Brillos de mi Tamaraceite querido
Por Antonio Domínguez |
En Tamaraceite, cualquiera que en él viviera, tenia derecho a coger por la carretera vieja, o por la orillita del asfalto hacia San Lorenzo, como así mismo por el barranco, dehesa adelante, chalet Del Grande arriba; o dando grandes bastonadas; que así lo hacia el extraordinario caminador que fuera abuelo de Perico el entrenador del pirata y Angelillo, así llamado por lo bien que cantaba. Tenían dos hermanas, una de ellas silbaba en la montañeta y se oía bien en la montaña de San Gregorio. Así como el grito “PESCAO FRESCO” de Juan Cantero; ese se oía de todo el contorno.
A veces, y no faltos de razón, algunos comparroquianos apuntan a que nuestro muy querido pueblo es generoso en cuantos pros: de amistad, buen avenimiento, congratulación, amor, cariño, conmiseración y empatía en extenso sentido, todo ello, que son virtudes, tiene sus contras y tienen razón cuantos así opinan, porque Tamaraceite está habitado por el hombre que, en su inmensa mayoría y en todo lugar se decide por la legalidad, la bondad y la legitimidad, o, según su condición se puede lanzar al mal vivir y al delito, que aquí siempre han sido los menos. No por ello dejó de haber un tiempo en que nos sacaban a diario en páginas de sucesos contando el mismo caso desde distintos ángulos para evitar hablar del bandidaje generalizado en el municipio de abajo, y en toda la isla, en todos los aspectos. Manipulaban pasado malero y presente de acechanza que veían, como espejismo, en la más honrada conducta nuestra, mientras ellos pro/alzamiento nacional (considerando en ese ellos a la práctica generalidad de canarios no de Tamaraceite) insensibles a sus humanos defectos, encerraban bajo llave pasado presente y futuro impresentables en los gigantescos almacenes de la maldad. Extremos de los que no se libra el más pequeño pueblo del mundo. Lo que no está bien y nos parece mal son las armas arrojadizas y que se nos esté tirando, cuando a bien les viene, la primera piedra, para tener con que cometer el despropósito y desprestigio que, contra nosotros mejor les viniere. Lamento profundamente el comentario que aquí llegó inevitable, porque en nuestro amor por el pueblo reconocemos pequeñas inconsecuencias, no más grandes ni más chicas que las de cualquier lugar y toponimia de las siete islas canarias y hasta del mundo.
Pepe Mújica, te pusiste en columna de viaje y en concordia con mi fascinación; que yo sé que compartes con quien sea ese extremo ¿que no será conmigo, que sabes que amo Tamaraceite y que sabes que sé que tú no le amas menos?
Opinas como yo, que ayer y hoy se respiran los mismos aires y aportaste que valen para otras costumbres y realidades; siempre dentro de las lindes; que sabes como soy yo para lo de las lindes. ¿Te acuerdas cuando aquí se daban filósofos y se demostró que Tomas Moro descendía en línea de Manolo el moro?.
Perdone respetado lector esto en clave. Le prometo que a su debido tiempo le contaré sabrosísimos ratos que a respecto de esta ininteligibilidad han sucedido en la casa de la cultura: la barbería de Perico y Sindo. Ahí se ha determinado (en su presencia) al tolete más sabio de todos. Al sabio que en ese ambiente exquisito no llega ni a tolete (también en su presencia). Hay tanto de que hablar con las presencias que no hay tiempo material para decir nada de los ausentes. Ahí en ese ambiente donde entran tantos escritores, poetas y todos los filósofos procedentes de las chozas y las cuevas, la cuestión es tener el día. En ¡ESA ESCUELA! No se atiende a bagajes ni a biografías ni a especializaciones, nada, ahí vale la voz proferida en el instante; si se le ve razón el encomio es congratulado y si adolece y es estúpida la idea, se combate (con argumentos que en ese establecimiento sobran) que como decía Rafael el pintor EPD “de la discusión viene la luz” claro que es así, entrañable Rafael.
Cantando mi propia alma, que ya es público que la constituye Tamaraceite, con muchos años y sin pertenecer a ninguna degeneración a efectos literarios, pretendo una narrativa de no extraordinario valor; de no ganador del más insulso premio en ese terreno en ningún momento de la historia. Con dirigirme a ustedes queridos amigos de la infancia en las costumbres con que nos hemos relacionado desde los lejanos tiempos, soy feliz en connivencia (comunión) con Tamaraceite y sus hijos “mis hermanos”. Saben queridos amigos que siempre les he confiado que padezco ansias de relumbre. A los que no me conocen les digo a efectos de que se me crea, que padezco ansias de relumbre, amo la popularidad y la fama y las opiniones de alabanza a mi persona, son casi insoportables, del gusto que me dan y por cuanto me llenan. (Me consuela saber perfectamente la generalización de semejante condición, inseparable de lo humano, y de la que todos huyen reconocer). Sé que está de más pero sé que saben que cuando digo que soy feliz con lo que he asumido junto a ustedes mis queridos conlugareños, es porque es verdad. Nadie del pueblo puede decir que yo no he tenido conversación con él. Con todos he tenido acuerdos, desacuerdos, porfías de amigos, salidas a campo y playa con muchos, conspiraciones de hobbies, guerras para alcanzar mayor y mas amistad respeto y consideración, contubernio dirigido solo a hacernos la existencia mas humana y llevadera. Lo demuestra cuantos homenajes por escrito y obituarios de los más descapitalizadas y sencillas personas de mí pueblo tengo en mí haber. Nadie podrá decir que no he estado a su lado, siempre en cumplimiento de mi obligación de estar allí junto a absolutamente todos los de mi pueblo en bodas, bautizos, fiestas, celebraciones, cumpleaños, mítines de toda ideología deontología (deberes morales), y etiología (como estuvo mi pueblo a mi lado a excepción de “los dueños de la plantación” que se autoaislaron ellos solos sin pedir permiso). En mi pueblo en su honra y acompañamiento he estado SIEMPRE por y para todos lo de mi pueblo: desde Los Giles por el norte, hasta el chalet Del Grande por el sur; desde Las Torres al naciente, hasta el Picacho de las Brujas al poniente. Saludos y grandes buenos deseos a mi pueblo en peso, cuando a mal y para coger nervios no venga.
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