, que es una opinión recta (verdadera aunque sin justificación racional). Aunque la filosofía remite la opinión al orden de lo inteligible, yo pretendo aquí moverme en el orden de lo sensible. La opinión como apariencia que es, nunca podrá ser idea, es conocimiento de oídas y por vaga experiencia. 

No obstante sigo en mi maraquilla de que “jira sobre su eje y se desplaza a través del espacio tiempo”; so pena de que me vayan a meter en la ejemplarizante, medieval, purificadora hoguera.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Totalmente de acuerdo con la frase hallazgo del articulista: "EL DESENFRENO INMORAL DE LA AMISTAD". Un hombre cualquiera no llega a conclusión tan atinada.

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